>Los datos macroeconómicos no dejan de sorprender al alza, sin embargo, no hay rastro de euforia en la población. El crecimiento del PIB o el récord del empleo se ven empañados por la crisis inflacionista, la precariedad del empleo o el incremento de la presión fiscal. La economía de los hogares no sigue el ritmo del PIB y lo que está ocurriendo es que ha aumentado el número de familias que llega con dificultades a final de mes.
>Los nuevos datos del indicador Arope (riesgo de pobreza o exclusión social), la principal medida de pobreza que utiliza la Comisión Europea, sitúan a España como el país con más hogares en problemas. Este indicador suma la población en riesgo de pobreza con aquella que no puede permitirse comprar una serie de bienes y servicios básicos. En el año 2023, una de cada cuatro personas estuvo en una situación de riesgo de pobreza o exclusión social. En concreto, fueron un 26,5%, 0,5 puntos peor que en el año anterior. Esto es, a pesar del crecimiento económico, el número de personas en dificultades económicas aumentó a lo largo del año, al contrario de lo que ocurrió en el conjunto de países de la eurozona, donde bajó en 0,2 puntos
>Hasta el año 2023, Grecia era el peor país en este indicador Arope, pero en ese año redujo sus niveles de pobreza en 0,2 puntos. Por primera vez desde que Eurostat comenzó a calcular este indicador, en 2015, no es el peor país del euro, ahora es España. Liderar el crecimiento económico no le ha servido a España para reducir los niveles de pobreza. ¿Qué está ocurriendo?
>Hay varias causas que explican la situación actual. Una de las más importantes es que la creación de empleo no está consiguiendo sacar población de la pobreza. En el récord de los 21 millones de ocupados han tenido una participación muy relevante los sectores de bajo valor añadido, como la hostelería, el comercio, el ocio o el transporte. Actividades en las que abundan la precariedad, los bajos salarios y, por tanto, la pobreza.
>España es el segundo país de la eurozona con mayor pobreza laboral. Un 16% de los trabajadores tiene problemas económicos, frente al 11% de la eurozona. Es el peor dato de España de toda la serie histórica, lo que evidencia que una buena parte del trabajo que se está creando no sirve para escapar de la pobreza. Las normas aprobadas en los últimos años, como la reforma laboral o las subidas del salario mínimo, están pinchando en hueso a la hora de combatir la pobreza en el empleo
>Esto explica que la creación de empleo no esté provocando un optimismo económico colectivo. Tampoco está consiguiendo una gran reducción del desempleo: España es el país de la eurozona con mayor tasa de paro, todavía por encima del 11%. Nada menos que un 63% de los parados está en riesgo de pobreza. Este dato es mejor que el de la eurozona, donde alcanza el 67%, gracias a la mejora de la cobertura y de las prestaciones de los últimos años. Pero al haber tantos desempleados, la aportación del paro a la pobreza es mucho mayor.
>España está alimentando su mercado laboral con mano de obra extranjera, porque la fuerza de trabajo nacional está menguando y está desanimada. En el año 2023, el 50% de los nuevos ocupados fue extranjero, el 14% tenía doble nacionalidad y apenas el 36% eran solo españoles. Esto explica que la creación de empleo esté teniendo graves dificultades para reducir el paro y, por tanto, la pobreza
>Los extranjeros ocupan principalmente los empleos de baja cualificación que rechazan los nacionales. Esta llegada masiva de mano de obra extranjera que alimenta a los sectores de bajo valor añadido genera un gran crecimiento económico, pero también origina bolsas de pobreza. Se trata, por tanto, de un crecimiento cuantitativo, pero no cualitativo.
>El 50% de los extranjeros residentes en España estaba, en 2023, en riesgo de pobreza o exclusión social. Es el peor dato de toda la eurozona, 10 puntos peor que el del conjunto de países del euro. Esto explica que el récord de los 21 millones de ocupados no esté sirviendo para reducir los niveles de pobreza.
>La receta tradicional contra la pobreza laboral, estudiar, no está funcionando en España. El 13% de la población con estudios superiores (universidad o FP) está en riesgo de pobreza o exclusión social, el tercer peor dato de toda la eurozona, solo mejor que Estonia y Lituania. El problema reside en que algunos estudios no tienen salida, por lo que conducen directamente al desempleo o a aceptar empleos de baja calidad
>La intervención del sector público consigue reducir la pobreza del mercado, pero no lo hace con la intensidad suficiente ni está repartido de forma homogénea entre los distintos grupos de edad. Los recursos públicos se concentran en los pensionistas, lo que explica que los niveles de pobreza entre los jubilados sean inferiores a los del conjunto de la eurozona: un 17% frente al 18% de los países del euro.
>Sin embargo, la pobreza infantil se ha convertido en uno de los mayores problemas del país. Nada menos que un tercio de los menores de edad está en una situación de riesgo de pobreza o exclusión social, diez puntos más que en el conjunto de los países del euro. La pobreza infantil no solo supone un drama humano, también es una amenaza al crecimiento económico futuro, porque dificulta su proceso formativo y les empuja al fracaso escolar.
>Estos datos de pobreza publicados por Eurostat explican que el crecimiento económico no esté provocando euforia colectiva ni nada que se le parezca. Porque el crecimiento macroeconómico no siempre implica una mejora de la calidad de vida de los residentes. Esta es la paradoja en la que se encuentra España actualmente, con un crecimiento extensivo (con la incorporación de mano de obra extranjera), pero no intensivo (por la ausencia de inversión productiva). Crecer más es importante, pero también lo es crecer mejor.
Es lo que no entiendo de la oposición, en vez de hablar sobre como el que los datos macro no se reflejan en las economías familiares se dedican a hablar de cosas que no les importan a nadie.
Se nota que hacen falta muchas más políticas sociales y de redistribución para conseguir paliar el daño hecho por más de una década de políticas de recortes y austeridad.
10 comments
>Los datos macroeconómicos no dejan de sorprender al alza, sin embargo, no hay rastro de euforia en la población. El crecimiento del PIB o el récord del empleo se ven empañados por la crisis inflacionista, la precariedad del empleo o el incremento de la presión fiscal. La economía de los hogares no sigue el ritmo del PIB y lo que está ocurriendo es que ha aumentado el número de familias que llega con dificultades a final de mes.
>Los nuevos datos del indicador Arope (riesgo de pobreza o exclusión social), la principal medida de pobreza que utiliza la Comisión Europea, sitúan a España como el país con más hogares en problemas. Este indicador suma la población en riesgo de pobreza con aquella que no puede permitirse comprar una serie de bienes y servicios básicos. En el año 2023, una de cada cuatro personas estuvo en una situación de riesgo de pobreza o exclusión social. En concreto, fueron un 26,5%, 0,5 puntos peor que en el año anterior. Esto es, a pesar del crecimiento económico, el número de personas en dificultades económicas aumentó a lo largo del año, al contrario de lo que ocurrió en el conjunto de países de la eurozona, donde bajó en 0,2 puntos
>Hasta el año 2023, Grecia era el peor país en este indicador Arope, pero en ese año redujo sus niveles de pobreza en 0,2 puntos. Por primera vez desde que Eurostat comenzó a calcular este indicador, en 2015, no es el peor país del euro, ahora es España. Liderar el crecimiento económico no le ha servido a España para reducir los niveles de pobreza. ¿Qué está ocurriendo?
>Hay varias causas que explican la situación actual. Una de las más importantes es que la creación de empleo no está consiguiendo sacar población de la pobreza. En el récord de los 21 millones de ocupados han tenido una participación muy relevante los sectores de bajo valor añadido, como la hostelería, el comercio, el ocio o el transporte. Actividades en las que abundan la precariedad, los bajos salarios y, por tanto, la pobreza.
>España es el segundo país de la eurozona con mayor pobreza laboral. Un 16% de los trabajadores tiene problemas económicos, frente al 11% de la eurozona. Es el peor dato de España de toda la serie histórica, lo que evidencia que una buena parte del trabajo que se está creando no sirve para escapar de la pobreza. Las normas aprobadas en los últimos años, como la reforma laboral o las subidas del salario mínimo, están pinchando en hueso a la hora de combatir la pobreza en el empleo
>Esto explica que la creación de empleo no esté provocando un optimismo económico colectivo. Tampoco está consiguiendo una gran reducción del desempleo: España es el país de la eurozona con mayor tasa de paro, todavía por encima del 11%. Nada menos que un 63% de los parados está en riesgo de pobreza. Este dato es mejor que el de la eurozona, donde alcanza el 67%, gracias a la mejora de la cobertura y de las prestaciones de los últimos años. Pero al haber tantos desempleados, la aportación del paro a la pobreza es mucho mayor.
>España está alimentando su mercado laboral con mano de obra extranjera, porque la fuerza de trabajo nacional está menguando y está desanimada. En el año 2023, el 50% de los nuevos ocupados fue extranjero, el 14% tenía doble nacionalidad y apenas el 36% eran solo españoles. Esto explica que la creación de empleo esté teniendo graves dificultades para reducir el paro y, por tanto, la pobreza
>Los extranjeros ocupan principalmente los empleos de baja cualificación que rechazan los nacionales. Esta llegada masiva de mano de obra extranjera que alimenta a los sectores de bajo valor añadido genera un gran crecimiento económico, pero también origina bolsas de pobreza. Se trata, por tanto, de un crecimiento cuantitativo, pero no cualitativo.
>El 50% de los extranjeros residentes en España estaba, en 2023, en riesgo de pobreza o exclusión social. Es el peor dato de toda la eurozona, 10 puntos peor que el del conjunto de países del euro. Esto explica que el récord de los 21 millones de ocupados no esté sirviendo para reducir los niveles de pobreza.
>La receta tradicional contra la pobreza laboral, estudiar, no está funcionando en España. El 13% de la población con estudios superiores (universidad o FP) está en riesgo de pobreza o exclusión social, el tercer peor dato de toda la eurozona, solo mejor que Estonia y Lituania. El problema reside en que algunos estudios no tienen salida, por lo que conducen directamente al desempleo o a aceptar empleos de baja calidad
>La intervención del sector público consigue reducir la pobreza del mercado, pero no lo hace con la intensidad suficiente ni está repartido de forma homogénea entre los distintos grupos de edad. Los recursos públicos se concentran en los pensionistas, lo que explica que los niveles de pobreza entre los jubilados sean inferiores a los del conjunto de la eurozona: un 17% frente al 18% de los países del euro.
>Sin embargo, la pobreza infantil se ha convertido en uno de los mayores problemas del país. Nada menos que un tercio de los menores de edad está en una situación de riesgo de pobreza o exclusión social, diez puntos más que en el conjunto de los países del euro. La pobreza infantil no solo supone un drama humano, también es una amenaza al crecimiento económico futuro, porque dificulta su proceso formativo y les empuja al fracaso escolar.
>Estos datos de pobreza publicados por Eurostat explican que el crecimiento económico no esté provocando euforia colectiva ni nada que se le parezca. Porque el crecimiento macroeconómico no siempre implica una mejora de la calidad de vida de los residentes. Esta es la paradoja en la que se encuentra España actualmente, con un crecimiento extensivo (con la incorporación de mano de obra extranjera), pero no intensivo (por la ausencia de inversión productiva). Crecer más es importante, pero también lo es crecer mejor.
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Como un cohete.
Es lo que no entiendo de la oposición, en vez de hablar sobre como el que los datos macro no se reflejan en las economías familiares se dedican a hablar de cosas que no les importan a nadie.
Se nota que hacen falta muchas más políticas sociales y de redistribución para conseguir paliar el daño hecho por más de una década de políticas de recortes y austeridad.