Algo más de tres millones de familias tienen ingresos por el alquiler de propiedades inmobiliarias en nuestro país. La cifra es algo inferior a la del total de autónomos que trabajan en España. La comparación sirve para medir la dimensión política y económica de los ‘pequeños’ (y no tan pequeños) rentistas en España.
Estas cifras se disparan según aumenta lo que se gana, y eso que no incluyen los vehículos de inversión en vivienda (sociedades, fondos, socimis…) de los más ricos o grandes tenedores, que no tributan IRPF. En el tramo de renta entre 60.000 euros y 150.000 euros, son tres de cada diez declarantes (315.186 en total) los que tienen rentas por alquilar sus propiedades. Unos ingresos que ascienden a casi 1.300 euros al mes (siempre en promedio). De esta cifra se desprende que tienen arrendadas viviendas más grandes o más de una propiedad.
Los números crecen en los siguientes tramos de renta. Entre 150.000 y 601.000 euros, un 40% de estas familias ricas declaran ingresos por alquilar (60.681 declarantes con 2.000 euros brutos al mes). En el tramo de los ultra ricos, por encima de 601.000 euros de renta, son cerca de la mitad (7.109 declarantes con 2.600 euros). Pero hay que tener en cuenta que son más los que entre estas grandes fortunas invierten en vivienda para obtener rentabilidad a través de empresas (que pagan el impuesto de Sociedades), de socimis o de fondos colectivos, y que, por tanto, no están recogidos por esta estadística del IRPF.
Por debajo de 30.000 euros brutos al año, también aparecen rentistas en la estadística de los declarantes del impuesto de la Renta. Medio millón, un 12% del total, entre 21.000 y 30.000 euros. Otro medio millón, entre 12.000 euros y 21.000 euros (un 10% del total). Ambos, con ingresos que rondan los 600 euros al mes. Los porcentajes de uno de cada diez se mantienen incluso entre los más pobres.
La misma estadística también permite calcular que el crecimiento de los ingresos por alquilar propiedades que tributan IRPF fue del 12% entre 2021 y 2022. Esta tendencia se ha mantenido en 2023 y en lo que va de 2024, según otras fuentes del mercado inmobiliario. Los precios son asfixiantes, sobre todo para los más jóvenes y en las grandes capitales y los principales destinos turísticos, donde se concentran la mayor parte de los puestos de trabajo y de la oferta de alquiler vacacional.
A día de hoy, alquilar una vivienda para vivir se come los ahorros que podrían dar acceso a una hipoteca. “Se estima que, en 2021, un 61% de los hogares que residían en alquiler o en una vivienda cedida no disponían del ahorro necesario para adquirir una vivienda en el municipio en el que residían”, ha reconocido el Banco de España, en un reciente análisis. Además, el supervisor apunta que España es el país europeo donde hay más inquilinos en riesgo de pobreza. Y hay una generación de españoles, de entre 30 y 40 años que acumulan una riqueza financiera de apenas 30.000 euros, lo que les impide acceder a una vivienda en propiedad, cuando sus padres a su edad ya disponían de un riqueza de entre 100.000 y 200.000 euros.
Sinceramente, viviendo en Países Bajos, prefiero un país con pequeños rentistas como España que uno con grandes rentistas como Países Bajos. La separación entre el casero y el inquilino es demasiada y, aunque la ley neerlandesa suele defender mucho al inquilino, las empresas de alquileres tienen los recursos suficientes para luchar cada petición. Además de todo esto, la falta de vivienda les da aún más poder para subir el precio del alquiler. Con pequeños rentistas és más difícil establecer un monopolio.
En un país ideal, però, creo que la mayoría de gente debería tener acceso a comprar una vivienda y el alquiler tendría un papel secundario para gente que aun no se consideran ellos mismos lo suficientemente estables para comprar. En España ya compramos bastante nuestra vivienda pero obviamente no lo suficiente.
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Algo más de tres millones de familias tienen ingresos por el alquiler de propiedades inmobiliarias en nuestro país. La cifra es algo inferior a la del total de autónomos que trabajan en España. La comparación sirve para medir la dimensión política y económica de los ‘pequeños’ (y no tan pequeños) rentistas en España.
Estas cifras se disparan según aumenta lo que se gana, y eso que no incluyen los vehículos de inversión en vivienda (sociedades, fondos, socimis…) de los más ricos o grandes tenedores, que no tributan IRPF. En el tramo de renta entre 60.000 euros y 150.000 euros, son tres de cada diez declarantes (315.186 en total) los que tienen rentas por alquilar sus propiedades. Unos ingresos que ascienden a casi 1.300 euros al mes (siempre en promedio). De esta cifra se desprende que tienen arrendadas viviendas más grandes o más de una propiedad.
Los números crecen en los siguientes tramos de renta. Entre 150.000 y 601.000 euros, un 40% de estas familias ricas declaran ingresos por alquilar (60.681 declarantes con 2.000 euros brutos al mes). En el tramo de los ultra ricos, por encima de 601.000 euros de renta, son cerca de la mitad (7.109 declarantes con 2.600 euros). Pero hay que tener en cuenta que son más los que entre estas grandes fortunas invierten en vivienda para obtener rentabilidad a través de empresas (que pagan el impuesto de Sociedades), de socimis o de fondos colectivos, y que, por tanto, no están recogidos por esta estadística del IRPF.
Por debajo de 30.000 euros brutos al año, también aparecen rentistas en la estadística de los declarantes del impuesto de la Renta. Medio millón, un 12% del total, entre 21.000 y 30.000 euros. Otro medio millón, entre 12.000 euros y 21.000 euros (un 10% del total). Ambos, con ingresos que rondan los 600 euros al mes. Los porcentajes de uno de cada diez se mantienen incluso entre los más pobres.
La misma estadística también permite calcular que el crecimiento de los ingresos por alquilar propiedades que tributan IRPF fue del 12% entre 2021 y 2022. Esta tendencia se ha mantenido en 2023 y en lo que va de 2024, según otras fuentes del mercado inmobiliario. Los precios son asfixiantes, sobre todo para los más jóvenes y en las grandes capitales y los principales destinos turísticos, donde se concentran la mayor parte de los puestos de trabajo y de la oferta de alquiler vacacional.
A día de hoy, alquilar una vivienda para vivir se come los ahorros que podrían dar acceso a una hipoteca. “Se estima que, en 2021, un 61% de los hogares que residían en alquiler o en una vivienda cedida no disponían del ahorro necesario para adquirir una vivienda en el municipio en el que residían”, ha reconocido el Banco de España, en un reciente análisis. Además, el supervisor apunta que España es el país europeo donde hay más inquilinos en riesgo de pobreza. Y hay una generación de españoles, de entre 30 y 40 años que acumulan una riqueza financiera de apenas 30.000 euros, lo que les impide acceder a una vivienda en propiedad, cuando sus padres a su edad ya disponían de un riqueza de entre 100.000 y 200.000 euros.
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Sinceramente, viviendo en Países Bajos, prefiero un país con pequeños rentistas como España que uno con grandes rentistas como Países Bajos. La separación entre el casero y el inquilino es demasiada y, aunque la ley neerlandesa suele defender mucho al inquilino, las empresas de alquileres tienen los recursos suficientes para luchar cada petición. Además de todo esto, la falta de vivienda les da aún más poder para subir el precio del alquiler. Con pequeños rentistas és más difícil establecer un monopolio.
En un país ideal, però, creo que la mayoría de gente debería tener acceso a comprar una vivienda y el alquiler tendría un papel secundario para gente que aun no se consideran ellos mismos lo suficientemente estables para comprar. En España ya compramos bastante nuestra vivienda pero obviamente no lo suficiente.