El viernes una anciana fue dada por muerta en un hospital de la Isla y trasladada al tanatorio de Palma, donde los empleados detectaron que se movía. De hecho, la ‘difunta’ no estaba muerta y tras el susto inicial fue trasladada de nuevo al centro médico. Se trata de un asunto muy grave que ha obligado a la conselleria de Salut a cambiar el protocolo de actuación en estos casos. Lo que está claro es que un error médico de este calibre no puede volver a repetirse y también las autoridades sanitarias, que ya han abierto una investigación preliminar, deben depurar responsabilidades porque un facultativo firmó una defunción que, en realidad, no era tal. La familia de la supuesta fallecida fue informada del fatal desenlace y horas después les comunicaron que seguía viva. La versión oficial apunta a que la señora estaba clínicamente muerta y con la tensión muy baja, lo que provocó que los médicos confundieran su estado. La anciana, de más de 80 años, no respondía a los estímulos y presentaba un cuadro de Glasgow nivel 3 que indica que hay una lesión cerebral muy importante y ausencia total de conciencia.