
Kevin, un estadounidense que decidió establecerse en Valencia ha captado la atención de miles de usuarios en TikTok a través de su cuenta @abroadinvalencia, desde donde comparte reflexiones sobre los contrastes culturales entre su país natal y España. Y, en uno de sus últimos videos, explica una curiosa diferencia entre ambos lugares que, a primera vista, podría pasar desapercibida: el tamaño de los frigoríficos.
“He estado pensando en cómo los frigoríficos en Valencia son mucho más pequeños que en los Estados Unidos”, comenta Kevin al inicio de su video, antes de profundizar en cómo algo tan cotidiano como una nevera puede ilustrar las diferencias culturales y de estilo de vida entre ambas naciones. “Creo que es un muy buen ejemplo de cómo todo en tu vida está conectado”, añade.
Desde su perspectiva, la clave para entender esta diferencia radica en el acceso inmediato a alimentos frescos y la estructura de las ciudades. Kevin explica que en España no siente la necesidad de tener un frigorífico grande, ya que la proximidad de los comercios facilita un estilo de compra más cotidiano y menos dependiente del almacenamiento a largo plazo. “Aquí no necesito un frigorífico grande porque tengo un supermercado, una frutería y un mercado a minutos de mi casa. Podría entrar, comprar algo y estar de vuelta antes de que hierva una olla de agua”, señala.
Este contraste se hizo especialmente evidente para Kevin al recordar su vida en Estados Unidos, donde la experiencia de ir al supermercado era muy distinta: “Ir al supermercado era todo un evento. Solía pasar toda la mañana del sábado planificando una lista, haciendo un presupuesto, buscando cupones, conduciendo hasta allí, comprando todo, regresando y guardando las compras”. “Perdía todo un sábado”, apostilla.
La distancia entre el hogar y los supermercados en gran parte del territorio estadounidense es uno de los factores decisivos que, según Kevin, marcan estas diferencias. “Si olvidaba algo, no tenía tiempo para regresar a la tienda. Eso implicaba unos cuarenta kilómetros de ida y vuelta”, asegura. Por esta misma razón, las familias en áreas rurales suelen depender de grandes frigoríficos e incluso de varios aparatos de almacenamiento. “Sé que muchas familias en los Estados Unidos necesitan varios frigoríficos, especialmente si viven en áreas rurales, porque no pueden ir al supermercado con frecuencia. Van cada once días, catorce días o incluso una vez al mes”, afirma.
Kevin también señala cómo este hábito de compra influye directamente en la dieta y nutrición: “Dependen de alimentos enlatados y grandes frigoríficos para sobrevivir durante el mes”. En contraste, resalta las ventajas de vivir en Valencia, donde puede acceder a los alimentos con facilidad. “Estoy muy agradecido de vivir en un lugar donde puedo conseguir productos frescos y locales sin perder todo mi fin de semana”, concluye.
La reflexión de Kevin no solo invita a comparar las costumbres alimenticias de ambos países, sino que pone de relieve el impacto de la planificación urbana y las infraestructuras en la vida cotidiana. Según su testimonio, vivir en una ciudad diseñada para tener servicios esenciales a corta distancia no solo mejora la calidad de vida, sino que también fomenta hábitos de consumo más sostenibles y saludables al priorizar alimentos frescos frente a los procesados.