El todavía director de Economía del Banco de España, Ángel Gavilán, se despide de la institución con un mensaje de alerta sobre la economía: el motor económico del consumo privado ha empezado a caer y la inversión no se recupera.

Era la última comparecencia de Gavilán para presentar la revisión de las perspectivas económicas tras su polémica dimisión por supuestas desavenencias con el Gobernador, José Luis Escrivá, pero el responsable de Economía evitó entrar en ese tema.

Ni corroboró la versión de Escrivá del día anterior en el Congreso, de que es un fin de ciclo, ni el enfrentamiento por el último informe económico. Incluso no le ha molestado que el responsable del banco adelantara un día los datos de su presentación.

Frente a los mensajes triunfalistas del Gobierno en economía y pese a que las tasas de crecimiento trimestral aguantan entre el 0,5% y el 0,6%, todo parece indicar que la desaceleración se adelantará a este segundo trimestre ante la caída de la confianza de los consumidores y la incertidumbre de los aranceles, que ya se deja notar.

El resultado de todo ello, “que ya adelantó ayer el Gobernador”, recordó Gavilán en varias ocasiones, es un recorte de tres décimas en el crecimiento al 2,4%, una tasa robusta en comparación con la UE, pero con unos síntomas muy claros de que todo puede ir a peor a partir de ahora.

Es más, si las condiciones no mejoran y la presión de los aranceles se acrecienta, el crecimiento del PIB puede caer más de un punto en 2026 y 2027, que aunque sea un dato positivo, certificaría una tendencia muy preocupante.

Las previsiones revisadas del Banco de España auguran un buen comportamiento de la inflación, que se contendrá en el 2,4% y a la baja, por las menores tensiones de los alimentos y la energía un 30% más barata que en Europa.

Frente a ello, se prevén aumentos salariales medios en los convenios colectivos nuevos del 3,4%, más altos en los servicios que en la industria, que hacen repuntar los costes laborales unitarios y mejoran el poder adquisitivo de los trabajadores.

Aún así, Gavilán ha advertido que hay un descenso claro de las decisiones de gasto de los consumidores, sobre todo en productos que vengan de EEUU, y un freno en las iniciativas de inversión de las empresas.

Ni coches, ni muebles

Los datos del banco demuestran que los ciudadanos españoles siguen mantiendo una preferencia muy superior a gastar dinero en viajes y turismo, y relegar sus decisiones sobre compra de coches o de artículos del hogar.

La industria adelantó sus decisiones de compra de productos a EEUU en el primer trimestre, que se dispararon hasta un 35%, pero ahora que está a punto de cerrarse el periodo de 90 días que dio Trump, las perspectivas empeoran de forma notable.

“La incertidumbre ya no solo es en el ámbito comercial, sino en todos los demás componentes del área económica”, advirtió Gavilán. “No sabemos qué va a pasar con la incertidumbre, ni cómo van a reaccionar a ello los mercados y las empresas”, sentenció.

Hay elementos que hacen pensar que la inversión puede mejorar en 2025, sobre todo de la mano de la construcción de viviendas nuevas, pero con unos claros riesgos a la baja por el final del efecto de los fondos UE.

Ese empeoramiento no se podrá compensar con el mayor gasto en defensa del Gobierno, cuyos efectos no ser verán hasta 2027-2028. Para este año y el que viene, los banqueros europeos apenas esperan un efecto de siete décimas en la UE, centradas en Alemania.

Las exportaciones tampoco podrán mejorar a medio plazo porque se van a dejar notar los efectos en los mercados europeos, que son los principales clientes de España.

La caída del precio del petróleo se considera buena por los economistas del supervisor bancario, pero solo para la inflación, no para el resto de la economía.

Incluso en las exportaciones de servicios, con el turismo como punto fuerte, se nota que la tasa de crecimiento de los tres primeros meses del año pasado fueron mucho mayores que este año.

Lo más llamativo de las previsiones del banco está en el fuerte repunte de la inflación en 2017, por el aumento del coste de los derechos de emisión que prevé la normativa comunitaria.