En pleno verano, cuando el sol aprieta y las temperaturas alcanzan sus cotas más altas, los bosques se convierten en auténticos refugios: sus frondosas capas ofrecen una sombra fresca y la humedad del suelo rebaja varios grados la sensación térmica. Estas masas verdes se convierten en verdaderos oasis naturales donde refugiarse del calor, además de ser escapadas perfectas para pasar una tarde de desconexión.

En este contexto, en pleno corazón de la comarca de Liébana, el Monte Corona alberga uno de los tesoros naturales más sorprendentes de España: un bosque de secuoyas rojas que supera los 40 metros de altura y reúne cerca de 850 ejemplares en tan solo 2,5 hectáreas. Declarado Monumento Natural en 2003 por el Gobierno de Cantabria, este enclave atrae a cerca de 200.000 visitantes al año, lo que ha empezado a pasar factura al sustrato y a la corteza.

En este sendero de apenas dos kilómetros de recorrido podrás disfrutar de los árboles más altos de Europa, un espectáculo único para la vista. La ruta arranca junto a la CA‑135, en la entrada norte de Cabezón de la Sal, y atraviesa pasarelas de madera y miradores que ofrecen vistas privilegiadas. El camino es perfecto para realizarlo en familia y además es accesible para personas con movilidad reducida.

Sobre las secuoyas

Las secuoyas del Monte Corona fueron plantadas en la primera mitad del siglo XX en el marco de la Ley del Plan General de Repoblación de 1926, que promovía especies de rápido crecimiento en suelos baldíos de la región cántabra. No obstante, esta especie es originaria de América, concretamente de los bosques de California y Oregón, pero no llegó a Europa hasta mediados del siglo XIX como árbol ornamental en varios jardines y parques.

En 1942 se constituyó el Consorcio del Monte Corona para gestionar la ordenación de estas masas forestales con el objetivo de reducir la dependencia de las importaciones de madera. A lo largo de las décadas, las secuoyas se adaptaron perfectamente al clima del norte de España, favorecidas por las condiciones húmedas y templadas de la región cantábrica. La popularidad del bosque se disparó a partir de 2017, convirtiéndose en una de las rutas de senderismo más originales de España.

Con sus copas piramidales y su portentoso crecimiento, estas secuoyas son aún jóvenes si se comparan con los ejemplares de 115 metros de California. Sin embargo, su singularidad en el paisaje europeo las convierte en un reclamo invaluable que las autoridades y la sociedad local deben proteger para que las futuras generaciones puedan seguir disfrutando bajo su sombra milenaria.