La transición energética en España tiene una fecha límite que no da tregua: 2030. Para entonces, el país debe haber desplegado un sistema eléctrico más robusto, digitalizado y capaz de integrar la avalancha de renovables y nuevas demandas que vienen de la mano del hidrógeno, los regadíos electrificados y la movilidad eléctrica. Pero los grandes operadores del sector coinciden en algo: sin un esfuerzo inversor masivo en redes y un marco regulatorio ágil, España corre el riesgo de quedarse rezagada.

Así lo advirtieron este martes directivos de Endesa, Red Eléctrica, Enagás, Iberdrola y Cuerva en la primera mesa del III Foro de Transición Energética organizado por El Periódico de la Energía. La palabra más repetida: capacidad. La más temida: tiempo.

José Manuel Revuelta, director general de infraestructuras y redes de Endesa, alertó de que el sistema se enfrenta a una demanda creciente e imprevisible, con solicitudes de conexión que en algunos casos superan en más del doble la capacidad actual de la red de transmisión.

Incremento en inversiones

Revuelta señaló que, aunque en los últimos años las distribuidoras han incrementado sus inversiones hasta un 45%, el problema no es solo de voluntad inversora, sino también de rentabilidad regulatoria y trámites administrativos que retrasan la puesta en marcha de nuevas infraestructuras. “Podemos plantear planes de inversión muy potentes, pero si los permisos se alargan siete o diez años, no llegaremos a tiempo”, advirtió.

Luis Velasco, director de desarrollo de instalaciones de Red Eléctrica, puso cifras al reto: la capacidad inversora de la compañía ha pasado de 500 a 1.500 millones de euros anuales en apenas unos ejercicios, y la nueva planificación 2025-2030 prevé un incremento del 62% en inversiones.

El gran cuello de botella, sin embargo, no está solo en el dinero, sino en los plazos. Velasco denunció que los procedimientos administrativos se han dilatado hasta los diez años en algunos proyectos, lo que hace inviable cumplir los objetivos de descarbonización sin una profunda simplificación normativa. “Si mantenemos el ‘statu quo’, no llegaremos a 2030”, recalcó.

Seguridad de suministro

La transición energética no será solo eléctrica. Así lo defendió Mayte Nonay, directora de Estrategia de Enagás, quien subrayó que el gas natural seguirá siendo un apoyo esencial en la seguridad de suministro, pero que el verdadero salto vendrá con los gases renovables y el hidrógeno verde.

“España puede convertirse en un hub de referencia mundial en hidrógeno”, aseguró, al recordar que el corredor H2Med ya suma más de cuarenta empresas adheridas. Para ello, es clave desplegar una red de transporte específica que conecte zonas de generación renovable con polos de demanda industrial y con el resto de Europa.

Gregorio Relaño, director de planificación y regulación de redes en Iberdrola, defendió que la electrificación masiva requiere un esfuerzo inversor sin precedentes. “Necesitamos más redes, y para eso hay que levantar los límites legales a la inversión”, afirmó.

Aunque reconoció el valor de la flexibilidad —mecanismos que permiten a los clientes conectarse antes a la red gestionando su consumo—, insistió en que no puede considerarse una alternativa al refuerzo físico de infraestructuras. “En Reino Unido apenas ha supuesto un 3% de ahorro frente a incrementos del 200% en inversión. Es complementaria, no sustitutiva”, subrayó.

Tarifas

En la misma línea, Juan Guerrero, director de regulación y estrategia de Cuerva, valoró los avances en conexiones flexibles, pero advirtió que el desarrollo normativo es insuficiente y demasiado lento. “Hay dudas básicas sin resolver: ¿estas conexiones tendrán tarifas específicas? ¿serán permanentes o temporales? Sin esas respuestas, la flexibilidad no será efectiva a tiempo”, explicó.

Guerrero reclamó aprovechar la capacidad ociosa existente en muchas redes locales mediante modelos más innovadores, como las conexiones por franja horaria. “Podrían resolver problemas inmediatos mientras se construyen nuevas infraestructuras”, defendió.

El diagnóstico de todos los ponentes es claro: España necesita más inversión, más rapidez y más certidumbre regulatoria. Las redes eléctricas y gasistas serán la columna vertebral de un sistema que debe integrar renovables, habilitar el hidrógeno y electrificar industrias y hogares.