España ha pisado el acelerador este año en su transición hacia la movilidad eléctrica. Las ventas de vehículos electrificados —eléctricos puros e híbridos enchufables— se duplican mes a mes y ya suponen más de uno de cada diez coches matriculados. Sin embargo, este impulso llega con retraso respecto a los objetivos marcados por Bruselas. Para cumplir con las metas del Fit for 55 y alcanzar la reducción del 55% de emisiones en 2030, el mercado español debería vender más de 200.000 unidades adicionales en apenas dos meses y medio.
La Unión Europea aprobó en 2021 el paquete legislativo Fit for 55, un conjunto de medidas vinculantes que obliga a los Estados miembros a reducir en al menos un 55% sus emisiones netas de CO2 y gases de efecto invernadero para 2030, en comparación con los niveles de 1990.
En 2023, las instituciones comunitarias dieron un paso más al fijar el fin de la venta de coches nuevos de combustión —gasolina y diésel— para 2035, con el objetivo de acelerar la descarbonización del transporte en el continente.
Ese mismo año, la principal patronal de fabricantes en España, Anfac, publicó una hoja de ruta con hitos para que España pudiese cumplir con los objetivos Fit for 55 y que se encontraban también dentro del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030. La publicación marcaba que el incremento de ventas de vehículos eléctricos debía haber seguido una tendencia ascendente, siempre superando las ventas del año anterior, entre un 30% y 60%, y creciendo siempre a doble dígito.
Sin embargo, el mercado se ha estrellado contra el muro de realidad. Las ventas entre 2023 y 2024 crecieron apenas un 12%, hasta las 113.776 unidades, y entre el año pasado y este, un decepcionante 1,9% con 115.932 turismos. En contraste, según los objetivos planteados para el Fit for 55, el mercado español debió haber cerrado ejercicio pasado en las 280.000 unidades.
Las causas de este freno en seco son variadas. Por un lado, la oferta de los fabricantes de coches de vehículos eléctricos comenzó a concentrarse en un inicio en los modelos de alta gama, menos accesibles al consumidor. Pero por otro, los incentivos estatales para la compra de vehículos electrificados estuvieron parados medio año en 2024, que incluso provocó la dimisión del entonces presidente de Anfac y exCEO de Seat, Wayne Griffiths.
El Plan Moves, pese a las trabas burocráticas que la industria lleva tiempo denunciando, ha supuesto un importante estímulo para el mercado. Su impacto ha sido especialmente visible este año, con el agotamiento de los fondos en nueve comunidades autónomas, algunas de las cuales han llegado a triplicar las ventas de vehículos electrificados.
Las matriculaciones de vehículos híbridos enchufables y eléctricos han aumentado un 98% interanual en España entre enero y septiembre. Sin embargo, el mercado continúa muy por debajo de los objetivos marcados por la Unión Europea. Para mantener la senda del Fit for 55, España debería cerrar 2025 con 372.000 unidades vendidas, pero por ahora apenas ha alcanzado el 42,7% de esa meta. Además, las ventas de modelos enchufables tendrían que multiplicarse por cinco de aquí a 2030, hasta alcanzar las 787.800 unidades anuales, según las estimaciones de Anfac.
Otro ambicioso objetivo planteado en el PNIEC ha sido el de “disponer de un parque de vehículos eléctricos de 5,5 millones”. Sin embargo, el volumen de vehículos electrificado, es decir, incluyendo a los híbridos enchufables, circulando por las carreteras españolas a cierre de 2024 era de 456.141 unidades, según las cifras publicadas por Ideauto con la base de datos de la DGT. Esto supone el 1,7% del total del parque.
Contando las matriculaciones registradas hasta septiembre, el parque español suma 614.885 vehículos electrificados. Para alcanzar el objetivo fijado por el Gobierno —que engloba tanto eléctricos puros como híbridos enchufables, ya que la DGT los agrupa bajo la etiqueta Cero—, sería necesario matricular cerca de un millón de unidades al año de ambas tecnologías.
La mitad de puntos de recarga
Otro factor clave que ha frenado la decisión de compra de muchos españoles en los últimos años es el lento despliegue de la infraestructura de recarga. Como en una pescadilla que se muerde la cola, la falta de puntos de carga suficientes alimenta la desconfianza en la autonomía de los vehículos, y ese temor a quedarse “tirado” en mitad de la carretera ha terminado por lastrar las ventas de eléctricos.
Asimismo, en cuanto a objetivos de infraestructura de recarga se refiere, España se ha quedado a medio camino. Hasta el tercer trimestre de 2025 se contabilizaban 52.107 sitios para cargar un coche eléctrico, según el último barómetro de electromovilidad de Anfac, un 57% del objetivo de 91.000 que planteó la asociación hace dos años para ir en línea con la normativa europea.
Además, desde el tema de calidad de los puntos, el 31% de la infraestructura de carga contaba con potencias superiores a los 22 KW, cuando el objetivo de la asociación era del 47% para 2025. En su propuesta, Anfac planteó también que al final de la década debería estar operativos 300.000 puntos de carga, lo que significa multiplicar por más de cinco la red actual.
Los fabricantes se echan para atrás
La ralentización del mercado de los vehículos eléctricos no es exclusiva de España, aunque el país se sitúe todavía por debajo de la media de la UE en los indicadores de electromovilidad. El mercado de automóviles de batería sigue todavía por debajo de lo esperado por los mismos fabricantes. Los coches eléctricos puros representan hasta agosto el 16% del total de matriculaciones, cuatro puntos debajo del objetivo marcado este año por la patronal europea ACEA.
Este desfase ha llevado a los grupos europeos a pedir a la Comisión Europea que modifique los objetivos de descarbonización para 2035 que exigen que no se vendan más coches de combustión, argumentando que la realidad “ha cambiado drásticamente”.
Individualmente, los fabricantes comienzan a replantear sus estrategias de producto, posponiendo o cancelando la producción de modelos eléctricos puros, como ha hecho Ford y GM, que ha anunciado recientemente que ha registrado un impacto de 1.600 millones de dólares por este cambio. O Mercedes-Benz, que han cancelado su objetivo de vender solo coches eléctricos en 2030, y Stellantis, que ha desechado el plan de su anterior CEO, Dare Forward 2030, con el que quería alcanzar la neutralidad en carbono para el año 2038.