a qué hora cambiamos al horario de invierno en España, hoy en directo

Más allá de las consecuencias para la salud que recoge el estudio, la experta también apunta otros problemas como “las alteraciones del sueño, del apetito y del estado de ánimo, que se producen los primeros días, y que afectan especialmente a personas con horarios muy estructurados”.

Por otro lado, “lo positivo es que el horario de invierno está más alineado con la luz solar: amanecemos antes y recibimos más luz por la mañana, algo que favorece la regulación natural del reloj biológico. Por tanto, es el horario más saludable de los dos que tenemos en España”.

El estudio norteamericano arroja una conclusión que, según María José Martínez Madrid, experta en medicina del sueño y ritmos circadianos, CEO y fundadora de Kronohealth e investigadora en Ciberfes, viene a confirmar algo que la cronobiología está observando desde hace años: “Los cambios de hora dos veces al año provocan una cronodisrupción (desajuste entre nuestro reloj biológico y el entorno), y ese desajuste repercute en la salud”.

Ese cambio, aunque sea solo de una hora, tiene efectos medibles: “Durante los días siguientes se incrementan los accidentes de tráfico, los problemas cardiovasculares y el malestar general”, asegura la doctora quien, por otro lado, reconoce que “este nuevo trabajo añade un aspecto clave relacionado con la cronicidad: cuando ese desajuste se mantiene en el tiempo, puede contribuir a un mayor riesgo de obesidad y enfermedad cerebrovascular”.

En esta misma línea, Martínez recalca que un sistema que nos obliga a vivir permanentemente desajustados del sol está asociado a un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, depresión y enfermedades cardiovasculares, debido a la cronodisrupción crónica que conlleva. “Nuestro cuerpo no se adapta completamente a los cambios de hora ni a los horarios sociales tan tardíos, y eso genera un estrés biológico sostenido que, con el tiempo, pasa factura”, aclara.

Más allá de los típicos comentarios acerca de lo mucho que nos cuesta levantarnos por las mañanas, o de lo pronto que se hace de noche, existe un enfoque mucho más relevante, y que tiene que ver con cómo nos afectan estos ajustes horarios a nuestra salud.

No son pocos los estudios científicos que se han ocupado en los últimos años de este asunto. Uno de los más recientes es el impulsado por la Universidad de Stanford. Sus autores sugieren que modificar los relojes dos veces al año altera los ritmos circadianos y aumenta el riesgo de ictus y obesidad.

Un año más, llega a nuestra lista de temas controvertidos, el cambio de hora. En esta ocasión, el ajuste (o desajuste, según si la persona está a favor o en contra) tendrá lugar la madrugada del 26 de octubre. Esa noche habrá que atrasar el reloj una hora, a las 03:00 serán las 02:00 (en las Islas Canarias, a las 02:00 horas serán las 01:00 horas), por lo que ese día tendrá una duración oficial de veinticinco horas, según se recoge en el Boletín Oficial del Estado (BOE).

El Gobierno español ya ha dejado clara su posición: quiere acabar con los cambios horarios bianuales y quedarse con un horario estable durante todo el año. Sin embargo, la decisión final depende de una resolución conjunta del resto de países. Mientras tanto, Europa seguirá moviendo las manecillas dos veces al año, al menos hasta 2026, cuando vence el actual marco legal.

Con la entrada en vigor del horario de invierno, los amaneceres llegarán antes y los días parecerán más cortos. Las tardes se oscurecerán progresivamente, marcando la transición hacia los meses más fríos del año y anticipando el solsticio de invierno, que este 2025 se producirá el 21 de diciembre.

Aunque el cambio de hora puede parecer algo anecdótico, los expertos en cronobiología advierten de sus efectos en el descanso y el rendimiento. El paso al horario de invierno, al atrasar los relojes, suele afectar menos que el de primavera, cuando se adelantan y se “pierde” una hora de sueño. No obstante, el cuerpo humano necesita entre dos y tres días para reajustar su reloj interno.

Además, el impacto se nota especialmente en colectivos como los niños o las personas con turnos laborales nocturnos. Los estudios más recientes apuntan a que estos pequeños desajustes pueden alterar el sueño, el apetito y el estado de ánimo, aunque la mayoría de las personas se adapta sin grandes complicaciones.

Ahora, el propio Pedro Sánchez ha reavivado el debate. El presidente del Gobierno propondrá este lunes ante el Consejo Europeo acabar con el cambio horario estacional a partir de 2026, defendiendo que “ya no tiene sentido” y que los supuestos beneficios en materia energética son prácticamente nulos. “La ciencia nos dice que no supone un ahorro real, y sí altera los ritmos biológicos dos veces al año”, señaló en un vídeo difundido en su cuenta oficial de X.

El cambio de hora no es una decisión exclusiva de España, sino una práctica compartida por la mayoría de los países europeos. Su origen se remonta a hace décadas, con la intención de aprovechar mejor la luz solar y reducir el consumo energético. Sin embargo, el paso del tiempo y las nuevas formas de vida han puesto en duda su efectividad.

De hecho, la Comisión Europea lleva años estudiando si debe mantenerse o eliminarse esta costumbre. En 2019, el Parlamento Europeo aprobó una propuesta para que cada Estado miembro decidiera si quería conservar el cambio o quedarse de forma permanente con uno de los dos horarios, pero el asunto quedó en pausa por falta de consenso.

Cada otoño en España llega la misma pregunta: cuándo se cambia la hora y si ese fin de semana dormiremos más o menos. La tradición de mover las agujas del reloj sigue viva en nuestro país, pese a que cada año el debate sobre su continuidad vuelve a abrirse tanto en Bruselas como en Madrid.

El cambio de horario encuentra su origen en la Primera Guerra Mundial, aunque no comenzó a instaurarse de manera masiva hasta la primera crisis del petróleo durante la década de los 70. Esta adaptación del horario permitía hacer un mejor uso de la luz del sol y reducir el consumo de electricidad considerablemente.

Según diversos organismos, el ahorro en iluminación conseguido actualmente por el cambio horario se encuentra aproximadamente en un 5% del total, lo que equivaldría a unos 300 millones de euros. De esta cantidad, unos 210 millones pertenecen al ahorro generado en el sector industrial, mientras que los 90 millones restantes se producen en los hogares domésticos. Y es que no deja de ser asunto que genera diversidad de opiniones cada vez que acontece.

Esta práctica, que busca aprovechar mejor la luz natural y ahorrar energía, se implementa desde 1974, y forma parte de la normativa europea desde 1980. Sin embargo, son muchos los que no están de acuerdo con este sistema horario, pues España se encuentra en una longitud diferente al centro de Europa.

¡Y listo! Ya ha comenzado el horario de invierno.

Han pasado 20 minutos desde el cambio, y lo que antes eran las 3:20, ahora son las 2:20. En Canarias, como siempre, una hora menos: la 1:20.

¡Ahora sí! ¡Damos la bienvenida al horario de invierno ahora mismo!

Como por arte de magia, han vuelto a ser las 2 de la madrugada (el reloj se ha retrasado una hora) y, con ello, inauguramos oficialmente el horario de invierno.

Una hora más para dormir, descansar o seguir la noche un poquito más.

¡Ahora sí que sí, queda muy poquito!

En apenas 20 minutos, a las 3:00 horas de la madrugada, daremos la bienvenida al horario de invierno.

¡El reloj se retrasará una hora y volverán a ser las 2!

En Canarias, cuando aquí sean las 3 (de nuevo las 2), allí serán la 1.

Recordemos que este domingo 26 de octubre de 2025 se producirá el cambio al horario de invierno. En la península, a las 03:00 horas los relojes deberán retrasarse hasta las 02:00, mientras que en Canarias pasarán de las 02:00 a la 01:00.

Esto significa que ese domingo tendrá oficialmente 25 horas, lo que se traduce en una hora extra de descanso y, para muchos, la única noche del año en la que se puede dormir más sin remordimientos.

Desde que la Comisión Europea propusiera en 2018 suprimir el cambio de hora, el proceso se ha mantenido estancado. Aunque el Parlamento Europeo votó a favor de eliminarlo en 2019, fijando 2021 como posible fecha de implementación, el Consejo Europeo aún no ha alcanzado un acuerdo definitivo.

Ahora se baraja 2026 como un posible punto de inflexión, pero todo dependerá del consenso entre los Estados miembros, divididos entre mantener el horario de verano o el de invierno. En España, el debate sigue abierto, alimentado por el impacto que el cambio tiene en la salud, los ritmos biológicos y el desfase horario respecto a su posición geográfica.

La eliminación del cambio de hora bianual suscita tanto opiniones favorables como críticas entre ciudadanos, sectores económicos y expertos en salud, quienes argumentan que el ajuste afecta a los ritmos biológicos y podría tener consecuencias para la productividad y la salud pública. Las autoridades europeas, conscientes de estos debates, deberán equilibrar los beneficios y las posibles repercusiones de adoptar un horario fijo, una vez que se alcance el consenso necesario para implementar el cambio en toda la Unión Europea.

El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) estima que el ahorro en iluminación podría alcanzar un 5%, lo que equivale a unos 300 millones de euros anuales. El problema está en que, como informaron el año pasado desde Europa Press, el último estudio realizado data de 2015, cuando ciertas tecnologías como las bombillas LED o los sistemas de autoconsumo energético no gozaban de la implantación que tienen hoy en día.

Sin embargo, el hecho de adaptarse a un huso horario que no corresponde con el territorio geográfico y realizar dos cambios de hora al año puede responder a otras necesidades, como aseguran desde el Observatorio Astronómico de Madrid. Principalmente, para sincronizar los relojes con los países vecinos, lo que tiene importantes ventajas en términos económicos y de comercio.

En la Unión Europea, el cambio horario es obligatorio por directiva comunitaria, con el objetivo de aprovechar mejor la luz solar y reducir el consumo energético. También en Estados Unidos se aplica el llamado Daylight Saving Time (DST), aunque con fechas distintas y excepciones como Arizona o Hawái, que no participan en el ajuste.

Otros países, como Turquía o Rusia, han tomado decisiones radicales. Turquía decidió en 2016 mantenerse de forma indefinida en horario de verano, pese a la oposición de su Consejo de Estado. En Rusia, tras eliminar los cambios horarios en 2011 bajo el mandato de Medvedev, el descontento social llevó a restablecer un horario fijo de invierno en 2014 durante el gobierno de Putin, ya que la oscuridad matinal resultaba insoportable para muchos ciudadanos.

Mientras tanto, en América Latina, el cambio de hora no está tan generalizado. Algunos países lo aplican ocasionalmente como medida de emergencia o eficiencia energética, y no siempre en franjas de una hora completa, sino también de media hora. En regiones como China, con un solo huso horario para todo su vasto territorio, o con zonas del mundo que operan con desfases de 15 o 45 minutos, el reloj global demuestra su diversidad.

Aunque el cambio de hora pueda parecer una simple alteración en el reloj, sus efectos se reflejan directamente en nuestra piel y cabello. Según expertos como Pedro Catalá, cosmetólogo y fundador de Twelve Beauty, y Laura Izquierdo, facialista de Izba Nature, este ajuste horario altera la producción de melatonina, desajusta el sueño y provoca consecuencias visibles: piel deshidratada, sin elasticidad, más propensa a arrugas, y cabello más fino o con mayor caída.

Durante los primeros días tras el cambio horario, el cuerpo sufre una especie de jet lag interno, afectando la regeneración celular que ocurre mientras dormimos.

El cabello tampoco se libra. Adolfo Remartínez, de Nuggela & Sulé, explica que la clave para reforzar el pelo está en la nutrición: vitaminas del grupo B, zinc, hierro o ingredientes como quinoa, levadura de cerveza o cebolla pueden marcar la diferencia.

La Sociedad Española de Sueño advierte que estos desajustes pueden afectar la salud: alteraciones del sueño, irritabilidad, falta de energía, e incluso riesgos cardiovasculares a largo plazo. Para minimizar estos efectos y facilitar la transición, los expertos recomiendan cinco estrategias sencillas pero efectivas:

Aprovecha la luz natural: Sal a caminar o realiza actividades al aire libre durante el día para activar tus ritmos circadianos. Evita pantallas y luces intensas por la noche. Ajusta tu rutina poco a poco: Adelanta tu hora de acostarte y levántate ligeramente antes en los días previos para que el cuerpo se adapte gradualmente. Reprograma tus comidas: Ajustar el horario de las comidas puede ayudar a estabilizar el metabolismo y reforzar la nueva rutina. Evita estimulantes al final del día: Reduce el consumo de cafeína y alcohol por la tarde para favorecer un sueño más profundo y reparador. Crea un ambiente propicio para dormir: Mantén tu dormitorio oscuro, fresco y libre de distracciones tecnológicas.

Al debate del cambio de hora, se suma una creciente confrontación entre disciplinas científicas. Mientras que cronobiólogos y médicos alertan sobre los efectos negativos en el sueño y la salud, físicos como Jorge Mira (Universidad de Santiago de Compostela) y José María Martín Olalla (Universidad de Sevilla) defienden con firmeza el sistema actual. Ambos argumentan que el cambio de hora permite adaptar nuestra vida social a la luz solar, mitigando el desfase estacional natural del planeta. “No entendemos cómo sociedades médicas pueden afirmar que el cambio horario es una distorsión y, en su lugar, proponer un horario fijo, que generaría una distorsión mucho mayor”, sostiene Mira.

Según estos expertos, mantener la hora fija todo el año generaría más problemas que soluciones. Además, subrayan que este debate está condicionado por sesgos de área: “Los físicos lo vemos bastante claro, pero en otras disciplinas hay más resistencia”, explica Mira. Y añade que “La mayoría de la población apenas nota el cambio. Es como trasnochar una hora un día. Quien sea más sensible, puede prepararse gradualmente, pero eliminarlo del todo traería distorsiones mayores que las que ya conocemos”.

El objetivo principal de esta medida es aprovechar mejor la luz natural por las tardes y reducir el uso de energía artificial. Sin embargo, su impacto real en el consumo energético sigue siendo cuestionado por algunos expertos. A nivel europeo, se han planteado propuestas para eliminar estos cambios de horario, pero la falta de acuerdo entre los Estados miembros ha impedido su implementación.

Para evitar los efectos negativos del ajuste, se recomienda adaptar el sueño de forma progresiva, limitar el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarse y pasar tiempo al aire libre durante la mañana.

Por el momento, el cambio de hora, instaurado en la UE en 1980 con el objetivo de ahorrar energía, continuará aplicándose. La última revisión de la normativa data de 2001, donde se estipula que el ajuste al horario de verano se realiza el último domingo de marzo, mientras que el retorno al horario de invierno tiene lugar el último domingo de octubre. Esta normativa asegura la uniformidad en el mercado europeo, aunque ahora queda en manos de los líderes europeos decidir si el ajuste de los relojes pasará definitivamente a la historia.

La eliminación del cambio de hora bianual suscita tanto opiniones favorables como críticas entre ciudadanos, sectores económicos y expertos en salud, quienes argumentan que el ajuste afecta a los ritmos biológicos y podría tener consecuencias para la productividad y la salud pública. Las autoridades europeas, conscientes de estos debates, deberán equilibrar los beneficios y las posibles repercusiones de adoptar un horario fijo, una vez que se alcance el consenso necesario para implementar el cambio en toda la Unión Europea.

De todos estos efectos positivos nos aprovechamos la mayoría, pero especialmente, los niños, los adolescentes y las personas mayores, ya que, son los colectivos más vulnerables. “Los niños tienen un sistema circadiano más inmaduro; los adolescentes poseen un reloj biológico que tiende naturalmente a ser más vespertino; y las personas mayores, cuentan con un sistema circadiano más frágil y menos capaz de adaptarse a cambios”, asevera la experta.

Además, considera que “las personas con trastornos del sueño, depresión estacional o aquellas que trabajan a turnos son también más propensas a los desajustes horarios”.

La razón principal por la que la Martínez defiende la permanencia en el horario invernal es que “nuestro organismo está diseñado para funcionar con la luz del día. Esta sincroniza los ritmos hormonales, la temperatura corporal, el metabolismo y el sueño”.

“Cuando vivimos en un horario que no coincide con el sol, como ocurre en España, donde estamos permanentemente desplazados una hora respecto a nuestro huso natural, nos acostamos más tarde, dormimos menos y rendimos peor”, asevera.

De modo que, “cuanto más cerca esté nuestra rutina diaria del horario solar, más estable y saludable será nuestro reloj biológico, y eso se traduce en mejor sueño, mejor metabolismo y menor riesgo cardiovascular”, concluye.

El ajuste estival suele tener un más impacto más negativo, porque “nos obliga a despertarnos y a empezar la jornada con oscuridad durante semanas, reduciendo la exposición a la luz matinal, que es el principal sincronizador de nuestro reloj interno. Y nos expone a luz natural hasta muy tarde, lo que retrasa nuestro momento de ir a dormir”, describe Martínez.

En cambio, “el horario de invierno nos alinea mejor con el ciclo solar. Por eso, desde la cronobiología y las sociedades de sueño, recomendamos mantener todo el año el horario de invierno y eliminar los cambios estacionales”, sostiene la experta.

Más allá de las consecuencias para la salud que recoge el estudio, la experta también apunta otros problemas como “las alteraciones del sueño, del apetito y del estado de ánimo, que se producen los primeros días, y que afectan especialmente a personas con horarios muy estructurados”.

Por otro lado, “lo positivo es que el horario de invierno está más alineado con la luz solar: amanecemos antes y recibimos más luz por la mañana, algo que favorece la regulación natural del reloj biológico. Por tanto, es el horario más saludable de los dos que tenemos en España”.

El estudio norteamericano arroja una conclusión que, según María José Martínez Madrid, experta en medicina del sueño y ritmos circadianos, CEO y fundadora de Kronohealth e investigadora en Ciberfes, viene a confirmar algo que la cronobiología está observando desde hace años: “Los cambios de hora dos veces al año provocan una cronodisrupción (desajuste entre nuestro reloj biológico y el entorno), y ese desajuste repercute en la salud”.

Ese cambio, aunque sea solo de una hora, tiene efectos medibles: “Durante los días siguientes se incrementan los accidentes de tráfico, los problemas cardiovasculares y el malestar general”, asegura la doctora quien, por otro lado, reconoce que “este nuevo trabajo añade un aspecto clave relacionado con la cronicidad: cuando ese desajuste se mantiene en el tiempo, puede contribuir a un mayor riesgo de obesidad y enfermedad cerebrovascular”.

En esta misma línea, Martínez recalca que un sistema que nos obliga a vivir permanentemente desajustados del sol está asociado a un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2, depresión y enfermedades cardiovasculares, debido a la cronodisrupción crónica que conlleva. “Nuestro cuerpo no se adapta completamente a los cambios de hora ni a los horarios sociales tan tardíos, y eso genera un estrés biológico sostenido que, con el tiempo, pasa factura”, aclara.

Más allá de los típicos comentarios acerca de lo mucho que nos cuesta levantarnos por las mañanas, o de lo pronto que se hace de noche, existe un enfoque mucho más relevante, y que tiene que ver con cómo nos afectan estos ajustes horarios a nuestra salud.

No son pocos los estudios científicos que se han ocupado en los últimos años de este asunto. Uno de los más recientes es el impulsado por la Universidad de Stanford. Sus autores sugieren que modificar los relojes dos veces al año altera los ritmos circadianos y aumenta el riesgo de ictus y obesidad.

Un año más, llega a nuestra lista de temas controvertidos, el cambio de hora. En esta ocasión, el ajuste (o desajuste, según si la persona está a favor o en contra) tendrá lugar la madrugada del 26 de octubre. Esa noche habrá que atrasar el reloj una hora, a las 03:00 serán las 02:00 (en las Islas Canarias, a las 02:00 horas serán las 01:00 horas), por lo que ese día tendrá una duración oficial de veinticinco horas, según se recoge en el Boletín Oficial del Estado (BOE).

El Gobierno español ya ha dejado clara su posición: quiere acabar con los cambios horarios bianuales y quedarse con un horario estable durante todo el año. Sin embargo, la decisión final depende de una resolución conjunta del resto de países. Mientras tanto, Europa seguirá moviendo las manecillas dos veces al año, al menos hasta 2026, cuando vence el actual marco legal.

A nivel práctico, el cambio apenas supone un esfuerzo para la mayoría. Los teléfonos móviles, ordenadores y dispositivos inteligentes ajustan la hora automáticamente, mientras que los relojes analógicos, hornos u otros dispositivos deberán modificarse a mano.

Con la entrada en vigor del horario de invierno, los amaneceres llegarán antes y los días parecerán más cortos. Las tardes se oscurecerán progresivamente, marcando la transición hacia los meses más fríos del año y anticipando el solsticio de invierno, que este 2025 se producirá el 21 de diciembre.

Aunque el cambio de hora puede parecer algo anecdótico, los expertos en cronobiología advierten de sus efectos en el descanso y el rendimiento. El paso al horario de invierno, al atrasar los relojes, suele afectar menos que el de primavera, cuando se adelantan y se “pierde” una hora de sueño. No obstante, el cuerpo humano necesita entre dos y tres días para reajustar su reloj interno.

Además, el impacto se nota especialmente en colectivos como los niños o las personas con turnos laborales nocturnos. Los estudios más recientes apuntan a que estos pequeños desajustes pueden alterar el sueño, el apetito y el estado de ánimo, aunque la mayoría de las personas se adapta sin grandes complicaciones.

Ahora, el propio Pedro Sánchez ha reavivado el debate. El presidente del Gobierno propondrá este lunes ante el Consejo Europeo acabar con el cambio horario estacional a partir de 2026, defendiendo que “ya no tiene sentido” y que los supuestos beneficios en materia energética son prácticamente nulos. “La ciencia nos dice que no supone un ahorro real, y sí altera los ritmos biológicos dos veces al año”, señaló en un vídeo difundido en su cuenta oficial de X.

El cambio de hora no es una decisión exclusiva de España, sino una práctica compartida por la mayoría de los países europeos. Su origen se remonta a hace décadas, con la intención de aprovechar mejor la luz solar y reducir el consumo energético. Sin embargo, el paso del tiempo y las nuevas formas de vida han puesto en duda su efectividad.

De hecho, la Comisión Europea lleva años estudiando si debe mantenerse o eliminarse esta costumbre. En 2019, el Parlamento Europeo aprobó una propuesta para que cada Estado miembro decidiera si quería conservar el cambio o quedarse de forma permanente con uno de los dos horarios, pero el asunto quedó en pausa por falta de consenso.

Según el calendario oficial recogido en la Orden PCM/186/2022, el cambio al horario de invierno de 2025 se realizará la madrugada del domingo 26 de octubre. En la Península y Baleares, a las 03:00 horas los relojes deberán retrasarse hasta las 02:00, mientras que en Canarias pasarán de las 02:00 a la 01:00. Esto significa que ese domingo tendrá oficialmente 25 horas, lo que se traduce en una hora extra de descanso y, para muchos, la única noche del año en la que se puede dormir más sin remordimientos.

Cada otoño en España llega la misma pregunta: cuándo se cambia la hora y si ese fin de semana dormiremos más o menos. La tradición de mover las agujas del reloj sigue viva en nuestro país, pese a que cada año el debate sobre su continuidad vuelve a abrirse tanto en Bruselas como en Madrid.

Según diversos organismos, el ahorro en iluminación conseguido actualmente por el cambio horario se encuentra aproximadamente en un 5% del total, lo que equivaldría a unos 300 millones de euros. De esta cantidad, unos 210 millones pertenecen al ahorro generado en el sector industrial, mientras que los 90 millones restantes se producen en los hogares domésticos. Y es que no deja de ser asunto que genera diversidad de opiniones cada vez que acontece.

El cambio de horario encuentra su origen en la Primera Guerra Mundial, aunque no comenzó a instaurarse de manera masiva hasta la primera crisis del petróleo durante la década de los 70. Esta adaptación del horario permitía hacer un mejor uso de la luz del sol y reducir el consumo de electricidad considerablemente.

A día de hoy, la mayoría de dispositivos que indican la hora realizan dicha modificación de manera automática. Sin embargo, aparatos como un clásico reloj analógico o digital deberán ajustarse al cambio horario de manera manual, al no disponer de una conexión a internet que tenga en cuenta esta serie de eventos.

Con esto en cuenta, cuando los relojes vayan a marcar las 03:00 horas, muchos de ellos se retrasarán y volverán a marcar de 02:00. Así será como este domingo tendrá una duración extendida de 25 horas, siendo una de las jornadas más largas de todo el año, evento que se repite de manera periódica y que nos hará ganar una hora más de sueño en muchos casos.

Como cada año en estas etapas de la estación otoñal, los días comienzan a reducir significativamente las horas de luz, por lo que la noche logra cubrir el cielo de manera más temprana. Es por ello que próximamente tendrá lugar el cambio de horario hacia el invierno, un ajuste en nuestros relojes que tendrá efecto hasta la siguiente primavera, concretamente en marzo.

Sin embargo, la confusión suele reinar en la mente de numerosos ciudadanos acerca de cuál es la modificación horaria concreta y cuándo tendrá lugar. En este sentido, el cambio al horario de invierno ocurrirá durante la madrugada de este sábado 25 de octubre al domingo 26 de octubre, siendo el último fin de semana del mes.

La mayoría de los dispositivos electrónicos —como teléfonos móviles, ordenadores, tabletas o televisores— realizan este cambio automáticamente, por lo que no será necesario intervenir. No ocurre lo mismo con los relojes analógicos, electrodomésticos o vehículos, que deberán ajustarse de forma manual al nuevo horario.

Este domingo 26 de octubre de 2025 se producirá el cambio al horario de invierno. En la península, a las 03:00 horas los relojes deberán retrasarse hasta las 02:00, mientras que en Canarias pasarán de las 02:00 a la 01:00.

Esto significa que ese domingo tendrá oficialmente 25 horas, lo que se traduce en una hora extra de descanso y, para muchos, la única noche del año en la que se puede dormir más sin remordimientos.

Esta práctica, que busca aprovechar mejor la luz natural y ahorrar energía, se implementa desde 1974, y forma parte de la normativa europea desde 1980. Sin embargo, son muchos los que no están de acuerdo con este sistema horario, pues España se encuentra en una longitud diferente al centro de Europa.

¡Buenas tardes!

Bienvenidos y bienvenidas a la retransmisión en directo del cambio de hora que se efectuará la madrugada de mañana domingo (a las 03:00 serán las 02:00). Os iremos contando novedades y curiosidades acerca del cambio horario.

¡Empezamos!