El repliegue cultural es una de las primeras consecuencias que asoma cuando hay un malestar, incertidumbre, crisis social o un decrecimiento del bolsillo. España tiene unos datos macro espectaculares, pero en el día a día es difícil creer lo mucho que cuesta desde la casa hasta las zapatillas, la escueta bolsa del súper, el comedor escolar, el dentista o un coche para ir al trabajo. Además, la brutal aceleración de los cambios tecnológicos y de consumo ha dejado desorientadas a miles de personas, muchas de ellas de la generación boomer. El feminismo ha descolocado a millones de hombres de todas las edades que sienten que van contra ellos y que han salido damnificados en su viril gallardía. El mundo va tan rápido, y la manera de entenderlo –estar informado, tener claridad para distinguir lo que es humo de lo que es solución– está tan averiada, que se antoja como salida fácil resetear, cerrar los ojos fuerte, saltar hacia atrás, a cualquier tiempo pasado que se nos presente como mejor. Toda esta ensalada confusa se adereza con la idea de que hay una falta de libertad o que ha habido un constreñimiento de ideas políticas mientras se pueden expresar sin que nadie vaya a perseguir ni a detener a nadie.
En ese horizonte, aparece con sus recetas mágicas una diputada de Vox y da un campanazo: España para los españoles y volver a “unas plazas” llenas de abueletes que charlan despreocupados porque tienen su vivienda ya comprada (que a veces son dos) y unos nietos que juegan al fútbol sin riesgos en la calle y unas mujeres que no serán jamás violadas por un migrante, pese a que la mayoría de agresiones sexuales las cometen hombres de nacionalidad española (406 frente a 94, según el INE). Es el horizonte implícito que dibujó Rocío de Meer cuando propuso este lunes la expulsión masiva de los extranjeros que delincan y no se “adapten” y una vuelta a un pasado supuestamente perfecto que volverá a serlo si se marchan quienes han venido en tropel “desde los años 90” por culpa del “bipartidismo”. “Las calles ya no son de los españoles”, lamentó literalmente, pese a que hay 42 millones de españoles frente a una minoría de 7 millones de extranjeros censados, pese a que hay españoles negros de Chamberí y asiáticos de Dos Hermanas. “Antes eran un 1 ó 2%”, señaló, situando improvisadamente en esa cifra el mix que sería tolerable para su partido.