Hay quien es negacionista respecto a si existe o no el cambio climático, pero ya nadie discute la relación entre altas temperaturas y el aumento de la morbilidad y mortalidad, especialmente por enfermedades cardiovasculares y respiratorias. En los últimos años, destacó el impacto de la ola de calor del verano de 2003 en Europa, que evidenció la gravedad de este problema para la salud pública.
Como respuesta, en 2004 se implementó en España el Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperaturas Sobre la Salud, con el objetivo de reducir los riesgos sanitarios asociados al calor extremo. A lo largo de los años, el plan ha incorporado mejoras y ha demostrado ser eficaz.
En su vigésimo año de funcionamiento, sigue siendo relevante, especialmente ante el aumento previsto de olas de calor debido al cambio climático. Cada verano, el Ministerio de Sanidad proporciona a la ciudadanía y autoridades sanitarias información y alertas diarias sobre el nivel de riesgo por altas temperaturas para prevenir sus efectos sobre la salud.
El pasado mes de junio fue el más cálido registrado en España, con una temperatura media de 23,6°C, superando anteriores récords y notablemente por encima de la media histórica. Las altas temperaturas extremas han continuado en julio, con probabilidades superiores al 70% de mantenerse por encima de lo habitual.
La crisis climática ha sido identificada como el principal factor detrás de cerca de 400 muertes (394) en Madrid y Barcelona durante la ola de calor registrada entre el 23 de junio y el 2 de julio de 2025. El 65% de las muertes atribuibles al calor en grandes ciudades europeas, incluidas estas dos españolas, se vinculan directamente al cambio climático antropogénico, que ha triplicado el riesgo de fallecimientos por calor en dicho periodo.
En toda España, de acuerdo con el sistema MoMo del Instituto de Salud Carlos III, hubo 1.180 muertes atribuibles al calor entre el 16 de mayo y el 13 de julio de 2025, lo que representa un aumento de más del 1.000% respecto al mismo periodo de 2024, cuando se registraron 70-114 muertes. Según ese sistema de registro, entre el 16 de mayo y el 13 de julio de 2025 se han registrado 75 muertes en Castilla-La Mancha atribuidas directamente al calor.
Este número resalta el impacto de las olas de calor de este verano en la región, especialmente en una población mayoritariamente vulnerable, como las personas mayores de 65 años. Pero es mucho más llamativo el análisis comparativo, ya que, durante el mismo periodo de 2024, apenas se habían producido ocho muertes, y en 2023 fueron 25, mostrando el fuerte aumento de 2025. En 2022, uno de los años más duros en registros recientes, se alcanzaron 109 fallecimientos entre mediados de mayo y mediados de julio, mientras que el verano completo terminó con 339 muertes por calor en la región, la cifra más alta de la serie reciente.
La gran mayoría de las víctimas (alrededor del 95%) eran mayores de 65 años y un 59% eran mujeres, reflejando su vulnerabilidad por edad avanzada y factores fisiológicos. En la ola específicamente analizada en ciudades europeas, las personas mayores de 65 años representaron el 88% de las muertes.
Las olas de calor afectan de forma desproporcionada a personas en situación de pobreza y a quienes no pueden mantener su vivienda fresca, lo que incrementa el riesgo especialmente en ancianos, menores y personas con discapacidad. Todo apunta a que, si la tendencia climática no cambia, las olas de calor letales y las muertes asociadas seguirán aumentando en los próximos años.
Para reducir los riesgos sanitarios asociados al calor extremo, el citado Plan Nacional de Actuaciones Preventivas de los Efectos del Exceso de Temperaturas Sobre la Salud establece una serie de recomendaciones y medidas dirigidas especialmente a los grupos más vulnerables (mayores, embarazadas, niños, personas con enfermedades crónicas y quienes trabajan o hacen ejercicio al aire libre).
Estas son algunas de las medidas preventivas que se consideran clave:
• Mantente bien hidratado bebiendo agua frecuentemente, aunque no tengas sed. Evita bebidas alcohólicas, muy azucaradas o con cafeína.
• Permanece en lugares frescos para lo que debes buscar zonas climatizadas, a la sombra o ventilar tu casa por la noche. Usa cortinas y persianas para evitar el sol directo durante el día.
• Limita la exposición al sol y el ejercicio físico intenso reduciendo la actividad física, sobre todo entre las 12:00 y las 17:00 horas, que son las más calurosas del día.
• Cuida tu alimentación y vestimenta optando por comidas ligeras (frutas, verduras) y usando ropa holgada, ligera y de colores claros. Protege tu cabeza con sombrero o gorra y usa gafas de sol.
• Aplica protección solar usando protectores solares adecuados en las zonas expuestas.
• Atiende de forma especial a los más vulnerables como niños, personas mayores, embarazadas y personas con enfermedades crónicas que requieren especial vigilancia y apoyo.
• Nunca dejes a nadie dentro de un coche estacionado y cerrado.
• Consulta los mapas y avisos que ofrece el Ministerio de Sanidad y suscríbete a los avisos de riesgo para tu provincia según la “zona Meteoalerta” de AEMET.
• Consulta al médico si aparecen síntomas relacionados con el calor cómo fiebre alta y persistente, confusión, calambres, dolor de cabeza o malestar general requieren atención médica inmediata.
• Adapta tus horarios y tareas si trabajas al aire libre para evitar las horas de más calor y toma descansos frecuentes en zonas frescas.
Estas recomendaciones están vigentes entre el 16 de mayo y el 30 de septiembre, aunque la vigilancia puede extenderse si las temperaturas extremas continúan. Además, el Plan nacional utiliza nuevas zonas Meteoalerta para alertar con precisión a la población y, en general, la información se actualiza y difunde diariamente para una mejor prevención.