Iberdrola se presentará este miércoles en su Capital Markets Day desde Londres con dos premisas muy claras. Una es la apuesta por la inversión en redes eléctricas, tal y como ha dejado patente la compañía durante los últimos meses. La otra es la diversificación en lo que considera “países con alta calificación crediticia y políticas regulatorias favorables”. Concretamente, el foco estará principalmente en Estados Unidos y Reino Unido, con Brasil, Alemania o Australia como siguientes opciones preferentes. España y otros países donde también está presente pasan a un segundo escalón en cuanto a prioridades, al considerar que su potencial de crecimiento es inferior.

Fuentes del sector que ya han hecho sus estimaciones calculan que la compañía prevé invertir unos 14.000 millones en Reino Unido y otros 15.000 millones en EE UU. Si a esto se suman las inversiones en otros países, se espera que la inversión global pueda superar con creces los 41.000 millones que reflejó su plan estratégico en marzo de 2024.

Ahora la ambición será aún mayor por las redes que en años previos. Las fuentes consultadas señalan que su otro gran foco inversor de los últimos años, el de las renovables, será muy inferior, siendo su apuesta mucho más selectiva y oportunista. Iberdrola fue una de las compañías que mejor intuyó en la década pasada, con la Administración de Barack Obama o el Acuerdo de París de lucha contra el cambio climático en 2015, que era el momento de las energías verdes.

Ahora también parece estar adaptándose a una realidad geopolítica y económica a nivel mundial muy distinta. Las redes son activos mucho más resilientes que las renovables en tiempos de elevados tipos de interés y altas tasas de inflación como las de los últimos años. Nada que ver con la década pasada, donde la deuda era barata y los tipos prácticamente cero. En lo político, las redes son activos mucho menos problemáticos que las renovables entre Gobiernos de corte populista en auge en diversas latitudes. Este es el caso de EE UU.

La apuesta de Iberdrola es firme pese a Trump y su persecución contra las renovables. La realidad es que las energías renovables no pasan por su mejor momento, como demuestra la evolución bursátil de firmas como Solaria o Acciona Energía, aunque han experimentado cierta mejora en las últimas semanas. Si hay reconocimiento es precisamente para quienes se han diversificado tanto geográficamente como tecnológicamente, como están reflejando firmas como Grenergy.

Los planes estratégicos de Iberdrola siempre han sido vistos como un termómetro de cómo están sus relaciones con los países allí donde opera. Y a lo que apunta la hoja de ruta del próximo miércoles es a un marco de relación cordial con Reino Unido, EE UU o Brasil, donde cada vez tiene más presencia y un distanciamiento o abandono en países como España, México o Hungría. La eléctrica ha salido completamente del país azteca y ahora vive un pulso en España tanto con el Gobierno, por las diferencias respecto de la nuclear y las responsabilidades del apagón el 28 de abril, como con el regulador -la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC)- a la que acusa de haber propuesto un marco retributivo a la red muy inferior al de otros países y que no invita a invertir.

El aumento de la apuesta inversora de Iberdrola se considera seguro, a tenor del fuerte levantamiento de capital que ha hecho la compañía en los últimos meses. En un despliegue financiero sin precedentes, la firma ha levantado más de 20.000 millones de euros entre instrumentos de capital y deuda con los que pretende reposicionar a la compañía como una de las grandes utilities del mundo.

Parte de ese éxito el mercado lo atribuye al equipo directivo que lidera su presidente, Ignacio Sánchez Galán, y.que está viviendo una transición generacional. Tras la salida de algunos de los hombres fuertes de Galán históricamente, como Julián Martínez Simancas o Francisco Martínez Córcoles, en este 2025 fue el turno de Armando Martínez, que fue sustituido por Pedro Azagra, lo que en el mercado de nuevo se entiende como una apuesta por la diversificación y la internacionalización, ya que Azagra venía de dirigir Avangrid, su filial en EE UU.

Ahora todas las quinielas apuntan a que en las próximas semanas o meses podría jubilarse uno de los pocos veteranos de la guardia de corps del presidente, el director financiero, José Sainz Armada. Tras el éxito en la ampliación de capital de 5.000 millones de euros y el levantamiento de deuda por otros más de 5.000 millones de euros, la principal especulación del mercado es que podría ser sustituido por David Mesonero, actual director de desarrollo corporativo global. Mesonero ha hecho méritos más que suficientes después de haber reposicionado a la compañía con operaciones de M&A y búsqueda de aliados financieros. Así, en su haber destacan las operaciones de salida de mercados como México para afianzarse en EE UU, Brasil o Reino Unido. Entre tanto, Iberdrola ha cristalizado valor de algunos de sus activos renovables con varios de los principales inversores del mundo como Abu Dabi, Norges Bank o Macquarie.

Los analistas e inversores también esperan que la hoja de ruta que trace la compañía desde Londres el próximo viernes vuelva a dar una senda de crecimiento de resultados que permita mantener el rating de una deuda financiera neta que supera los 50.000 millones de euros, una cantidad nada desdeñable. Sin embargo, eso siempre le ha permitido mantener una retribución al accionista creciente, que también se espera que pueda mejorar de cara a los próximos años. El mercado le está reconociendo ese esfuerzo y hace pocas semanas llegó a rozar los 110.000 millones de euros de valor en bolsa. Actualmente, aún está por encima de los 100.000 millones de euros de capitalización bursátil. Con un capital muy atomizado, sus principales accionistas, Qatar y BlackRock, mantienen la apuesta.