Como lo escribió en una publicación de su cuenta de Instagram, para conocerla, primero hay que leerla; inclusive, habrá quienes a través de los ocho cuentos que le dan forma a ‘Al Final del Miedo’ (Páginas de Espuma), terminarán reconociéndose a sí mismos a partir de las experiencias tan surreales como posibles de unos personajes ordinarios (un contador, un fotógrafo frustrado, una joven en un hogar disfuncional, un tendero, el huésped de un hotel, etc.), que sólo podrían tener el pedigrí de extraordinarios, gracias a una pluma insólitamente creativa y audaz como la de Cecilia Eudave.

Experta en verbalizar ideas que muchas personas rumian con la incapacidad de manifestarlas, la narradora y ensayista mexicana dio sus primeros pasos al compás de la poesía, la cual le alimentó su sensibilidad estética (en sus palabras, su ‘atención al detalle’) y su gusto por la brevedad; no pasó mucho tiempo para que desarrollase una fuerte ‘aficción’ por el género fantástico en su sentido más convencional (ni fantasía anglosajona, ni realismo mágico), dada su versatilidad y su carácter de denuncia de los males que aquejan a las sociedades.

Lo fantástico siempre ha estado ahí evidenciando las patologías de la sociedad en turno y sus vicios. Es un género que nos obliga a reflexionar utilizando lo insólito como base, que no por ello es menos real, sino que suma la posibilidad de otras realidades conviviendo entre sí”, explica la finalista y ganadora de menciones honoríficas en concursos como el Premio libro KIRIKO (2010) y el 13th Anual International Latino Book Awards (2011) y quien hoy, por su evolución estilística, sirve de ‘medium’ entre los lectores de la narrativa de lo inusual (movimiento acuñado por Carmen Alemany Bay y del cual también hacen parte la mexicana Daniela Tarazona, la ecuatoriana Mónica Ojeda, la peruana Claudia Ulloa y las argentinas Samantha Schwebling,y Mariana Enríquez –si bien ella se mueve más en el terror y la línea clásica de lo fantástico, también tiene algunos textos de corte inusual) y las entidades sobrenaturales, hoyos negros, portales hacia otras dimensiones, tiendas de objetos siniestros, habitaciones fantasmales y universos digitales que, a fin de cuentas, no son tan ajenos a las realidades de nuestra cotidianidad.

‘Al final del miedo’ son ocho cuentos. Foto:Cortesía Adolfo Weber y Alejandro Meter.

“Mi intención es aligerar al lector de los presupuestos y de ciertos prejuicios en torno a lo insólito (…) Su fuerza radica en mostrarnos cómo las convenciones sociales reducen nuestra capacidad de imaginar distintas posibilidades o lecturas de una situación, de un conflicto, de una extrañeza. La cotidianeidad está plagada de inquietud y desasosiego, y también de situaciones insólitas, extrañas, raras, inexplicables con las herramientas de lo real. Lo fantástico forma parte de nuestra realidad inmediata, está ahí, al doblar cualquier esquina, en nuestra casa, en nuestra rutina, solo que no lo vemos o no lo queremos ver”, añade la Doctora en Lenguas Romances por l`Universite Paul Valéry Montpellier III (Francia) y profesora e investigadora de la Universidad de Guadalajara (México), quien habló con EL TIEMPO, en su visita a Colombia durante la edición 19 de la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín, que se celebrará del 12 al 21 de septiembre.

¿Por qué, si se pretende conocer a Cecilia Eudave, ‘hay que leer para creer’?

Porque creo que, parte de todo lo que yo escribo –que tiene que ver con esta nueva tendencia de la narrativa de lo inusual– se asocia a que también me suceden cosas bastante inusuales, o veo la vida de esa manera. Yo encuentro siempre lo insólito, lo extraño, lo poco probable en todo lo que me acontece; pero también en todo lo que me rodea y siempre me voy fijando en el detalle que va más allá de lo ordinario y puedo encontrar ahí un universo inmenso de posibilidades para escribir; ,me gusta encontrar las fisuras de la realidad pero desde su perspectiva insólita, es decir, desde aquello que es causa de excepción, que puede suceder raras veces, pero que sucede.

Y ello es muy evidente en ‘Al Final del Miedo’.

Sí, porque colinda mucho la sensación de que todo es probable. Pero también, de que todo puede ser extraordinario o fantástico con el fin de dejar que el lector, al final, decida si quiere darle un toque completamente fantástico o que todo aquello también es muy posible y real, o que simplemente estamos fuera de la norma o que es algo que no se puede encasillar en la realidad pactada. Porque yo sí creo que la realidad pactada, esta que nos dicen, ya no nos alcanza para explicarnos todo lo que está pasando y, de pronto, se vuelve todo demasiado insólito para poder creerlo y estamos en un momento en el que la realidad, a mí, como me dicen que es, no me alcanza para explicarla.

“Si crees en algo, existe; si lo imaginas creas mundos posibles que reconforten nuestras catástrofes personales, nuestras obsesiones enfermizas y nuestro derecho a ser personas sin etiquetas que miramos la realidad como un enorme caleidoscopio para explicarnos el mundo”.Y somos muchos (me incluyo) los que nos identificamos con esta sensación de ‘desencaje’ en la realidad.

¿Sabes qué sucede? Que uno va prestando más atención. Quizás tiene que ver con que encontramos gente que está pasando por algún momento particular y le prestamos atención a ello. Y ya cuando uno lo lleva a la escritura, ciertamente, lo lanza todavía más allá. En mi caso, con Al Final del Miedo, me sucedió con todos esos agujeros que están apareciendo por la ciudad pues, yo escribí el libro cuando estaban apareciendo por todo el mundo estos agujeros negros y para mí, fue un fenómeno muy significativo que me llevó a escribir sobre ello. También hay alusiones a otras temáticas como, por ejemplo, la tierra gótica, que incluí en el libro a manera de intertextos.

¿Y qué tan literales son esos intertextos?

Al Final del Miedo también es un libro que, más allá de lo que estoy contando se comprende a partir de cómo lo estoy contando. Trato de profundizar en que esos hoyos negros –por ejemplo–, esos agujeros, esos socavones tengan también un significado en cada uno de los personajes. Todos ellos, de alguna manera, están al borde de esos pequeños abismos pues son como sus pequeños apocalipsis y a mí me gusta la gente –la conozco– que está sufriendo sus apocalipsis pues, aunque sean personales, para cada uno son terribles. En esos puntos de quiebre me gusta situar mucho a mi literatura.

Entonces, su pluma va más de la mano del ejercicio de la literatura de lo inusual que de lo que escritoras como Rosa Montero (en su libro ‘El peligro de estar cuerda’), describen como una predisposición de los escritores a la locura o a la rareza.

Ah, mi querida Rosa, sí que la conozco. Sí, sí, sí. Ella va explotando también los límites a través de sus personajes y sus ensayos (también a ella, de pronto, le gusta caer en la excepción). Mi trabajo responde más a la literatura de lo inusual, nombrada como tal por Carmen Alemán Bay y que incluye a una generación de escritoras contemporáneas que explicamos la realidad desde otros derroteros, que estamos esgrimiendo las historias desde la particularidad, siendo, cada una de ellas, metáforas que tocan o trastocan la realidad. En Al Final del Miedo (en algunos casos, parece más insólito que en otros) todos los cuentos guardan una lectura de lo real; por ejemplo, estoy jugando con personajes y autoras de la literatura gótica y también con una situación de violencia en México, pero desde otros ángulos, tratando de salir un poco de estas líneas que van estableciendo las tendencias editoriales. Por eso me gusta Páginas de Espuma, pues Juan Casamayor les apuesta a las nuevas formas de escritura. Si bien su editorial tiene lo que sabemos que está de tendencia, también se arriesga con voces que están facturando otro tipo de literatura y que también tienen que ser promovidas y escuchadas.

La mexicana Cecilia Eudave es la invitada a la edición 19 de la Fiesta del libro de Medellín. Foto:Cortesía Adolfo Weber y Alejandro Meter.

Este libro podría ser una novela, pues uno siente que ciertos personajes o circunstancias rondan varios cuentos entre sí.

No eres primera en decirlo; inclusive, me dicen lo contrario sobre mi novela El Verano de la Serpiente (que podría ser una antología de cuentos) y no, porque tiene que ver con que el siglo XXI es el siglo de la hibridez; estamos hibridando muchos aspectos socioculturales y a mí me gusta hibridar géneros y tendencias. Creo que ya es difícil seguir con las clasificaciones de manual del siglo XX. Ahora ya la literatura –o por lo menos, la que a mí me gusta, la que frecuento y la que seguiré escribiendo– tiene que ver con romper un poco este estatismo genérico y poder también crear narradores más dinámicos y establecer una lectura con el texto, tanto como escritor como lector, con muchas posibilidades, mucho más abierta.

También ha escrito novelas para jóvenes.

Hice una trilogía que me pidieron, con una detective de lo paranormal. La primera mujer, (por lo menos, latinoamericana), detective paranormal. Hice otras novelas, como Aislados, para hablar del tema de la familia porque es un tema que me llama mucho; El Verano de la Serpiente y otras que estoy escribiendo poco a poco; no saco un libro cada año, porque es imposible, una puede volverse repetitiva y además, tiene vida. También porque me gusta trabajar con proyectos y tener lectores, no seguidores, pues a los lectores, uno se los va ganando de a poco mientras que los seguidores nada más te siguen en las redes y se acabó. No te leen nunca y se dejan llevar por lo que dicen otros.

¿Por qué ‘Al final del miedo’?

Porque no es ‘el’ final del miedo, sino Al Final del Miedo. ¿Qué hay al final del miedo? ¿Reconciliación, tristeza, gozo, reconocimiento, desolación, reencuentro? ¿Qué es lo que hay? ¿Aceptación?. Entonces, cada uno de estos personajes, al final de alguno de sus miedos, encuentra algo (o igual, encuentra más miedo). Y eso es lo que quiero compartir con los lectores al finalizar los cuentos. Siempre vamos a tener miedo de muchas cosas, pero como que vamos cerrando un poco, pensamos ‘bueno, al final de todo esto que viví, lo único que encuentro es liberación, o confinamiento, o me veo a mí mismo y me doy cuenta de lo que soy’. Además, el miedo nunca acabará en nuestras vidas, es inherente al ser humano y por ende, no paraliza a mis personajes; los activa, sirve como detonador, de ahí que ir Al Final del Miedo implica una búsqueda que lleva a encontrar que si uno tiene miedo, está vivo y que puede hacer algo,

¿Tienen algún carácter autobiográfico estos cuentos?

De todo lo que yo escribo, lo conozco; pero no todo lo que escribo me ha pasado. Esa es la enorme diferencia. O sea, yo sí puedo hablar de que muchos de esos sentimientos que pueden estar involucrados con mis personajes pues los conozco, pero yo no he vivido las circunstancias en las que mis personajes activan esos detonantes, o esos sentimientos, o esos miedos. Por ejemplo, luego de leer mi novela Bestiaria Vida, varias personas decían: ‘Tu familia te va a dejar de hablar.’ Y yo digo: ‘No, ¿por qué?’ ‘Pues porque es tu familia’. Y al final, es y no es mi familia la que retrato en esas páginas. Y mi familia reía, porque cuando leía reconocía algunas anécdotas que vivimos, pero a las que yo llevé más allá. Entonces, creo que todos los escritores tenemos un poco de autoficción en nuestros textos, no necesariamente en el sentido autobiográfico, también puede ser en el sentido de estar contando un momento específico de sus vidas.

Pilar Bolívar Carreño – Para EL TIEMPO.