En un momento en el que su legado acaba de ser incluido por la Unesco como Patrimonio Documental de la Humanidad (programa Memory of the World), la provocadora estela de Friedrich Nietzsche no deja de crecer. Digámoslo sin rodeos: este ensayo de Vanessa Lemm es un excelente ejemplo de la reciente actualización de una mirada a nuestros abismos que no deja de interpelar al siglo XXI, a nuestro presente.
Vanessa Lemm
Traducción de Victor Conejo. Herder, 2025. 240 páginas. 22,90€
Homo natura es un trabajo magnífico, sutil y complejo, que se interroga por las posibilidades nietzscheanas abiertas para la antropología filosófica, nuestra relación con la animalidad, la deconstrucción, el sentido del cuerpo como nuevo centro de gravedad cultural o la problemática de género.
«Naturaleza» en Nietzsche, como brillantemente expone Lemm en estas páginas, evoca un campo de fuerzas culturales y somáticas no clausurado, un territorio experimental muy distinto del biologicismo o el cientificismo con los que Nietzsche tuvo que dialogar críticamente bajo el creciente influjo del evolucionismo a finales del XIX; una consigna con la que el filósofo alemán buscaba repensar de arriba abajo nuestras jerarquías y valoraciones bajo el hilo rojo del cuerpo; y, no menos importante, una operación de filo ético donde el nuevo reto pasaba por un cuidado de la vida más exigente, pero también menos neurótico.
Que Nietzsche se interesara por la actitud existencial del cinismo antiguo como un ejemplo de encarnación de la verdad distinto del de la moral ascética cristiana es muy relevante, como señala Lemm. Es desde aquí donde cabe comprender la interpelación nietzscheana a lo «sobrehumano», desgraciadamente malentendida y falsificada por los fascismos biopolíticos del siglo XX.
El ensayo es oportuno, porque, en las últimas décadas, el significado de homo natura, central en la discusión entre los estudiosos de Nietzsche, ha estado dominado en gran medida por tres perspectivas.
En primer lugar, la que gira en torno a la cuestión del naturalismo de Nietzsche y su relación con las ciencias de la vida y el darwinismo en el siglo XIX. En segundo lugar, una concepción de la naturaleza humana a partir de la visión de la historia natural como una «historia de la disciplina y la crianza». Por último, el tercer enfoque sitúa la filosofía de Nietzsche como una forma de antropología filosófica.
Lemm recoge estas discusiones anteriores y las supera en una aproximación al problema de la «naturaleza» desde una voluntad más comprensiva donde los polos conceptuales «homo» y «natura» mantienen una tensión nunca clausurada definitivamente, una relación asimétrica, paradójica y, en esa medida, necesariamente trágica; también, desde esta «otra escena», donde la problemática del inconsciente cobra especial importancia, propone una nueva conversación entre Nietzsche y las posiciones de la metapsicología freudiana o relativamente críticas con ella (Binswanger).
El recorrido que nos propone Lemm, pertrechado con el aparato categorial hermenéutico de la biopolítica afirmativa y «comunitarista» de la escuela italiana (Roberto Esposito, cierto Agamben), no es el único posible y quedan abiertas otras discusiones: ¿sigue siendo Nietzsche, como Freud, un pensador ilustrado, inequívocamente trágico pero también aún moderno? ¿Qué nueva agencia subjetiva emerge en este nuevo ascetismo ya «renaturalizado»? Cuestiones abiertas.