Hay victorias a las que se llega con sufrimiento y el dolor de Marcel Granollers este año en el Abierto de Estados Unidos, donde el sábado conquistó el título de dobles junto a Horacio Zeballos, fue especialmente intenso, físico, haciendo la gloria aún mayor.
El tenista barcelonés, de 39 años, ha disputado todo el torneo en Nueva York con problemas en el tobillo, que se dobló la víspera de que empezara el torneo, una complicación más en un año en el que una lesión en el pectoral ya le impidió competir en Australia y en que un problema de la fascia le obligó a parar tras Wimbledon.
La situación pintaba tan mal que hasta el último momento Granollers ni supo si sería capaz de competir. Él y Zeballos ni siquiera pudieron prepararse juntos antes de ningún partido hasta el sábado de la final, y cada uno calentaba como podía, en el caso del catalán buscando no desgastarse.
Seis años unidos
Las dos semanas siguientes fueron, como explicaba Granollers, las más duras de su carrera a nivel físico. Pero el dúo, que lleva seis años trabajando unido, compitió “con lo que había”. Sacaron adelante el torneo “con muchísimo corazón”. Y esa filosofía del partido a partido, punto a punto, llegó a su extremo en una final en que llegaron a superar tres bolas de partido en contra frente a los británicos Joe Salisbury y Neal Skupski, a los que ya se habían impuesto también en la final de Roland Garros.
El título neoyorquino, segundo grande para la pareja, es un premio a su perseverancia y a su confianza de seguir juntos, incluso cuando los resultados no siempre hayan acompañado, recompensando el “desgaste”. Y así lo explicaban ya con el triunfo: «Hemos seguido creyendo el uno en el otro, en el trabajo que veníamos haciendo, sabiendo que si hacíamos las cosas bien iban a aparecer más oportunidades y han aparecido, las hemos aprovechado».
Para Granollers, que ha prolongado en el dobles una carrera que en individuales le llevó a estar entre los 20 mejores del mundo, este título es una demostración de que puede ganar con su amigo y compañero en distintas superficies. Pero es también una satisfacción por la entrega y por el compromiso, una victoria labrada en un partido “emocionante” que espera también que anime a más fans y espectadores a seguir los dobles. «Es una modalidad bonita», recordaba.
Suscríbete para seguir leyendo