El circuito de Monza, antaño, era de esos que llamaban ‘matacoches’. Las características del legendario trazado italiano obligaban a forzar al límite los motores, tanto … en cuanto las dos largas rectas, especialmente la principal, exprimían las unidades de potencia al límite. Hablamos de hace varias décadas, cuando la electrificación en el automovilismo y en la automoción era poco más que un frívolo capricho de una pequeña élite. Entonces, lo habitual o al menos lo razonablemente previsible es que se produjera un abandono en el GP de Italia porque el motor decía basta.

El inesperado problema mecánico en el coche no debería haber sido tan sorpresivo. Los pianos del circuito de Monza hace años que se elevaron precisamente para servir de barrera, al menos psicológica, a los pilotos que han hecho de exceder los límites de pista su mayor argumento en las carreras. No es el caso de Alonso, o no en comparación con otros, pero cuando se tiene un monoplaza menor, es necesario tirar de todas las argucias posibles. Pero claro: tanto fue el cántaro verde a por agua en los exteriores de la pista, que al final se rompió.

El análisis que dio Mike Krack, exjefe de equipo ahora devaluado al rimbombante puesto de director de pista, da algunas claves no solo de este incidente sino de muchos problemas que está padeciendo Aston Martin. «Con esta generación de coches, hemos visto problemas que no habíamos tenido nunca. Hemos visto en otras áreas problemas que no habíamos padecido nunca, que no han provocado abandonos directamente, pero nunca hemos tenido algo así porque los coches son muy rígidos o muy bajos», expresaba.

El mal fario de Alonso y el mantra de 2026

Ya el día antes de la carrera, Fernando Alonso se mostraba apesadumbrado. Y eso que tuvo una clasificación razonablemente iluminada: pasó a la Q2 con cierta fortuna y se coló en la Q3 con una vuelta que le hizo sonreír.

Pero sabía que algo no iba a salir bien. Pocos pilotos saben leer las circunstancias de un Gran Premio mejor que Alonso, que más sabe por viejo. «Es impresionante la mala suerte que tengo para estar detrás en los puntos que Stroll. Estoy contento con el trabajo personal, pero no sumar puntos los domingos es lo que más me duele. Este año ha sido raro: muy pocos puntos, pero lo que está en mi mano debo hacerlo bien, y lo que no puedo controlar, no puedo cambiarlo», expresaba.

24 horas después, tras su cuarta retirada de carrera ya lleva más que en sus dos años anteriores en Aston Martin, estaba totalmente desanimado. «Hay docenas de puntos que se han ido que probablemente no fueron nuestra culpa. Es frustrante, porque podía tener unos 20 ó 30 puntos más de los que tengo. No es culpa mía, pero así son las cosas. Por desgracia, me estoy acostumbrando», se resignaba, toda vez que miraba hacia el equipo por ese abandono. «Todos usan el bordillo y los coches siguen corriendo. Solo Nico Hulkenberg está fuera. No sé qué le pasó a nuestro coche. Sí, 19 coches están bien», destacaba, en referencia a cómo todos arriesgaban con los pianos y solo su coche se rompió.

La mala suerte que le persigue, y que para cierto sector de la afición se personifica en el embajador de Aston Martin y comentarista televisivo que le acompaña desde su recordada temporada 2007 en McLaren, debe acabar en 2026. Ese es el único foco que tiene en mente, aunque tenga que recorrer un largo y tortuoso camino antes.