Sergio era un niño y como todos, montaba en bicicleta. Hasta que llegó el día en el que la caída que sufrió fue tan tremenda que se dijo, llorando en el suelo, que ya no la iba a coger más. Hoy, con 56 años, ha atravesado España pedaleando. Lo ha hecho tres veces, con una discapacidad, artrosis y lesiones severas de columna.
Cuando renegó de la bici tenía 12 años. Por entonces no sabía que aquel ‘nunca jamás’ que se había dicho a sí mismo de chico en realidad era una tontería. Una tontería absoluta. Con 52 años, y tras la pandemia, se subió a una bici de aluminio. Pesaba 163 kilos.
-Yo llegué a ese peso porque… Mejor, empiezo desde el principio.
Tras dedicarse al culturismo y al rugby en su juventud, eligió el rugby en su etapa universitaria. Se mudó a Palma, y llegó a pertenecer durante unos años a la selección balear. Natural de Granada, conoció a una gaditana de San Fernando y por amor se mudó a la Bahía de Cádiz.
Trabajaba como técnico instalador de fibra óptica y un día, colocando un cable, le dio un tirón en la espalda.
«Me dije que me tomaba un tramadol y se me pasaba». A las 4 de la madrugada, y mientras dormía, se le salió el disco de la columna vertebral y se le incrustó en la médula. Aún recuerda el dolor. «Eso fue en el año 2005». Tuvo que ser intervenido y, pese a ello, quedó inhábil para desempeñar el trabajo. Eso, y una discapacidad del 33%.
Luego comenzó a trabajar de seguridad en un recreativo. Tres años de pie y más de 8 horas diarias dieron como resultado una trombosis en una pierna, y tuvo que volver a una sala de operaciones. «Para entonces yo ya había solicitado poder ingresar en la ONCE». Entró en el año 2010.
Vida sedentaria por la columna y la pierna. Fumador. De ahí, a llegar los 163 kilos transcurrió un abrir y cerrar de ojos. «Fue cuando me dije que iba a comprarme una bicicleta», apostilla a EL ESPAÑOL.
-¿Por qué una bicicleta, con la tirria que le cogiste?
-La columna no sufre, porque no le hago presión en los discos.
A la semana de comprarla lo arrolló un coche cuando circulaba por el carril bici.
Sergio, a la izquierda, en 2018, y a la derecha, en 2021, con 50 kilos menos.
«Una operación de tobillo. Otra vez dolores, pérdida de movilidad… me hicieron un TAC y el médico me dijo que tenía artrosis degenerativa en las piernas, en las vértebras de la S1 a la L4, las secuelas de la lesión medular… y que con 163 kilos, y mi historial, que en 5 años iba a estar en silla de ruedas«.
Cayó en una depresión. Tomaba una docena de pastillas diarias solo para el dolor, más las de la ansiedad. Entonces llegó la pandemia y el confinamiento. Y un buen día no pudo atarse los cordones de los zapatos.
Porque visto con perspectiva, fue un buen día. «Mi mujer, Loli, me dijo que no me preocupara, que ella estaba allí para cuidarme. Yo le respondí que bajo ningún concepto iba a ser yo una carga ni para ella ni para nadie. Me salió la vena granaína, qué quieres que te diga».
Sergio, en el centro de la imagen, jugando al rugby cuando era profesional.
Cedida
Confinado, más de 160 kilos y como casi todos los españoles, tenía las redes sociales como vía de escape. «Yo contaba allí mis cosas, y de pronto un amigo, con una tienda de bicicletas de Talavera de la Reina, me dijo que me enviaba un rodillo gratis para adaptar mi bici y hacerla estática. Y empecé a hacer retos de estos de redes sociales, pedaleando».
Luego le escribió otro del mundillo del ciclismo viendo los vídeos que subía mientras le daba al pedal. «Me preguntó que si es que yo no tenía ni idea de coger la bici, y me dio consejos. Luego me preguntó si tenía equipación. Yo le dije que qué equipación iba a tener con 163 kilos».
La equipación, hecha a medida, le llegó a su casa de San Fernando. Y así, emocionado por la ayuda recibida -«la pandemia nos hizo mejores, pero se nos ha olvidado», apostilla- le dijo súbitamente a su mujer:
-Loli, yo me voy a plantear un reto, que quiero ayudar a los demás.
-¿Un reto? ¿Qué hablas?
-Sí, un reto. Un imposible. Voy a adelgazar 50 kilos y voy a travesar España en bici.
-¿Tú cuantas veces te has puesto a dieta y cuántos kilos has perdido, Sergio?
-Muchas veces. Ninguno. Pero esto, Loli, lo voy a hacer.
Lo contó en sus redes sociales «y los comentarios, bueno… lo más bonito que me dijeron era que no me hacía ni 100 kilómetros, que estaba loco y que me quedara en mi casa».
Pero el empujón definitivo se lo dio otro amigo de redes sociales con una tienda ciclista: le regaló unas ruedas nuevas para su bicicleta, porque las suyas estaban destrozadas tras el atropello.
Retos cumplidos
Seis meses después recorrió 1.350 kilómetros en 11 días: de San Fernando (Cádiz) a Santiago de Compostela. Con su bicicleta de aluminio, su equipación, sus ruedas nuevas, y sin GPS. «Eso fue en 2021. Yo es que tengo muy arraigados los valores del rugby: aunque vayamos perdiendo por 50 puntos, hay que jugar como si se ganase por 100».
Un año después y sin GPS ni nada en absoluto fue a golpe de pedal de San Fernando a Talavera de la Reina a dar las gracias a aquel amigo que le apoyó cuando nadie lo hacía. Luego continuó su ruta hasta Bilbao y subió los 1.026 metros de altura que tiene el Monte Oiz, en Vizcaya. En total, 1.196 kilómetros en 12 días.
Sergio Cámara, con la equipación de la ONCE, en una imagen reciente.
Cedida
«Allí me esperaban muchos aficionados ciclistas, que me acompañaron. Cuando subí aquello, me iban diciendo que yo no sabía lo que había logrado, con una bicicleta de aluminio y un pedal normal. Porque yo vengo de un sitio llano, y no acostumbro a hacer escaladas».
Luego vino el tercero, de San Fernando al Delta del Ebro, en 10 días y un trazado de 1.154 kilómetros. «También he hecho recorridos benéficos a favor de la investigación contra la ELA, contra la Fibromialgia, a favor de Afemen, la asociación de familiares de enfermos mentales… donde pueda aportar, yo voy».
Todos sus retos los ha cumplido: perdió los 50 kilos en 2021 hasta los 117, en el primero. Por eso se decidió a fundar la Asociación Mi gran Reto: Pedaleando por la Vida» con fines solidarios para visibilizar causas benéficas y contribuir aportando fondos.
En el centro, Sergio, junto a otros ciclistas, en un reto solidario a favor de la lucha contra la ELA.
Cedida
-¿Tú por qué haces esto, Sergio?
-Yo lo hago por vida.
«A mi la bicicleta me da la vida. Yo ando 100 metros y no puedo, pero en bici puedo hacer 100 kilómetros… Cuando pedaleo activo la circulación, las piernas, reduzco las varices, hago un movimiento estático y no castigo la columna. Y sobre todo, porque si no lo hiciera, me quedaría sin movilidad». Paralítico.
También lo hace porque, como vendedor de la ONCE, subraya que cuando por la calle te encuentras con uno «no sabes la lucha que lleva esa persona detrás«.
Hace cuatro meses fue intervenido para ponerle una prótesis en la rodilla y ya anda pensando en el siguiente recorrido. «El Eurovelo, de Cádiz a Barcelona, 1.200 kilómetros».