Como si de una gran fábrica de impresión de libros se tratara, una vivienda en el sur de Bogotá utilizaba una imprenta industrial de manera clandestina para imprimir miles de ejemplares de títulos como Harry Potter o la cartilla de aprendizaje Nacho. Estos libros terminaban expuestos en las calles del centro de la ciudad esperando que alguna persona lo comprara en el ‘agáchese y escoja’ en vez de las librerías autorizadas.
LEA TAMBIÉN
Según la Cámara Colombiana del Libro, mientras la industria editorial formal alcanza una participación del 65 por ciento en las ventas de libros originales, el mercado ilegal representa aproximadamente el 35 por ciento de las ventas.
Esto quiere decir que más de una tercera parte de los libros vendidos son conseguidos en mercados como el de la carrera Séptima, San Victorino o en los puentes peatonales de Bogotá.
Según pudo establecer EL TIEMPO, detrás de este negocio están familias que han especializado su operación comprando imprentas potentes que están al nivel de cualquier fábrica.
Libros piratas Foto:Archivo particular
En uno de los operativos más recientes, el Grupo de Patrimonio Económico de la SIJIN, en coordinación con la Fiscalía General de la Nación y con el apoyo de unidades del GOES y el FUDIS, se intervinieron dos puntos clave para desmantelar la cadena ilegal de producción y distribución de material editorial en el sur y centro de la ciudad.
La nuez del negocio se encontraba en la localidad de Bosa, donde detrás de una casa en un barrio comercial y residencial de esta zona del sur de Bogotá estaba oculta en el parqueadero de la vivienda una imprenta con todos los accesorios y procedimientos necesarios para nutrir el mercado pirata.
Detrás de dicha casa blanca con puerta azul, las autoridades encontraron 1.880 libros piratas terminados de interés general, 240.000 pliegos impresos de diversos títulos, 191 planchas de impresión, 10.400 pliegos de papel en blanco, cientos de pliegos de prueba de impresión, cuatro cartuchos de tinta para duplicadoras, 22 lonas con desechos de refilado, tres duplicadoras digitales industriales, una guillotina industrial y 11 botellas de tinta y alcohol de uso industrial.
Material editorial pirata incautado en una bodega de Bosa Foto:Archivo particular
Según las autoridades, “estos hallazgos revelan el sofisticado camuflaje que utilizan las redes de piratería para operar en zonas de difícil detección y así evadir la acción de las autoridades”.
De allí, según logró establecer EL TIEMPO, la mercancía era camuflada y transportada en vehículos de carga para llegar a un punto de acopio en el centro de Bogotá. Este fue el segundo lugar allanado por las autoridades.
Se trató de una bodega camuflada dentro de un parqueadero en la localidad de Santa Fe, pleno centro de la capital, que funcionaba como centro de acopio para la distribución en las calles de Bogotá y hasta otras ciudades del país.
Material editorial pirata incautado en una bodega de Bosa Foto:Archivo particular
En este parqueadero, las autoridades lograron incautar 3.672 libros piratas con títulos como Hábitos Atómicos, Vírgenes y Toxicómanos o De mí para mí.
Con esta acción, las autoridades retiraron del mercado ilegal miles de ejemplares y herramientas utilizadas para la producción masiva de material falsificado, golpeando de manera directa las finanzas de estos grupos dedicados a la piratería.
En otro de los golpes a este mercado, la Fiscalía identificó cuatro establecimientos comerciales en las localidades de Santa Fe, Rafael Uribe Uribe y Ciudad Bolívar, en los que se incautaron en el mes de junio, 30.840 libros falsificados, 6.225 carátulas y siete impresoras, además de otros equipos utilizados para la producción irregular de textos.
Material editorial pirata Foto:Archivo particular
De acuerdo con las autoridades, en estos locales también funcionaban imprentas ilegales que copiaban libros sin autorización de los titulares de los derechos, para su posterior venta, afectando directamente a autores, editoriales y al mercado legal del libro.
Un último operativo adelantado por la Sijín se dio recientemente en Puente Aranda, Chapinero y Soacha. Según conoció EL TIEMPO, mediante cinco diligencias de registro y allanamiento, se logró la incautación de mercancía que usurpaba los derechos de propiedad industrial.
Entre los elementos incautados, se hallaron 20.000 unidades de material seco, cajas, marquillas, códigos QR y stickers de la marca HP. Además, se retuvieron 268 tonner de la misma marca, 47 cartuchos de tonner, 10 tintas, 338 tonner vacíos, 398 rodillos de tonner, 30 kit de tinas, 27 hologramas, y 2.903 stickers de seguridad que podrían funcionar en la dinámica de la piratería.
Material incautado por las autoridades Foto:Archivo particular
Durante las diligencias de la Policía, hubo acompañamiento de representantes y peritos de la marca HP, quienes reconocieron la falsificación de estos productos y de cajas de la marca, que tenían un valor en el mercado de aproximadamente 7.200.000 pesos.
Los grupos familiares que, según las autoridades, se dedican a esta actividad delictiva en toda su cadena de producción y comercialización, podrían enfrentar cargos por el delito de violación a los derechos patrimoniales de autor, el cual consiste en la reproducción, distribución o comercialización no autorizada de obras protegidas por el derecho de autor.
LEA TAMBIÉN
Esta conducta, sumada a otras como usurpación de derechos de propiedad industrial y derechos de obtentores de variedades vegetales, contempladas en el Código Penal Colombiano, es sancionada debido a que vulnera los derechos económicos de los creadores y titulares de las obras.
Las ganancias que deja el mercado negro de libros son millonarias y muchas veces alimentan otros delitos conexos como el lavado de activos y la evasión de impuestos, de acuerdo con investigadores. La lucha contra la falsificación de libros es, por tanto, una causa no solo cultural y económica, sino también de legalidad y justicia.
NICOLÁS DÍAZ MALPICA
Redacción Bogotá
Más noticias de Bogotá