Los miembros del Institut Nova Història (INH) son viejos conocidos en el mapa mental del nacionalismo catalán: se trata del grupo de pretendidos historiadores alternativos –o pseudohistoriadores– que ha pergeñado las delirantes teorías de que personajes históricos como Miguel de Cervantes, el Cid Campeador, Cristóbal Colón o santa Teresa de Jesús, en realidad, eran catalanes.

Lejos de desaparecer, no obstante, desde el INH están en plena forma, y hace unas semanas celebraban en Montblanc (Tarragona) la 12ª edición de su «universidad» de verano, en la que abordaron temas como la conquista catalana de México, la identificación entre Roger de Flor y Roger de Llúria o la teoría de que godos y catalanes son «un mismo pueblo».


Miguel de Cervantes, Santa Teresa de Jesús, Cristóbal Colón y el Cid

En este periódico hemos cubierto varias de sus teorías más famosas –en parte por lo curioso del asunto, en parte por arrojar luz sobre los extremos absurdos a los que llegan en su empeño por catalanizar la historia–, pero hay una que no habíamos abordado aún. Se trata de una hipótesis que algunos de los miembros del INH llevan defendiendo desde hace décadas: que el paisaje que Leonardo da Vinci retrató en su cuadro más célebre era, claro, catalán.

El cuadro en cuestión es La Gioconda, conocida también como la Mona Lisa: según esta teoría del INH, la enigmática modelo de sonrisa sempiterna no estaría posando frente a un paisaje italiano –los auténticos expertos dudan sobre si el entorno se corresponde más bien con Arno, Bobbio o alguna región alpina–, sino frente al macizo de Montserrat.

Da Vinci era catalán

Esta tesis parte de una conclusión previa, que sigue la tónica habitual de catalanizar iconos históricos y que defiende que Leonardo da Vinci habría sido, de hecho, catalán. O, al menos, que el célebre pintor renacentista tuvo «una relación más fuerte con Cataluña de lo que hasta ahora se ha podido imaginar», según señalaba uno de los pseudohistoriadores más destacados del INH, Jordi Bilbeny.

Una estatua de Leonardo Da Vinci

Lo dice en una entrevista con la ACN, en la que especula que da Vinci pudo ser «un hijo perdido de la casa real catalana, seguramente de Nápoles». En una conferencia de 2016, Bilbeny decía que Leonardo da Vinci era, en realidad, Leonardo della Rovere, hermano de Giuliano della Rovere, el futuro papa Julio II… que fue abad de Montserrat, aunque no llegó a pisar nunca el monasterio.

Evidentemente, como es habitual en las construcciones del INH, pronto aparece el victimismo. Así lo señalan en su web: «Los vacíos biográficos, las incongruencias cronológicas y la simbología heráldica que rodea a Leonardo apuntan a una identidad adulterada por la censura, con el propósito de borrar las conexiones catalanas de uno de los genios más universales del Renacimiento».


Parada de libros.

Esta teoría –explorada en numerosos artículos y conferencias, en el marco de lo que el INH llama el «Proyecto Leonardo»– parte de la catalanidad o el origen catalán de Da Vinci y asegura que el pintor estuvo en Montserrat.

Allí habría quedado fascinado por el paisaje –según el miembro del INH Albert Fortuny, lo visto tras la Gioconda es el puente viejo de Castellbell visto desde el castillo de esta localidad–, y lo habría plasmado no solo en la Mona Lisa, sino también en otros cuadros como la Virgen de la rueca.