Tomando siempre como base la constante experimentación, Rafael Timoner (Menorca, 1964) se ha labrado una notable carrera como artista multidisciplinar, trayectoria en la que ahora da un paso al frente con el proyecto «Alg@rithmus», que el pasado viernes presentó a través de una muestra en A7 Gallery, en la ciudad eslovaca de Banská Bystrica. Reconoce el artista, que ha residido la mayor parte de su vida fuera de la Isla, a la que regresó hace tres años, precisamente desde Eslovaquia, que la muestra es doblemente especial por la emoción de volver a un lugar que fue su casa y tratarse de una exposición internacional.
Esta recoge una selección de su última serie, dedicada a los las tensiones entre lo vivo y lo artificial, siendo el bioalgoritmo de algas el área clave de su interés. Una línea de trabajo que nace de su «fascinación» por esos organismos marinos, que le llevó a iniciarse en el estudio y observación de sus propiedades cromáticas y morfológicas, así como de las transformaciones a lo largo de su ciclo vital. En ese proceso descubrió la existencia de un bioalgoritmo inspirado en la vida y comportamiento de las microalgas, el Algoritmo de Algas Artificiales (AAA).
Su último proyecto creativo incluye una colección denominada «Pot Art».
El AAA «es una combinación de fenómeno natural biológico y elegancia matemática», se recuerda en la presentación del proyecto artístico. Un algoritmo que se inspira en el mundo de las microalgas, cuyos hábitos coloniales y capacidades adaptativas sirvieron de base para la creación de un modelo. Su análisis inspira algunas ideas al menorquín. «Primero la de utilizar la metáfora del código binario aplicado al mundo real, un código simplificado en cero y unos, significados de falso y verdadero, respectivamente», reflexiona el artista, «el principal rasgo de la sociedad actual, dirigida por intereses políticos y económicos que nos empujan a una polarización total».
La utilización de algas, continúa Timoner, «es la primera falsedad intencionada que oculta el concepto de esta serie, lo que popularmente es reconocido erróneamente como algas, son en realidad plantas marinas, en este caso posidonia». En el ámbito conceptual, esos organismos marinos recogidos en playas y costa son modificadas por el artista con tratamientos diversos «para alterar sus propiedades cromáticas, tamaño, forma, textura, transformándolas en un elemento nuevo, explorando diferentes grados de artificiosidad, difuminando la frontera existente entre lo verdadero y lo falso».
Otra de las obras en las que reflexiona sobre la tecnología.
La muestra incluye una serie denominada «Pot_Art», el resultado de un juego de palabras: pot, tarro en menorquín (también en inglés), como un guiño al movimiento artístico Pop Art. Para ella utiliza botes de cristal de su consumo diario que ha ido reciclando, instalados perpendiculares a la pared, rellenos con distintos materiales «y formando diferentes composiciones que visualmente simulan los diagramas de flujo de los algoritmos», explica.
El concepto del proyecto, explica el artista, se basa «en la representación de una gran metáfora del mundo real, observado a través del cristal (pantalla) de su versión digital o metaverso, un espacio binario en el que no es posible diferenciar lo verdadero de lo falso». Un escenario, continúa, en el que «la velocidad y el volumen de información dificultan la capacidad de contrastar su veracidad; el pensamiento crítico e individual va desapareciendo, devorado por un pensamiento global, digital, y como consecuencia enormemente polarizado… algunas veces quizás verdadero, y otras muchas falso».
Cabe recordar que el artista fue recientemente uno de los dos ganadores del Premi Ciutat de Maó de Pintura con una de las obras de la serie «Alg@rithmus».