La austeridad del diseño belga y el encanto francés conviven en este apartamento art déco en Ámsterdam
Este apartamento art déco en el centro de Ámsterdam es el resultado de una serie de encuentros. Tras estudiar diseño en Bélgica, la arquitecta Floriane Bande trabajó con Pierre Yovanovitch. Con el gran maestro francés, dice, aprendió a atemperar la pureza y funcionalidad del diseño belga con un enfoque más decorativo y sofisticado. La fusión de estas dos culturas fue especialmente interesante, e inspiró a la arquitecta a cultivar y abrazar esta doble identidad; un equilibrio sutil que se respira en la vivienda.
Otro detalle del salón. En la pared, un cuadro de Aimée Adriaansen y, al lado del sofá, obras de la artista Agnes Avermaete.
© Marit SimonsRigor, ‘art déco’ y un toque francés irresistible
En otro encuentro fortuito, Bande conoció a la pareja propietaria de estos 110 m2 durante la celebración de un cumpleaños en Bretaña (Francia). Necesitaban un lavado de cara para su hogar y q¿uién mejor que la arquitecta para hacerse cargo? «Ámsterdam significaba un nuevo proyecto, un nuevo país… Aunque soy belga, los Países Bajos tienen una cultura diferente. Mezclando la mía, la que adquirí en Francia, el ADN holandés y el del edificio, conseguí crear una mezcla apasionante», explica. El edificio, de 1939, tenía una evidente atmósfera art déco: formas geométricas, grandes ventanales… Naturalmente, Bande quiso conservar este encanto original y explotar sus posibilidades, sin renunciar nunca a su estilo híbrido. Así, en el salón, la creativa ha aprovechado para crear un vasto espacio diáfano, iluminado por dos grandes ventanales, fuente esencial de luz dado que el cielo es a menudo gris en Ámsterdam. Desde esta larga sala de estar, «se ve todo», explica Bande: el salón, el comedor y la cocina. Una puerta de cristal revela incluso las sombras del dormitorio contiguo.
El comedor, donde se ha creado un rincón acogedor alrededor de un banco a medida, enmarcado por estanterías oscuras.
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Los armarios de madera oscura y cálida de la cocina se prolongan del comedor hasta el salón. El Puf Louvre y la mesa baja CLIO son de Floriane Bande. Sobre ella, Finger Tribute Small, de Studio Franche.
© Marit SimonsLa coherencia del blanco y la madera
Los materiales también se eligieron para reflejar la época en que se construyó el edificio: la madera oscura con superficies curvas, como la de la encimera de la cocina y los cubrerradiadores, (típicos del Ámsterdam de los años 30, nos dice la arquitecta), contrasta con azulejos blancos, también de raíz local; el verdadero hilo conductor del proyecto: «Quería crear una armonía material entre las habitaciones, ya que el espacio es muy abierto», explica la creativa. Pero para estructurar visualmente los espacios, optó por techos elocuentes, marcados por molduras art déco puras y lacadas que juegan con las diferentes alturas. «Necesitábamos romper la sensación de ‘túnel’ o de ‘caja alargada’ del piso», explica.
Sobre el mueble verde, una obra mural de Jeannine De Raeymaecker. Las obras de cerámica y el jarrón son de Wendy De Haes; el Heavy Duty Bowl, de Studio Franche.
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Los azulejos holandeses y el refinamiento parisino conviven en este apartamento de Ámsterdam, especialmente en la cocina de estilo art déco. El cuadro es de Aimée Adriaansen y la cristalería, de Studio Franche.
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Además de la funcionalidad, el mobiliario también se diseñó para dar cabida a los numerosos objetos de viaje que los propietarios han ido recopilando, así como su colección de libros. La mesa del comedor, por su parte, es lo bastante grande para acoger a múltiples invitados, sus 2,40 metros de largo impresionan nada más entrar en el piso, ya que el vestíbulo se abre directamente al comedor. Floriane Bande, que diseñó todo el mobiliario, afirma : «Trabajando con Pierre Yovanovitch aprendí hasta qué punto las piezas a medida pueden realzar un proyecto. Disfruto mucho diseñando muebles, combinándolos con otros contemporáneos y de época».