Cinco letras escritas en blanco sobre un círculo de color rojo. Es el logo de Leica, un nombre legendario en fotografía. Viene a ser lo que Ferrari a los coches o Rolex a los relojes. Hay mitómanos y coleccionistas que pagan fortunas … por estos codiciados objetos de deseo. Dicen que no hay fotógrafo que se precie que no haya tenido una Leica en su vida. La usaron Robert Capa, Cartier-Bresson, Lee Miller… Una cámara pequeña de 35 mm., ligera (menos de 400 gramos), discreta, silenciosa, que permitió a los fotógrafos salir de sus estudios a las calles, llevando consigo las cámaras y generando nuevas maneras de narrar las historias.

Leica III

Leica III

Leica

Hasta entonces se encerraban en sus estudios, empleaban unos artefactos aparatosos y trípodes que apenas permitían el movimiento. La Leica revolucionó no solo la técnica fotográfica, también la forma de mirar y de entender la fotografía. Desde entonces, conocemos el mundo enfocado desde una Leica. Un ‘ojo b’ que nació para ofrecer soluciones a los fotógrafos.

Todo comenzó en 1914, cuando Oskar Barnack creó un prototipo, la ‘Ur-Leica’. La Primera Guerra Mundial detuvo su producción en masa. No fue hasta 1925 cuando Ernst Leitz II decidió producir en serie este revolucionario invento. Nacía la Leica I. Después vendrían la II (1932), la III…, que iban incorporando novedades técnicas. Año tras año, se fue adaptando al futuro.

Testigo de un siglo, el centenario de esta icónica cámara, la Leica I, se celebra en Madrid con una exposición en el Teatro Fernán Gómez-Centro Cultural de la Villa, que reúne, hasta el 11 de enero de 2026, 174 imágenes tomadas por grandes maestros, muchos de ellos de la nómina de la agencia Magnum, otro nombre icónico de la fotografía. Se incluyen figuras como Cartier-Bresson, Steve McCurry (presente con una bella joven con un chal verde tomada en Peshawar, Pakistán, en 2002), Elliott Erwitt (el fotógrafo de los perros), Bruce Davidson, Ralph Gibson, Jane Evelyn Atwood, Alberto Korda (cuelga su celebérrimo retrato del Che Guevara); Joel Meyerowitz, el norteamericano que descubrió el flamenco en Málaga con la familia Escalona y hace unos meses expuso en esta misma sala dentro de PhotoEspaña, o Sebastião Salgado (y sus imágenes en blanco y negro de la hambruna en Etiopía en 1985), quien nos dejó el pasado 23 de mayo.

A ellos se suman una treintena de fotógrafos españoles: Alberto García-Alix, Ramón Masats (su famosísimo partido de fútbol entre sacerdotes), Maspons, César Lucas, Agustín Centelles, Ricard Terré, Gonzalo Juanes, Manolo Laguillo, Alberto Schommer, Gabriel Cualladó, Carlos Saura, Javier Campano, Cristina de Middel…

Imagen principal - Arriba, 'Paraíso perdido', 2024, de Adriana Loureiro Fernández. Sobre estas líneas, a la izquierda, 'Calle Serrano',

Imagen secundaria 1 - Arriba, 'Paraíso perdido', 2024, de Adriana Loureiro Fernández. Sobre estas líneas, a la izquierda, 'Calle Serrano',

Imagen secundaria 2 - Arriba, 'Paraíso perdido', 2024, de Adriana Loureiro Fernández. Sobre estas líneas, a la izquierda, 'Calle Serrano',

Una nueva mirada
Arriba, ‘Paraíso perdido’, 2024, de Adriana Loureiro Fernández. Sobre estas líneas, a la izquierda, ‘Calle Serrano’,
ABC

Además de las 174 instantáneas (cinco de ellas tomadas en Madrid), se muestran prototipos, cámaras Leica de distintas épocas, anuncios publicitarios, revistas, vídeos… Material de la colección del Ernst Leitz Museum en la ciudad alemana de Wetzlar, madre nodriza de la compañía. Junto al archivo de su colección histórica está en su punto de mira el talento emergente.

Karin Rehn-Kaufmann, directora artística de Leica Gallery International y comisaria de la exposición, explica que «en 1925 una pequeña cámara cambió el mundo: la Leica I. Revolucionaria en diseño y espíritu, puso el poder de contar historias en manos de quienes se atrevieron a mirar más de cerca. Era más que una máquina: era una llave a la calle, al alma, al silencio entre momentos. Con ella, la fotografía salió del estudio y entró en la vida. Desde la turbadora quietud de la guerra hasta la alegría de la humanidad cotidiana, estas imágenes nos recuerdan que la Leica no solo documentó el siglo XX, sino que ayudó a definir cómo lo vemos. En cada encuadre hay un latido. En cada clic del obturador, una decisión de ser testigo«.

«Leica no solo creó una cámara, sino un receptábulo de la memoria que aún inspira al mundo»

Karin Rehn-Kaufmann

Directora artística de Leica Gallery International

«Celebrar la Leica I -prosigue la comisaria- es celebrar casi un siglo de visión, valentía y conexión. Estas 174 fotografías nos han recordado lo extraordinario en lo cotidiano, la luz en el rostro de un desconocido, la quietud tras el conflicto, la risa, la soledad, la verdad. Leica no solo creó una cámara, sino un receptábulo de memoria que aún inspira al mundo«. La acompañaban en la presentación de la muestra Marta Rivera de la Cruz, delegada de Cultura, Turismo y Deporte del Ayuntamiento de Madrid; Matthias Harsch, CEO de Leica Camera AG; Andreas Kaufmann, presidente y accionista mayoritario, y Javier Liedo, director general de Leica Camera Iberia.

Como curiosidad, se creó una Leica M-A ex profeso para el Papa Francisco, que le entregaron en 2024. Es un modelo único personalizado para el Pontífice; analógica, en blanco y con el escudo del Vaticano. Dicen que se emocionó al recibirla. En noviembre se subastará con fines benéficos. Su precio de salida: 30.000 euros. Podrá verse en la galería de Madrid el 27 de este mes. Leica cuenta con una red de 28 galerías repartidas por cuatro continentes. En Madrid abrió sede en 2019 en el número 34 de la calle Ortega y Gassett. Se suma al centenario de la marca con la muestra ‘Magic moments’.

«La Leica se hizo famosa porque fotógrafos importantes la estaban utilizando, no porque sea mejor que otras»

Leica al hombro, paseaba por la exposición César Lucas, quien recordaba que su primera fotografía, a los 16 años, la publicó ABC con la firma ‘César’. Le pagaron 25 pesetas. La hizo con una cámara que le prestó una amiga. Retrató a un australiano que dio la vuelta al mundo a pie y al que se encontró casualmente en la plaza de Cibeles. Comenta que ha tenido tres Leicas (la primera la compró en el 62 o el 63), una de ellas la lleva a cuestas. «Es de mi colección. Ha sido una cámara histórica, que ha tenido una repercusión internacional en el mundo de la fotografía que otras cámaras no han tenido. Es una cámara buena». ¿Pero a qué debe su gran éxito? «Creo que se hizo famosa porque fotógrafos importantes la estaban utilizando, no porque sea mejor que otras. Quizá se deba al uso que se hizo en un momento por unos fotógrafos que trabajaban en unas revistas espectaculares, y eso le dio a la cámara un nombre y una leyenda». Con la Leica, César Lucas tomó fotografías como una realizada en La Habana que cuelga en la exposición. Larga vida a Leica, una cámara que sigue viva porque la fotografía está viva.

García-Alix: «Juego con la Leica, es un juguetito maravilloso»

Hablamos con Alberto García-Alix junto a dos de sus fotografías presentes en la exposición. ¿Cómo ha sido su relación con Leica, cómo la descubrió, qué ha aportado a su fotografía? «En los años 70 utilizaba la Nikon F2 y luego la Nikon F3. En 1993 me compré la primera Leica. Todos conocíamos lo que es Leica, el mito». ¿Qué hace que sea un mito? «Cuando aparece la Leica en los años 20 lo que viene a aportar es velocidad. Es una cámara de 35 mm. que no pesa. No es una cámara como las que se empleaban entonces, que eran muy pesadas. Y, para enfocar, la Leica aporta rapidez. Tiene una buena óptica, se puede llevar en el bolsillo, se puede meter en cualquier sitio, no hace ruido al disparar…».

Ha tenido tres Leicas. «La primera, una M-6, me la robaron en París en el 93. A los pocos meses me dieron un galardón. Y el premio era una Leica». Pero añade: «No es oro todo lo que reluce en esta vida. El mito es una cosa y luego… Cuando me la compré pensaba que iba a ser mejor que la Nikon y no es verdad. La Leica es un juguete que te compras para mirar, un juguetito maravilloso. Juego con ella. Te permite emplear tu curiosidad. Yo trabajo en general con medio formato, con una Hasselblad. Pero a la calle voy con la Leica de 35 mm. Yo no uso digital».

¿Para ser un gran fotógrafo tiene que pasar por sus manos una Leica? «No, eso es un mito. Para ser fotógrafo lo importante es mirar. Es cómo dialogas con lo que miras». ¿Tiene, pues, algo de romanticismo el mito de Leica? «Creo que sí. Lo que pasa es que Leica ha aportado mucho a la fotografía. Y todos los grandes fotógrafos han tenido una Leica y han fotografiado con una Leica». ¿Sus mejores fotografías las has hecho con esa cámara? «No, con la Hasselblad. Me siento más cómodo en el formato medio. Me reconozco más. Pero amo la fotografía de calle. Y trabajo con una Leica. Todas las cámaras sirven para lo mismo, para mirar y fotografiar. Es como tú dialogas con lo que tienes».

García-Alix habla de las dos fotografías que tenemos a la espalda. «Son del 36. El primer día de la guerra en Barcelona». En una cartela, una de ellas está fechada en el 32: «¡Hala, qué error han cometido!» Busca a alguien para que lo subsane enseguida.