«Mira, yo lo que te cuento en esta película es lo que pudo ocurrir entre Hazán Bajá y Miguel de Cervantes», explicaba Alejandro Amenábar en la entrevista que ABC publicó este domingo con motivo del estreno de ‘El cautivo’. Su nueva película narra … los cinco años de encarcelamiento que sufrió en Argel el autor de ‘El Quijote’ –interpretado por Julio Peña–, sus intentos de fuga y el romance que, según la versión escrita por el oscarizado director, vivió con el citado gobernador otomano de la ciudad, al que da vida el actor italiano Alessandro Borghi, entre 1577 y 1580.
Antes de despedirse, sin embargo, Amenábar duda: «Debo ser un ingenuo como Cervantes, que intentó fugarse cuatro veces y las cuatro lo pillaron, pero siempre se salvó de ser condenado a muerte. Igual soy un incauto por pensar que esta vez también me voy a salvar yo», apunta el cineasta sobre el debate que ya está generando, antes incluso de que se estrene el filme este viernes, la hipotética homosexualidad de nuestro autor más universal. Aunque, en realidad, el debate no es ni mucho menos nuevo, tiene casi medio siglo de existencia y su origen no está en España, sino en Francia.
«Es verdad que es un debate viejo que vuelve una y otra vez, pero lo cierto es que en los últimos años estaba ya un poco olvidado y ahora, con la película, se ha vuelto a poner de actualidad. Sin embargo, el efecto que genera una película de gran presupuesto como ‘El cautivo’ es mucho mayor que el que provoca cualquier ensayo. Eso implica que la imagen de Cervantes proyectada por Amenábar se va a quedar grabada en el espectador. En realidad, no pasa nada si Cervantes era homosexual, nadie se va a rasgar las vestiduras a estas alturas, pero tampoco pasa nada si no lo era. Lo importante es que es una hipótesis que no tiene peso ni pruebas», defiende el cervantista Adrián J. Sáez, profesor de la Universidad Ca’ Foscari de Venecia y responsable de la última edición de ‘Información de Argel’ (Cátedra, 2019).
De entre todas las teorías que han circulado con respecto a las zonas más desconocidas de su biografía, la de su posible homosexualidad es la que ha generado mayores comentarios y concentrado mayores esfuerzos. El primero en apuntar fue Fraçoise Zmantar, que publicó ‘Miguel de Cervantes y sus fantasmas de Argel’ en 1980. En este ensayo, el investigador galo señaló por primera vez la ambigüedad sexual mostrada por el autor de ‘El Quijote’ durante sus años de cautiverio en el norte de África. Su teoría, y la de otros compañeros posteriores, se basó en la sorprendente indulgencia que mostró Hazán Bajá con su prisionero, al que no ajustició a pesar de los numerosos intentos de fuga que encabezó.
Relación carnal
Según ellos, la razón se debió, con toda probabilidad, a que ambos mantuvieron una relación carnal como las que solían establecerse en Argel a finales del siglo XVI, entre un hombre mayor, conocido como «bujarrón», con un rol activo en la relación, y un hombre joven, el «garzón», al que se le daba un aspecto femenino y adoptaba un rol pasivo. «Esas relaciones seguían siempre el modelo de la Antigua Grecia y de otras zonas del Mediterráneo en el que el mayor enseñaba al joven a cómo comportarse en la sociedad y todo lo relacionado con la sexualidad. Sin embargo, Hanzán Bajá y Cervantes eran prácticamente de la misma edad y, por lo tanto, dentro de esa costumbres, esta posibilidad resulta impensable. Eso no quita que, en un momento dado, pudieran sentirse atraídos, aunque más por las pasiones que podían compartir, como la literatura, que por una cuestión física», asegura a ABC José Manuel Lucía Megías.
A pesar de su postura, este catedrático de Filología Románica de la Universidad Complutense de Madrid, presidente de honor de la Asociación de Cervantistas y autor de ‘Cervantes íntimo. Amor y sexo en el siglo de Oro’ (Plaza & Janés) es el experto que ha asesorado a Amenábar en la película. Y, aún así, no vacila: «Lo cierto es que no hay ninguna prueba que demuestren que Cervantes mantuvo relaciones con hombres. Su sexualidad es un misterio que nunca vamos a poder resolver con pruebas concluyentes. Lo único que podemos hacer, para conocerlo mejor, es situarlo en su época e intentar comprender cómo era la sexualidad en aquellos años, en el caso que no ocupa, en Argel. Por eso no tuve nunca dudas en colaborar con Amenábar, porque para mí no es una historia sobre su homosexualidad ni un melodrama gay, sino de amor, entendida como la gran pasión que los dos hombres comparten por la literatura, y una historia de comprensión del otro», subraya Lucía Megías.
La teoría sobre la condición sexual del dramaturgo fue cogiendo fuerza. Tras los «fantasmas argelinos» de Zmantar, el francés Louis Combet publicó en 1980 un largo ensayo sobre las supuestas tendencias masoquistas frustradas de Cervantes y su homosexualidad latente. Poco después, el mismo Fernando Arrabal defendió que el escritor había formado parte del grupo sodomita en torno a López de Hoyos, una «locura» –en palabras de Alberto Montaner, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Zaragoza y autoridad mundial en el autor de ‘El Quijote’– que tuvo mucho eco en los medios de comunicación. Y, por último, la hispanista italiana Rosa Rossi, quien con otros dos ensayos –’Escuchar a Cervantes’ (1987) y ‘Tras las huellas de Cervantes’ (1997)– terminó de dar forma al mito de su homosexualidad.
«Conjuras burdas»
«Todas estas conclusiones son el resultado de una serie de conjeturas bastante burdas, sobre todo en términos históricos y con los datos que tenemos hasta el día de hoy. Hay que tener en cuenta que ya había cervantistas en el siglo XVIII, puesto que es una de las ramas con más trayectoria de la filología hispánica. Eso quiere decir que estas conjeturas sobre su supuesta homosexualidad podrían considerar bastante recientes», apunta Montaner.
Rossi presentaba como pruebas textos literarios escritos por Cervantes, en concreto, ‘Información de Argel’, que se encuentra en la base de un buen número de teorías sobre su homosexualidad. Este documento legal en el que nuestro literato recopiló una serie de testimonios en 1580, siempre a su favor y dirigidos a la Corona, con el objetivo de obtener un puesto en la administración americana que le permitiera hacer frente a sus deudas cuando fuera liberado. Perdido durante más de dos siglos, fue descubierto en 1808 por Juan Agustín Ceán Bermúdez, director del Archivo de Indias, apareciendo por primera vez una referencia negativa sobre él, que él mismo hace pública para rebatirla.
En concreto, Cervantes informa de que un tal Juan Blanco de Paz, señalado como el traidor que reveló a Hazán Bajá el plan de fuga que organizó para él y otros sesenta caballeros españoles más, le acusa de cometer «algunas cosas viciosas, feas y deshonestas». Algunos expertos cervantistas como Rossi lo interpretaron como la mencionada relación homosexual. «No deja de ser un documento escrito por el propio Cervantes, por lo que está dando su versión de los hechos. Es decir, que no sabemos lo que pudo ser y ahí es donde viene precisamente esa doble vertiente a la hora de acercarte a los hechos del pasado. Por un lado, estamos los historiadores y los filólogos, que tratamos de comprender lo que sucedió de verdad, sin cambiar absolutamente nada de la realidad. Y luego está la otra forma de intentar acceder al pasado, que es como escribiría un poeta, según decía el propio Cervantes, que no es escribir tanto lo que pasó sino lo que debió pasar», explica Lucía Megías.
La sociedad de Argel
En la alfombra roja del Royal Alexandra Theatre de Toronto, junto a Peña y Borghi, Amenábar explicó que «lo que le pasó a Cervantes es que entró en contacto con la cultura del enemigo y paradójicamente, era una cultura mucho más abierta y diversa». «Yo creo que a Cervantes –continuaba– le debió explotar la cabeza, literalmente, cuando salió a las calles de Argel y se encontró con estos desfiles de corsarios, con todos sus novios, engalanados, la libertad, la diversidad, la mezcla que había y la libertad sexual y concretamente homosexual que existía en Argel en aquel momento».
Para Montaner, esa interpretación también es un error habitual: «Se suele decir que la sociedad de Argel que conoció Cervantes era mucho más abierta sexualmente que la Castilla en la que había vivido hasta que fue raptado, pero yo creo que, en líneas generales, no era así. Es cierto que Argel es un puerto internacional en el que pudo haber zonas donde las costumbres se relajen más que en otros sitios, pero el conjunto de la ciudad se regía por la sharia, por la ley islámica, que prohibía tajantemente la homosexualidad. Aquí caemos fácilmente en la argumentación circular: queremos justificar que Cervantes era homosexual por cómo era Argel y justificamos cómo era Argel porque Cervantes era homosexual».
Y se pregunta: «Si mantenía un romance con Hazán Bajá, ¿por qué se intenta escapar cuatro veces o por qué al final deja que le rescaten? No tiene sentido. La argumentación está viciada por todas partes. Todo se basa, por lo tanto, en el cliché de la sociedad tolerante y sexualmente abierta que se vende sobre el Argel de la época, lo cual no es cierto. Por último, si aceptemos esa teoría, Cervantes sería bisexual, porque lo que sí sabemos es que tuvo una hija en una relación adultera. No puedes decir que se casó como tapadera de su homosexualidad, porque fue una relación extramatrimonial».