Para empezar, los titulares; expolio digital, dilución del valor mercado, competencia desleal, pérdida de innovación, desaparición de derechos de autor. «Desde 2016 la piratería del libro no ha bajado del 30% por ciento», informa Jorge Corrales, director general de CEDRO, en el madrugador arranque de la segunda jornada del Forum Edita. «¿Es un fallo en el marco legal o un fallo de mercado?», se pregunta durante una ponencia que, centrada en los efectos nocivos de la inteligencia artificial generativa, viene a poner cifras, letras y amenazantes señales de alarma a lo que Enrico Turrin, director adjunto de la Federación Europea de Editores, calificó ayer de «el mayor robo de la historia de la edición». «Estamos en un proceso de democratización de la pirateria por intereses de empresas tecnológicas», alerta Corrales.
En la pizarra, alimentando el desasosiego, bases de datos extractivas como Books1 y Books2 y el escándalo de LibGen, biblioteca pirata que facilita el acceso a obras impresas vulnerando sistemáticamente los derechos de autor. «Es una plataforma pirata de origen ruso que incluso el FBI bloqueó en Estados Unidos. Pero lo que se bloqueó en el pasado sirve para potenciar modelos de negocio en este mismo país y es utilizada para entrenar modelos como Chat GTP o Llama sin compensación», explica Corrales. «Se están traspasando todo tipo de límites éticos y legales», añade.
Expolio y vulneración
A la hora de dimensionar el problema, el director general de CEDRO detalla que la entidad ha identificado en estas plataformas obras de más de 41.000 autores españoles y de más de 1.100 editoriales. Obras que sirven para entrenar la inteligencia artificial y cuyo abuso representa, volvemos a los titulares, «un expolio digital de los contenidos del sector, la dilución del valor de mercado y una pérdida en la innovación». «Se está impulsando la IA vulnerando la propiedad intelectual; no se puede utilizar nada pirata para desarrollar nada».
La solución, asegura, pasa por un marco legal que regule de manera efectiva. De lo contrario, lo que le espera al sector editorial es un futuro de precarización laboral en ámbitos creativos como la escritura, la traducción y la edición y, sobre todo, de “concentración del valor añadido en el modelo económico”.
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