En el panorama de la arquitectura española, pocos nombres despiertan tantas asociaciones con lujo y celebridad como el de Joaquín Torres. Al frente del estudio A-Cero, junto a Rafael Llamazares, lleva más de dos décadas transformando solares en residencias de ensueño para algunos de los rostros más conocidos del deporte y la música. Cristiano Ronaldo, Zinedine Zidane, Alejandro Sanz o Elsa Pataky forman parte de una lista de clientes que, a base de proyectos singulares, han cimentado su reputación como el «arquitecto de los famosos».
Su estilo es inconfundible: volúmenes potentes, geometrías escultóricas y una búsqueda constante de equilibrio entre arte y funcionalidad. Sin embargo, más allá de lo formal, Torres ha sabido entender algo clave en el mundo del lujo: la arquitectura no solo construye casas, también construye marcas.
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El peso de la marca en la arquitectura de élite
Foto: A-cero
En una entrevista con el portal Idealista, el arquitecto lo resumía con claridad: «La inmensa mayoría de celebridades que han venido a nosotros ha sido por un concepto de marca«. Un cliente estrella, al final, no busca únicamente enamorarse de una estética; busca la tranquilidad de estar en manos de un nombre reconocido, de alguien que simbolice prestigio.
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El ejemplo de Cristiano Ronaldo lo ilustra a la perfección. Según Torres, «no le gusta especialmente mi arquitectura, pero confió en nuestro trabajo porque, en ese momento, preguntó cuáles son los buenos arquitectos residenciales, y al igual que va a Gucci a comprar su ropa, vino a nosotros porque sabe que lo que hacemos es lo mejor«. La comparación con el universo de la moda de lujo revela cómo funciona este mercado: se trata de adquirir lo mejor, lo más exclusivo, aunque la afinidad estética quede en segundo plano.
Una trayectoria marcada por casualidades
El primer gran encargo de Joaquín Torres en el mundo celebrity llegó casi por accidente. Coincidió con el futbolista Fernando Hierro en una tienda de ropa madrileña que él mismo había reformado. Al deportista le fascinó el resultado y decidió confiarle su vivienda. «No sabía quién era, ya que no me gusta el fútbol», recuerda el arquitecto. A partir de ese momento, el boca a boca hizo su trabajo: un famoso llevó a otro, y así hasta consolidar una reputación que lo colocó en el radar de deportistas, cantantes y actores.
Los retos de trabajar para celebridades
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Diseñar para clientes de alto nivel no es siempre un camino sencillo. La vida personal y profesional de una estrella cambia a gran velocidad, y con ella las necesidades arquitectónicas. Como explica el propio arquitecto: «Cuando un cliente te escoge por concepto de marca, el miedo es permanente. Si además se suman fama, dinero, ego y juventud, el resultado se convierte en una mezcla explosiva».
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El caso de Fernando Torres lo ejemplifica bien. «Me acuerdo de que era un chaval que ni estaba casado ni tenía hijos, y cuando le terminé la casa, estaba casado y con un hijo. Todo eso en el transcurso de dos años», señala Joaquín Torres. El propio futbolista reconoció que, de haberlo sabido, habría encargado una vivienda distinta, adaptada a su nueva situación familiar.
Una mirada al futuro
A pesar de estar vinculado al lujo, Joaquín Torres defiende una visión mucho más amplia de la arquitectura. La sostenibilidad y la eficiencia son para él pilares irrenunciables de lo que viene: «La construcción industrializada es el futuro. Si la automoción ya lo ha hecho, la arquitectura no puede quedarse atrás», declaraba en la misma entrevista.
Esa mirada trasciende lo exclusivo y lo ostentoso. Habla de responsabilidad medioambiental y de la necesidad de acercar la buena arquitectura a un público más amplio, sin renunciar a la calidad ni a la belleza. Porque para Joaquín, el reto del futuro es que el diseño deje de ser solo un símbolo de estatus y se convierta en una herramienta de bienestar accesible.
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