Este miércoles, 10 de septiembre, es un día importantísimo en la vida de la modelo y empresaria Mar Flores (56 años): sale a la venta su libro autobiográfico, Mar en calma, en el que narra los episodios más importantes de su vida. Lo hace con valentía, sinceridad y sin miedo.
Horas antes de que la obra literaria llegara a las librerías, EL ESPAÑOL ha tenido acceso a los cuatro primeros capítulos del libro. Un total de 31 páginas que se diseccionan en este artículo. El tomo arranca con la dedicatoria que Mar escribe a sus hijos.
Le sigue, acto seguido, un prólogo y una carta de la autora. Además, en este pequeño avance también se revelan los nombres con los que Flores firma los 42 capítulos del libro de su vida.
Algunos de estos enunciados hacen referencia a títulos cinematográficos, como Los cuatro jinetes del apocalipsis -haciendo alusión a quienes la traicionaron con la portada de Interviú-, En busca de la felicidad -filme protagonizado por Will Smith– o Million Dollar Baby, entre otros.
En lo que respecta a la emotiva dedicatoria, María del Mar Flores Caballero -su nombre real- brinda esta obra a sus cinco hijos: «A mis cinco hijos, para que cuando quieran, puedan o lo sientan, conozcan de mi puño y letra la verdadera historia de mi vida que nunca les conté».
La portada del libro de Mar Flores.
Y añade: «Espero que podáis extraer conclusiones justas que os ayuden a trazar vuestro camino y a recordar siempre que cada uno de vosotros sois mi razón de ser«. El prólogo de Mar en calma pone el acento en la injusticia social que vivió Mar en los años noventa.
«En los años noventa Mar Flores acaparó cientos de portadas de revistas, noticias de periódicos y horas y horas de tertulias de radio y televisión. ¿Los motivos? Por encima de su belleza o de su trabajo como modelo, actriz y presentadora se priorizaron sus relaciones sentimentales«, comienza este apartado.
«Era una mujer joven y guapa que salió con algunos hombres muy conocidos. A la sombra del escándalo, fue vapuleada, ofendida y acosada por todo un país que aún vivía bajo códigos machistas muy enraizados. Nadie se puso en su lugar», se agrega.
«Nadie vio a la hija, a la hermana, a la madre, a la amiga. Nadie vio a Mar, nadie la escuchó. Por eso ahora, muchos años después (…), Mar saca a flote a la mujer, la misma que sufrió la tiranía de una sociedad nada benévola con el género femenino«.
«A través de sus experiencias, jamás antes escuchadas y contadas en primera persona, descubriremos a la mujer que calló sin otorgar y sufrió un acoso despiadado. (…) Muchas de esas vivencias la convirtieron en una persona resolutiva y resiliente (…)», concluye el prólogo.
Carta de la autora
En la carta de la autora, Mar Flores descubre su suerte de vínculo con David Beckham (50), figura a la que, admite, prejuzgó: «Cuando hace unos meses decidí ver el documental de Beckham, admito que me senté ante la pantalla sin demasiadas expectativas«.
Mar Flores en un acto público.
Gtres
«Y quizá con algunos prejuicios, algo que yo misma, habiendo vivido lo que he vivido, no debería haber hecho. (…) Mi sensación al verlo, sin conocerlo de nada, fue que el resultado fue admirable y humanizaba a un personaje prejuzgado y a veces sentenciado socialmente«, relata Mar en la carta.
«El valor del triunfo para mí no es otra cosa que saber gestionar los momentos malos que te toquen en la vida y seguir adelante con fuerza. (…) Me he movido por amor y no concibo la vida y sus actos de otra manera«, defiende la modelo.
«(…) He podido comprobar que todas las personas que fueron a degüello conmigo, y a hacerme daño a conciencia, han tenido que pasar por situaciones cien mil veces más complicadas que las que me hicieron pasar a mí«, remacha Mar.
Acto seguido, Mar Flores reflexiona sobre el término soltar amarras: «He tardado muchos años en aprender a decir que no. En todos los ámbitos de mi vida, decía sí a todo. En la pasarela, en las sesiones de fotos, con mi familia, con mis amigos y con mis parejas».
Primer capítulo
La modelo y empresaria en un photocall.
Gtres
Se titula Una felicidad de otra época. En él, la empresaria y madre de Carlo Costanzia (32) habla de los dos mejores momentos que pasó con su familia: la Navidad y el verano. Rememora Mar cómo su padre «decoraba toda la casa«, «todos teníamos unos regalos de Reyes fantásticos».
«En verano, como por arte de magia, mi casa se transformaba y mis padres también. Ni siquiera discutían entre ellos, algo bastante común y a lo que nosotros, sus cinco hijos, estábamos bastante acostumbrados. Pero era arrancar el verano y cambiar el gesto«.
«(…) Volver a esos recuerdos, a mis 56 años, me sigue impactando muchísimo. Tanto y de tan buena manera que, en cuanto tuve hijos, repliqué los patrones de esa agradable sensación de felicidad«, concluye.
Segundo capítulo
Titulado como La edad de la inocencia. Aquí se zambulle Mar en los lazos familiares y afectivos. «Somos cinco hermanos, cuatro chicas y un chico. Yo soy la pequeña y creo que fui una persona deseada para mis padres, porque ya tenían tres niñas y un niño. Y me llevo muchos años con ellos, algo que me hace pensar que habían descartado tener más hijos», explica Mar.
«Han sido muchas las veces que he hablado con mis hermanas para preguntarles su versión. ¿Fui una niña deseada? (…) ¿Mi infancia fue feliz? ¿Papá y mamá me querían? (…) Mis hermanas cuentan que (…) mi llegada supuso una felicidad inmensa para todos los miembros de la familia».
Mar rescata del pasado un durísimo trance en la vida de su madre: «Entre mi hermano y yo, mi madre sufrió algún aborto natural y un parto malogrado, en el que perdió mucha sangre. Hubo que ponerle transfusiones, con la añadida mala fortuna de que, en una de ellas, la transmitieron la hepatitis, una enfermedad que le complicó bastante la vida».
Después de aquello, nació Mar: «Mi madre siempre sintió la pesada carga del miedo de haberme contagiado algo malo. Creo que tenía verdadero pánico a que yo pudiera estar enferma por su culpa. (…) Reconozco que nunca me senté con mi madre a hablar de esto».
En este episodio, Mar Flores revela que su progenitora padeció una cirrosis hepática: «Con el tiempo, viví muy de cerca y con la impresionabilidad que da la juventud su deterioro de salud, algo que resultó muy duro para mí».
«Ver a una mujer como ella, que jamás había bebido nada de nada, con una cirrosis hepática gravísima resultaba demoledor. No fui consciente de eso hasta que mis hermanas acabaron contándomelo. (…) Yo siempre veía a mi madre un poco triste, quizá hasta un poco depresiva«.
«(…) He sentido muchas veces que entre nosotras quedó una importante conversación pendiente. (…) Sé que ella estaba encantada de tener a su niña pequeña, que era yo, pero siempre sentí que vivía con ese pánico brutal y, por desgracia, me lo transmitió».
«Mi madre, aparte de vivir en una constante preocupación, tenía un TOC de la limpieza bestial. Todo en casa estaba perfecto. Era capaz de montarte un número por encontrarse una cosa cambiada de sitio. (…) Con ella de cerca me sentía querida, pero un poco atada y vigilada«.
Tercer capítulo
Mar Flores en un acto público.
Gtres
Se titula este capítulo Pan duro. Ahonda en la capacidad de trabajo y esfuerzo que le inculcó su madre: que nadie es gratis y todo necesita tesón en esta vida.
«Cuando mi madre se enfadaba con nosotros, algo que podía suceder en cualquier momento y por cualquier insospechado asunto, se quitaba la zapatilla de andar por casa, la cogía con todas sus fuerzas y te la lanzaba desde el fondo del pasillo con una puntería alucinante«, narra Mar.
En esa línea, explica Mar en su obra que las discusiones entre sus padres eran constantes: «Mis padres no se separaron nunca, pero discutían mucho, supongo que como tantas parejas de la época. Las separaciones estaban mal vistas. (…) No recuerdo que tuvieran una vida social activa».
Detalla, además, la modelo las diferencias económicas entre la familia de su padre y de su madre: «Mis abuelos paternos tenían dinero, fincas, pisos. Podían presumir de tener buena posición. Pero la familia de mi madre no tanto«.
«De hecho, mi abuela materna se enfadó muchísimo con mi madre cuando le dijo que se iba a casar con mi padre. Tanto se enfureció que ni siquiera fue a la boda. Mi abuela consideraba que mi madre, viniendo de una familia humilde, no debía casarse con alguien con un nivel económico superior«.
En este capítulo, Mar Flores recuerda que su madre le hizo comer pan duro: «Puedo entender que mi abuela hiciera a mi madre comer pan duro. (…) ¿Pero que mi madre me hiciera a mí comer pan duro? Hasta tal punto llegaba su obsesión para hacerme entender que la vida era dura que no me dejaba comer el pan tierno que yo misma bajaba a comprar cada día«.
Cuarto capítulo
Mar Flores en un acto público en Madrid, en 2022.
Gtres
Recibe el título de El bofetón. Arguye en este capítulo Mar Flores que con su padre siempre se llevó de fábula, y él la consideraba su «hija favorita«. «Mis hermanas siempre protestaban: ‘Ya está la niña otra vez con papá’, decían. Creo que me tenían un poco de envidia».
Mar recuerda cómo en casa los horarios eran muy estrictos y cuando salía con las amigas siempre debía regresar a las diez de la noche, ni un minuto más tarde. Pasaba miedo volviendo sola a casa y un día se atrevió a llegar más tarde para ir acompañada de sus amigas.
«Al entrar en casa, sin mediar palabra, mi padre me calzó un sonoro bofetón que me dolió en la cara, pero sobre todo en el alma. Nadie dijo nada más, pero la situación, a la semana siguiente, se volvió a repetir. Vuelta otra vez tarde, y vuelta otro bofetón«.
Así transcurrieron los días hasta que, cuenta Mar, un día llegó tarde adrede y se plantó ante su padre: «Papá, no me vas a pegar más. Llego tarde aposta. Llevo más de una hora sentada abajo, en la escalera, podría haber entrado antes y nada hubiera cambiado».
Y continuó su descargue contra su padre: «No me podéis insistir en esto de la hora: es absurdo que me hagáis venir sola y arriesgaros a que me pase algo. (…) ¿No os dais cuenta de que un tortazo jamás arregla nada? Mi padre me escuchó y nunca más volvió a hacerlo».