El rover Perseverance de la NASA ha hecho un descubrimiento, que podría tener consecuencias revolucionarias en el futuro. El equipo del intrépido robot nuclear ha constatado la presencia de posibles biomarcadores dentro de una muestra tomada en el valle Neretva, en el borde occidental del cráter Jezero. Estos biomarcadores ya se habían detectado el año pasado, pero ahora se han recabado evidencias más sólidas de su naturaleza. Los biomarcadores o biofirmas —posibles rastros de vida microbiana— detectados consisten en fosfato de hierro hidratado en forma del mineral vivianita y sulfuro de hierro formando el mineral greigita. Estas manchas o nódulos tienen un tamaño inferior a un milímetro y se hallan dentro de rocas arcillosas con abundantes sustancias orgánicas. Estas rocas sedimentarias se formaron además en presencia de agua líquida en el pasado remoto de Marte.

Recreación del valle Neretva hace miles de millones de años, cuando corría el agua líquida y, quizá, puede, a lo mejor, surgió la vida en Marte (NASA/JPL-Caltech).

Vale, dicho así no parece gran cosa —o, al menos, nada que tenga que ver con posibles marcianos—, pero estos biomarcadores se originan mediante reacciones redox —de transferencia de electrones— que en la Tierra emplean algunos microorganismos para generar energía y crecer. De hecho, en nuestro planeta hay microorganismos que producen greigita, mientras que la vivianita se asocia normalmente a depósitos de materia orgánica en descomposición como las turberas. La clave para saber si podemos gritar «¡en Marte hubo vida!» es saber si existen otros procesos que no involucren a formas de vida —abióticos— que puedan generar estos depósitos. La respuesta es, lamentablemente, sí, pero se requieren elevadas temperaturas, entornos ácidos o la presencia de moléculas orgánicas muy concretas. La roca de donde procede la muestra analizada por Perseverance no presenta pruebas de haber sufrido temperaturas muy altas o haber estado en un entorno muy ácido, y tampoco parece probable que las sustancias orgánicas presentes puedan generar estas reacciones de forma espontánea.

Contexto del cráter Jezero y Neretva Vallis, donde está Perseverance (NASA).
Selfie de Perseverance con la roca Cheyava Falls delante, con el rastro del instrumento de abrasión y el agujero del taladro (NASA/JPL-Caltech/MSSS).

La muestra analizada, recogida el 21 de julio de 2024 (la 22ª muestra obtenida por Perseverance), fue bautizada como ‘Sapphire Canyon’ y procede de ‘Cheyava Falls’, una roca plana de 1 metro de largo por 0,6 metros de ancho con vetas blancas de sulfato de calcio situada en la formación ‘Bright Angel’, en Neretva Vallis, el antiguo lecho de un río marciano de 400 metros de ancho. Los depósitos de vivianita y greigita forman pequeñas manchas en la roca visibles en las imágenes de la cámara del instrumento WATSON del rover, por lo que el equipo de Perseverance las bautizó como «manchas de leopardo». Efectivamente, muchos se acordarán de que ya en julio del año pasado la NASA anunció que esta roca contenía posibles biomarcadores. ¿Qué ha cambiado desde entonces?

Lugar de la roca Cheyava Falls en Neretva Vallis (NASA/JPL-Caltech/ASU/MSSS).
Mosaico de la cámara Mastcam-Z de la roca Cheyava Falls y sus alrededores (NASA/JPL-Caltech/ASU/MSSS).

Pues que ahora se ha publicado, por fin, el paper del descubrimiento en Nature donde el equipo de la misión ha recabado más evidencias de la naturaleza de estos biomarcadores. Cuando se anunció el descubrimiento de las manchas de leopardo en Cheyava Falls el año pasado los investigadores habían confirmado la presencia de sustancias orgánicas, hierro y fosfatos en la roca usando los instrumentos principales del rover, el espectrómetro Raman SHERLOC y el espectrómetro de fluorescencia por rayos X PIXL, pero no estaba claro qué minerales formaban estos compuestos y cuáles eran sus características precisas. Tras un concienzudo análisis, ahora sabemos que las manchas de leopardo contienen casi con total seguridad vivianita y greigita, dos minerales que, como hemos visto, se asocian a la acción de microorganismos en la Tierra. Un dato que ha llamado la atención de los investigadores es que Cheyava Falls es una de las rocas más jóvenes estudiadas por Perseverance (la datación exacta es imposible sin traer las muestras a la Tierra para efectuar un análisis de radioisótopos, pero se puede estimar su edad relativa con respecto a otras formaciones de la zona). Lo lógico era esperar que estos biomarcadores apareciesen en las rocas más antiguas, formadas cuando las condiciones en Marte eran más favorables para la presencia de vida.

Imagen de la cámara WATSON de Chevaya Falls con las manchas de leopardo y las incrustaciones de olivino (NASA/JPL-Caltech/MSSS).
a) Imagen nocturna de la cámara WATSON de Cheyava Falls tomada en el Sol 1188 a 3,91 cm de distancia. La resolución es de 21.0 ± 0.4 µm por píxel. b) La imagen de WATSON con la imagen del instrumento SHERLOC obtenida en los Soles 1201-1202 a unos 4 cm de distancia con una resolución de 10 µm por píxel. d) Espectros Raman de SHERLOC Raman (NASA/JPL-Caltech/MSSS).
Diagramas con las proporciones molares de determinados elementos y óxidos detectados por el instrumento PIXL (Joel A. Hurowitz et al.).

Naturalmente, podrían existir procesos abióticos capaces de crear estos minerales, de ahí que haya que ser prudente con el descubrimiento. ¿Cómo salir de dudas? Pues, como comentábamos el año pasado, trayendo esta, y otras muestras, a la Tierra, que es precisamente el motivo por el que han sido recogidas por Perseverance. No obstante, y como ya sabemos, las dos sondas de la misión MSR (Mars Sample Return) para traer las muestras de Perseverance a nuestro planeta están en estos momentos canceladas de facto. La posible presencia de biomarcadores en estas muestras debería ser un acicate para que esta misión sea finalmente aprobada. Y es que no deja de ser una paradoja el hecho de que al fin tengamos en nuestras manos —o, mejor dicho, en el interior robótico de Perseverance— una posible prueba de que la vida apareció en el Marte primigenio y, sin embargo, no tengamos la voluntad política para traerla a la Tierra.

Recorrido de Perseverance desde 2021 (NASA).
Arquitectura original de MSR, con la sonda SRL y su cohete MAV (derecha), Perseverance (centro) y el orbitador europeo ERO (arriba). La misión se halla actualmente cancelada (NASA).

Referencias: