«El estudio es de buena calidad. Una prueba evidente es que se publica en una revista científica con un factor de impacto de 18.0, lo que la sitúa en la revista n.º 6 de 419 revistas científicas indexadas en el campo de conocimiento de PUBLIC, ENVIRONMENTAL & OCCUPATIONAL HEALTH. Al ser una revisión sistemática con metaanálisis, incluye la mejor evidencia científica disponible hasta hace un año (30 de septiembre de 2024) y los datos de los 17 estudios con un mayor rigor metodológico; por lo tanto, los datos son más que sólidos».  

¿Cómo encaja con la evidencia existente? 

«Sigue sumando a la evidencia obtenida para otras franjas de edad, que ya ha señalado que las intervenciones de prevención primaria de la obesidad infantil tienen dificultades para obtener mejoras estadísticamente significativas en la evolución del estado ponderal y sobre todo clínicamente relevante. Tal y como concluye el artículo, conviene repensar este tipo de intervención y añadiría que en ese repensar se debe contemplar la conceptualización, los fundamentos teóricos y las metodológicas y actividades en su conjunto».  

¿Hay limitaciones importantes a tener en cuenta? 

«No incluye estudios de intervención cuasiexperimentales y estamos de acuerdo en que debe incluir solamente la mejor evidencia científica disponible. Sin embargo, sería interesante saber cuáles son sus resultados si también se incluyeran dichos ensayos cuasiexperimentales».  

¿Las conclusiones pueden extrapolarse a España, aunque no se hayan analizado datos de España en el estudio? 

«En ciencias del comportamiento basadas en un enfoque de determinantes sociales de la salud, siempre conviene tener en cuenta el contexto económico, cultural y político en el que se desarrolla el estudio. Sin embargo, para este metaanálisis en concreto y debido a la globalización que ha existido a escala mundial en las últimas décadas, creemos que los resultados serían también similares en España».  

¿Significa que las intervenciones familiares no funcionan, o que no funcionan por sí solas?  

«Significa que la evidencia científica hasta el momento no halla resultados favorables para las intervenciones analizadas, que pueden ser muy cuestionadas a nivel de conceptualización, fundamentos teóricos y metodología.  

Por un lado, las intervenciones familiares dirigidas a familias que tienen niñas y niños de menos de 12 meses deberían abordar las causas de las causas y huir de meramente recomendar hábitos de salud concretos a llevar a cabo. Dichas intervenciones deberían promover la autoeficacia de las personas adultas referentes en el núcleo familiar. Esto significa conseguir que tengan el convencimiento profundo de que tienen la capacidad adecuada para introducir hábitos de vida saludables en el crecimiento de sus hijas e hijos desde las primeras etapas de la vida. También deberían promover las habilidades materno-parentales alrededor de una crianza positiva que les ayude a introducir de forma adecuada la alimentación complementaria, el desarrollo motor, la incorporación de los hábitos de sueño y la construcción de un vínculo afectivo positivo en el núcleo familiar. Por último, conviene promover su capacidad de resiliencia, ya que les permitirá adaptarse de la forma más saludable posible a un entorno obesogénico que les dificulta el despliegue de sus habilidades innatas en el proceso de crianza. Así es como lo estamos evaluando en la Gasol Foundation a través de un estudio de intervención innovador centrado en la primera infancia. 

Por otro lado, mediante medidas políticas, legislativas, económicas y sociales, convendría transformar los entornos y los sistemas en los que se desarrolla actualmente la infancia desde el nacimiento y que influyen de forma clara sobre las familias que tratan de desplegar sus habilidades hallando multitud de dificultades para hacerlo efectivo.  

En definitiva, las intervenciones deben estar basadas en un enfoque de determinantes sociales de la salud, que huya de la mera prescripción clínica de conductas a llevar a cabo, para transformarse en modelos de intervención que faciliten el pleno despliegue de la función materno-parental de las familias».   

¿Cuáles pueden ser las implicaciones para el diseño de las políticas públicas? 

«Por un lado, se debe priorizar la transformación de los sistemas sociales y económicos en los que crece actualmente la infancia acompañada de sus familias, y que eso se traslade a la modificación de los entornos en los que despliegan sus primeros meses/años de vida. Medidas políticas de gran alcance como el Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Obesidad Infantil (PENROI) deberían ser más frecuentes a nivel mundial y en el caso de España se debería tratar de hacer efectivas las 200 medidas que incluye hasta el 2030. Planes y estrategias nacionales, regionales o locales dirigidas específicamente a promover la salud en un sentido amplio y holístico en la primera infancia también contribuirían de forma relevante a lograr que el próximo metaanálisis sobre este tipo de intervenciones presente resultados más favorables. También implica un cambio de modelo en el diseño y evaluación de las intervenciones preventivas en salud pública y, en concreto, en salud comunitarias. Tenemos que transitar de enfoques puramente biologicistas con enfoques biomédicos y clínicos a enfoque mucho más sociales con enfoques basados en los determinantes psicosociales de las conductas de salud que hagan efectiva una promoción de la salud a nivel comunitario efectiva».