Los ciclistas ascienden El Morredero rodeados de laderas calcinadas.

Los ciclistas ascienden El Morredero rodeados de laderas calcinadas. EFE

La oleada de fuegos que ha vivido la provincia de León y, concretamente, el valle del Silencio y los Montes Aquilianos, ha protagonizado el escenario del final de etapa en El Morredero


Dani González

Miércoles, 10 de septiembre 2025, 18:29

Todo era negro en el horizonte. Tan sólo un pequeño sendero en un tono más claro, gris asfalto, y pequeñas siluetas en bicicleta rompían esa imagen monocromática.

Este ha sido el escenario del final de la decimoséptima etapa de La Vuelta, en el alto del Morredero, en pleno corazón del valle del Silencio y en los Montes Aquilianos, una de las zonas más castigadas por el incendio de Llamas de Cabrera.

A la par que los ciclistas subían esta vertiente inédita en La Vuelta del alto del Morredero – en 1997 y 2006 se subió por otra cara de la montaña -, el panorama era desolador, con todo un fondo calcinado, negro, más propio de un volcán que de uno de los paisajes más bellos de la provincia de León.


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Era un paisaje lunar, devastado, sin vida, donde habitualmente el verde campaba. Era una jornada única para mostrar al mundo la belleza de este valle del Silencio pero se convirtió en un día triste, en parte, para los bercianos, que no pudieron enseñar la majestuosidad de sus montañas.

Pero, a la par, esta imagen era elocuente y representativa del infierno que han vivido distintas comarcas y valles bercianos y leoneses, desde Yeres, Las Médulas, Llamas de la Cabrera, Anllares, Laciana y Omaña, hasta Castrocalbón, Picos de Europa, Almanza y la vega del Cea o el valle del Curueño.

La decimoséptima etapa de La Vuelta, a su paso por El Bierzo también ha continuado con las protestas por el genocidio en Gaza y la oposición a la participación del equipos Israel-Premier Tech en la ronda española pero, además, ha mostrado al mundo el nivel de devastación de un verano horrible para cientos de hectáreas que han sido calcinadas.

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