El informe del ECDC se basa en los datos remitidos por los sistemas nacionales de vigilancia epidemiológica y, como se indica en este, estos no son todo lo completos que sería deseable, por lo que es muy probable que la magnitud del problema de las infecciones producidas por este hongo sea bastante mayor. En el informe se estudia la evolución de los casos diagnosticados en un periodo de 11 años (2013-2023), confirmando un preocupante aumento de estos, especialmente en los últimos cuatro años. Esto puede deberse, no necesariamente de forma excluyente, a un aumento real de las infecciones por el hongo y a una mejoría de los sistemas de diagnóstico y vigilancia.

Como en el informe previo, datado en 2022, se pone de manifiesto la gran concentración de casos en unos pocos países, entre los que España ocupa una posición muy destacada. Los casos recogidos son agregados, por lo que no es posible analizar con detalle las razones de esos incrementos. En el caso español, la mayoría de esos casos proceden de un par de hospitales de la Comunidad Valenciana, donde se detectaron los primeros casos de brote de C. auris en 2016. Esos brotes nosocomiales siguen produciendo casos, si bien con menor incidencia que hace unos años. En otros hospitales, tras la detección inicial se logró controlar la diseminación del hongo y es ahí donde se debe realizar el mayor esfuerzo: detección temprana de los posibles casos y aplicación de las medidas de prevención y control que impidan, o al menos limiten, la diseminación del patógeno.

Por último, destaca la llamada a la implementación de sistemas de vigilancia adecuados para este patógeno, que puede producir infecciones muy graves en pacientes hospitalizados. La falta de estos sistemas impide un conocimiento de la situación real, la adopción de medidas preventivas eficaces y una acción conjunta a nivel regional, nacional y europeo. Por ejemplo, en el informe no se recoge información sobre los posibles vínculos intra e internacionales de los linajes causantes de los brotes iniciales, lo que es esencial para entender la dinámica de expansión del patógeno, como ya vimos en las primeras olas del SARS-CoV-2. Nos consta, por ejemplo, que los brotes de Italia y España, dos de los países con mayor prevalencia de infecciones por C. auris, tienen orígenes diferentes. Sería interesante disponer de información genómica sobre los demás países para entender, y en su caso controlar, las diferentes vías de entrada, establecimiento y expansión del hongo en cada país.