El artista, museógrafo y académico Gustavo Torner falleció en su casa de Cuenca el pasado sábado, 6 de septiembre, a los cien años. Figura clave del arte español, perteneciente a la llamada segunda generación abstracta o generación de los años cincuenta del pasado siglo, su obra, muy diversa y difícil de clasificar, se adscribe por lo general a la vertiente más lírica, construida e intelectual del arte, alejada de esa otra línea expresionista de «veta brava» representada por El Paso.

Había nacido en Cuenca el 13 de julio de 1925. Estudió ingeniería de montes, que ejerció hasta que renunció para dedicarse plenamente a su obra artística. De formación autodidacta, sus primeros trabajos plásticos datan de los años cuarenta del pasado siglo y fueron de carácter figurativo, aunque evolucionarían hacia la abstracción texturalista.

Su trayectoria creativa se desarrolló a lo largo de más de ochenta años, sin limitarse a los campos habituales en los que suele desplegar su labor el artista plástico.

Aparte de su ya extenso catálogo de pinturas, esculturas (muchas de ellas monumentales, repartidas por la geografía española, como Reflexiones I, de 1972, que popularmente ha dado nombre a la «Plaza de los cubos» en Madrid), dibujos, collages o estampaciones, se adentró en ámbitos creativos diversos, como puede ser el diseño de tapices y alfombras, textil y mobiliario, la vidriera, el mosaico, la fotografía, el diseño gráfico e, incluso, en la escenografía y los figurines para obras de teatro, ópera y zarzuela.

En 1955 presentó su primera exposición individual en su ciudad natal. Desde entonces, realizó alrededor de cincuenta, entre las que se incluye una gran retrospectiva en el Museo Reina Sofía. También participó en bienales internacionales como las de Venecia o São Paulo y multitud de exposiciones internacionales.

Mención aparte merece su trascendental labor en el campo de la museografía, arquitectura y ordenación de espacios, en la que cabe destacar el diseño y montaje del Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, su larga colaboración en el diseño de las tiendas de Loewe, sus numerosas intervenciones en el Museo del Prado o la selección y montaje de exposiciones de la Fundación Juan March.

Torner era doctor honoris causa por la Universidad de Castilla-La Mancha y, desde 1992, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

En suma, su aportación al arte y la cultura es de una relevancia capital, y su figura renacentista es de muy difícil comparación en la esfera nacional e internacional. Su legado seguirá perviviendo gracias a su ingente obra y al Museo de Arte Abstracto Español y al Espacio Torner, ambos en su querida ciudad natal.

Consulte la cronología de Gustavo Torner elaborada por María López Rodríguez

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Sin manifiestos ni proclamas

Fotografía del grupo de artistas y amigos asistente a la apertura del Museo de Arte Abstracto Español, Cuenca. De izquierda a derecha y de abajo arriba: José María Yturralde, Jordi Teixidor, Salvador Victoria, Eusebio Sempere, Fernando Zóbel y Jaime Burguillos (primera fila); Gustavo Torner, Lucio Muñoz, Julio López Hernández, Carmen Laffón, Rinaldo Paluzzi, Amalia Avia, Juana Mordó y José Guerrero (segunda fila); José Abad, Nicolás Mateo Sahuquillo, Manolo Millares, Gerardo Rueda y Martín Chirino (tercera fila); una mujer sin identificar, Juan Manuel Ruiz de la Prada, una mujer sin identificar, Roxane W. Pollock (esposa de José Guerrero), Elvireta Escobio (esposa de Manolo Millares), Margarita Argenta (esposa de Martín Chirino), Alberto Portera y Manuel Rivera (última fila). Archivo Fernando Zóbel, Biblioteca y Centro de Apoyo a la Investigación, Fundación Juan March, Madrid. Foto: Fernando Nuño.

Como señala Arturo Sagastibelza, la contribución de Torner resultó decisiva para conseguir que Fernando Zóbel (1924-1984) instalara en las Casas Colgadas de Cuenca su colección de arte, en lo que después sería el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca, inaugurado en 1966, caso único de museo privado creado, dirigido y mantenido exclusivamente por artistas. Este museo ejerció una profunda transformación sociocultural en Cuenca, atrayendo a numerosos artistas y revitalizando la ciudad, convertida en uno de los focos protagonistas y difusores del arte español contemporáneo, hasta el punto de que la historiografía artística ha dado en denominar «Grupo de Cuenca» al integrado, principalmente, por los tres artistas fundadores del museo: Fernando Zóbel, Gustavo Torner y Gerardo Rueda (1926-1996); un grupo sin manifiestos ni proclamas, ya que nunca tuvieron intención de constituirse como tal, pero cuya afinidad queda definida por eso que se ha llamado la «estética de Cuenca», de reconocido influjo en la generación artística posterior.