Avanza la Vuelta hacia su epílogo con los sudores fríos del incidente o el altercado en el horizonte y cada día sin noticias de sucesos es un triunfo para la organización y los ciclistas. En Valladolid dos detenidos por tratar de saltar una valla … es todo el bagaje activista pro Palestina que ha tomado la carrera con derecho a la fácil vulnerabilidad. El comportamiento del público en Pucela dignifica el deporte, el ciclismo. Y la decisión de la organización de recortar la contrarreloj, limitarla a 12 kilómetros, recorrido totalmente vallado, la policía en su sitio, protege a la Vuelta de la violencia gratis.
En el Paseo de Zorrilla vence el gigante de las contrarrelojes, Filippo Ganna, rehabilitado de la caída que lo expulsó del Tour. Es el favorito en cualquier cita de reloj. La general se aprieta porque el portugués Almeida recorta distancia con Vingegaard, que va a menos. Diez segundos en la etapa y solo una desventaja de 40 segundos en la clasificación. A tiro lo tiene.
Valladolid es un paraje reconocible en la ronda española. Desde 1935, en la primera edición, hasta hoy, la capital de Castilla y León ha acogido 64 veces la carrera, como final o principio de etapa. Uno de los lugares más frecuentados por las diferentes direcciones de la carrera y que siempre ha respondido con talla y nota alta.
En la edición del noventa cumpleaños, la más triste que se recuerda por las protestas contra el equipo Israel y en favor de Palestina que han reventado etapas y puesto en peligro la salud de los ciclistas, Valladolid se blinda en acción coordinada por Unipublic, el organizador, las fuerzas de seguridad y el público que impone las palmas y los aplausos a los gritos de asesinos que dedican los manifestantes con las banderas palestinas a cualquier ciclista, sea de Israel o de cualquier otra formación.
A última hora del miércoles se reúnen en Valladolid la dirección técnica de la carrera, los responsables del ayuntamiento y las fuerzas de seguridad. El objetivo es reducir el recorrido de 27 a 12 kilómetros y definir un perímetro de seguridad alejado del extrarradio de la ciudad, en la zona residencial y abierta de Parquesol y en el área de la vega, superado el parque de la Alameda por donde la crono salía al exterior del campo abierto.
En una labor encomiable y digna de elogio, la organización consigue cambiar el trazado y concentrarlo en el Paseo de Zorrilla, en su doble calzada, donde es más fácil mantener la seguridad y la policía puede actuar con más rapidez.
El resultado es una contrarreloj vallada de principio a fin, tan separada de la voluntad de la Vuelta, puertas abiertas al público, contacto con sus héroes, nada de verjas. Las vallas limitan la acción de los protestantes con ánimo violento y el resultado es una mínima incidencia de un par de exaltados en la calzada a los que la policía reduce en segundos.
«La Vuelta ha hecho un trabajo increíble en tan poco tiempo. Había mucha policía y nos hemos sentido totalmente seguros», dice el vencedor de la etapa Filippo Ganna. «Con el recorte de la etapa me he sentido seguro», comentó el líder, Jonas Vingegaard.
Los ciclistas compiten con un ojo en el trazado y otro en el personal al otro lado de las vallas. La contrarreloj es la más llana que se recuerda en los últimos tiempos, acorde a la orografía de Pucela. Una primera parte sinuosa y que exige habilidad en la conducción al apurar las curvas, y otra que es un circuito de Fórmula 1, dos largas rectas que profundizan en la arteria principal de la ciudad.
En la zona inicial hay equidistancia y pronóstico de lucha. En la segunda Filippo Ganna impone su volumen. Hombros de gigante, brazos en perfecta escuadra, el torso en horizontal, 85 kilos que mueven watios como manivelas.
Al ciclista de Verbania no se le mueve una ceja en la aceleración por el Paseo de Zorrilla. Es una bola de músculos que se transporta a la victoria a velocidad supersónica, 56,2 kilómetros por hora después de atravesar dos kilómetros por calles del centro junto a la iglesia de San Pablo.
Jay Vine, el todoterreno australiano del UAE, amenaza a Ganna con su estado de forma colosal. Por un segundo no lo levanta del sillón.
Detrás de la pareja que deslumbra, asoma el ciclista que crece. Joao Almeida y su ritmo diésel se colocan en tercera posición, ocho segundos por detrás del italiano. El portugués sigue al alza y da la impresión que le perjudican los recortes de las etapas producto de las algaradas pro palestinas. El plante de la etapa de Mos, sin el último puerto, también el de la contrarreloj en la que obtiene diez segundos de ventaja sobre Vingegaard.
El vikingo ganador de dos Tours va descontando hojas del calendario en modo supervivencia. No ha obtenido un segundo de ventaja sobre Almeida desde hace nueve etapas, cuando atacó y ganó explosivo en Valdezcaray.
Nueve días con el maillot rojo que le pesan. No es el Vingegaard del Tour. «Mi objetivo es mantener el maillot rojo y llegar a Madrid. Seguro que tendré ataques de mis rivales, pero espero resolverlos», dice en Valladolid.