Como esos urbanitas que se conceden un par de semanas en el campo para pronto regresar al lugar que en el fondo les hace sentirse … bien, la escultura ‘Elogio del Hierro III’ recuperó este viernes el lugar que le corresponde en Bilbao, tras haber pasado unas vacaciones de siete años en las praderas de Chillida Leku. Junto al estanque de la plaza Circular, la escultura encargada por el BBVA para adornar la que fue su sede en la villa, se convirtió en una de las estampas más características de la ciudad. Su inauguración en 1997 atrapó la atención mediática y la de los ciudadanos, y para la posteridad quedó la foto donde los transeúntes quedaron inmortalizados, entre ellos el artista Jesús Mari Lazkano. Admiraban la nueva incorporación al paisaje (al lado del recién nacido fosterito del metro de Abando), que tras dos décadas quedó desdibujado cuando por las obras en el entorno la obra de arte fue trasladada a respirar la tranquilidad y el aire puro de Chillida Leku. Pero ‘Elogio’ no nació pensado para el campo, el hierro oxidado tiene que ver con el corazón de Bilbao, con sus industrias y sus barcos, y era de recibo que regresara a la ciudad para la que fue concebido. Finalmente, gracias a la cesión a largo plazo que ha hecho la institución bancaria, vuelve a ocupar el espacio público que tanto deseaba el propio escultor para sus obras.

La escultura, imponente con sus cuatro metros de altura y sus 18 toneladas, aguardaba cubierta con un velo blanco, asemejándose a una novia esperando a descubrirse en el momento más importante. La inauguración resultó solemne, con las autoridades congregadas para darle la bienvenida. Estuvieron Ibone Bengoetxea, vicelehendakari primera y consejera de Cultura y Política Lingüística del Gobierno Vasco; Elixabete Etxanobe, diputada general de Bizkaia y presidenta del patronato del Bellas Artes; Luis y Mikel Chillida, presidente de la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce y director de Desarrollo de Chillida Leku, respectivamente; Carlos Torres Vila, presidente de BBVA; Juan Mari Aburto, alcalde de Bilbao; Mireia Massagué, directora de Chillida Leku; Rafael Pardo, director de la Fundación BBVA y vocal del museo, y el propio director de la pinacoteca, Miguel Zugaza.

Carlos Torres Vila procede a destapar la obra junto a Elixabete Etxanobe.

Carlos Torres Vila procede a destapar la obra junto a Elixabete Etxanobe.

Ignacio Pérez

Etxanobe aludió al doble homenaje que representa la obra que ya puede disfrutarse en el parque: «Por un lado, a un material esencial en toda la trayectoria creativa de Chillida. Y por otro, a la tradición metalúrgica de la ciudad y del territorio, Bizkaia. Forjado con el esfuerzo, la energía y la creatividad colectiva de sus gentes, el hierro ha sido durante siglos motor económico, identidad cultural y también paisaje compartido, y Chillida supo traducir ese legado en formas artísticas llenas de intensidad y de significado». Etxanobe agradeció finalmente al presidente del BBVA el haber hecho posible este regreso.

Torres Vila, por su parte, expresó «el honor» que supone para él «y para el BBVA celebrar el retorno de esta escultura a Bilbao, en la Plaza Chillida, en honor a Eduardo, y en un lugar emblemático a la entrada del museo». Citó la coincidencia con un «momento muy especial» para el Bellas Artes, «inmerso en este ambicioso proceso de transformación que no sólo amplía sus espacios, sino que refuerza también su papel como uno de los principales focos de atracción cultural en España y en Europa». Recordó que la obra que el banco ha cedido «fue concebida por y para Bilbao como un tributo a su tradición siderúrgica. La realizó Chillida por encargo del banco y es parte de nuestra historia, de la del BBVA y de la de Bilbao, una ciudad con la que tenemos fuertes lazos que nos unen. Y por eso me produce especial ilusión su vuelta gracias al acuerdo entre BBVA y el Museo de Bellas Artes».

Uno de los hijos del artista, Luis Chillida, tuvo palabras de recuerdo para su padre: «Para aita esta escultura fue un trabajo muy especial. Fue una obra pensada y preparada para Bilbao, un homenaje a la importancia de este material industrial. Y tras unos años maravillosos que ha pasado con nosotros en Chillida Leku, la escultura regresa porque este es su sitio, un museo muy querido para él, muy especial. Y vuelve a un espacio público, algo muy importante, pues su finalidad era que sus obras pudieran estar disponibles, abiertas al paseante».

Momento del descubrimiento.

Momento del descubrimiento.

Ignacio Pérez

Miguel Zugaza, anfitrión de la cita, expresó su creencia en que el ‘Elogio del hierro III’ «vuelve a convertir esta plaza en un lugar de encuentros, donde la ciudadanía se relaciona con el arte y con la arquitectura». «Y creo que todos estaremos de acuerdo también en destacar la labor del señor Iñigo Otero, que es el gruista que hizo que, con una facilidad enorme, esta pieza de 15 toneladas aproximadamente, se desplazara con total seguridad desde Chillida Leku y se posara en la Plaza Chillida».

El cuadernillo dedicado a las obras que siempre publica el museo con cada incorporación o exposición, ha sido en este caso encargado al historiador Mikel Onandia: «La obra habla por sí misma. No se pudo instalar y presentar hasta 1997, concretamente se presentó el 18 de junio de 1997, por las obras de un hito importante en la ciudad, el metro de Bilbao». Y recordó cómo Chillida y Norman Foster, el arquitecto de metro, quisieron crear «un diálogo» entre la escultura y el fosterito.

Luis Chillida, Juan Mari Aburto, Carlos Torres Vila, Elixabete Etxanobe, Ibone Bengoetxea, Rafael Pardo y MIguel Zugaza, ante la escultura descubierta.

Luis Chillida, Juan Mari Aburto, Carlos Torres Vila, Elixabete Etxanobe, Ibone Bengoetxea, Rafael Pardo y MIguel Zugaza, ante la escultura descubierta.

Ignacio Pérez

En su texto, el experto informa de cómo el primer ‘Elogio del Hierro’ «fue creado en 1956; una escultura de 68×52 centímetros trabajada en la fragua a golpe de martillo». Más de tres décadas después, «el artista recuperó el título para una segunda pequeña escultura de 36×13 centímetros (1990)». Explica que en la monumental tercera obra del mismo nombre que ya puede volver a contemplarse desde hoy en Bilbao, «predominan dos caras principales, anverso y reverso, a partir de una gran T o cruz, composición habitual en muchas de sus esculturas que es una de sus formas de mayor equilibrio estético. En la parte superior, los cuatro lingotes que crecen hacia arriba y se cierran hacia el centro. Cual garfios de acero que se envuelven sobre sí mismos, peinan el aire que se cuela en dicho escenario para crear un espacio».

En Chilllida Leku espera su turno ‘Lugar de Encuentros IV’, obra del escultor de 1973 que hasta que empezaron las obras del museo ‘colgaba’ en la misma plaza Chillida, un poco más cerca del edificio, y que pronto será instalada en el atrio del Bellas Artes. Parecía suspendida en el aire porque se sustentaba con cables de unas estructuras metálicas colocadas en la entrada del museo. Hecha de un material pesado como el hormigón, el artista buscó ese efecto de levitación desafiando a las leyes de la gravedad. En Bilbao, hay otra escultura de Chillida en el Paseo de la Memoria, junto a la pasarela Pedro Arrupe, ‘Begirari IV (Centinela IV) de 1997. Y cerca del aeropuerto de Loiu se yergue ‘Elogio del aire II’ (2000).