VALÈNCIA. Hoy llega a los cines El Cautivo, la nueva película de Alejandro Amenábar, que mezcla un capítulo real de la vida de Cervantes para completarlo con una historia de ficción con la que imaginar el nacimiento de su extraordinaria vocación. Rodada casi íntegramente en la Comunitat Valenciana, ayer el equipo quiso devolver a València la acogida presentando la película en el marco de las actividades paralelas de La Mostra de València

En un encuentro previo con la prensa, Amenábar defendió la necesidad de reinventar el pasado desde la ficción: “Hablar del pasado implica imaginar, recrear lo que pudo haberse dicho o sentido. Si el cine se limitara a registrar fielmente lo que ocurrió, no habría ninguna labor autoral”.

Y es que la cinta aborda el cautiverio de Miguel de Cervantes en Argel tras ser capturado por corsarios. Un relato que, según el director, tiene tanto de aventura clásica como de exploración íntima: “El primer planteamiento fue hacer una película de aventuras, porque lo que le sucede a Cervantes parece una novela de Dumas. Pero al documentarme descubrí un material humano más profundo. Quería conocer el alma, desentrañar al ser humano Miguel, no solo al mito”.




  • Fernando Bovaira, productor de la película, junto a Julio Peña y Alejandro Amenábar. –


El film llega rodeado de controversia por la aproximación a la orientación sexual de Cervantes, un aspecto que ha suscitado debates antes del estreno. A partir de una acusación documentada al escritor por “sodomía”, Amenábar imagina una aventura homoerótica durante su cautiverio, aunque ni siquiera esto es el centro de la trama de la película. 

Antes de que se haya estrenado, la polémica ya se ha servido, aunque el director quiso relativizar el ruido mediático: “Sabíamos que podía haber polémica, pero cuando la testamos con público diverso se entendió perfectamente. La película puede ser un termómetro para saber hasta qué punto está normalizada la diversidad y la libertad sexual en nuestro país”. El actor Fernando Tejero, presente en el encuentro, añadió con ironía: “Por desgracia el termómetro ha estallado hasta antes de tiempo”.

En todo caso, algunas críticas previas señalan el “exceso” de la película como tono, algo que también el director prefiere moderar: “Yo hago las películas con una mezcla de responsabilidad y de locura. La locura tiene que formar parte del proceso creativo, pero aplico el sentido común. Y no solo cuando ruedo una película especialmente costosa como esta (que requiere de mucha preparación y sentido de la responsabilidad), sino también a la hora de comunicar a la gente lo que pienso o lo que quiero decir. Busco ese punto de entendimiento con el público y eso me lleva a no renunciar a hablar de ningún tema. Estoy dispuesto a llevar mi reflexión hasta las últimas consecuencias, pero siempre siendo muy respetuoso con el público, que es el que se supone que tiene que pagar para venir a ver mis películas. Intento darle algo a cambio y eso es más bien el vehículo emocional”.




  • El equipo de la película, en el photocall del preestreno. –


El film también pone el foco en la confrontación entre el mundo cristiano y el musulmán, un eje que el director conecta con tensiones contemporáneas: “No me gustan los clichés ni los blancos y negros, me interesan los grises. Argel, en el siglo XVI, era un refugio de libertad sexual que contrastaba con la rigidez moral de Castilla. Esa paradoja me resultaba muy estimulante para la película”.

El rodaje de El Cautivo tuvo un peso destacado en la Comunitat Valenciana. Las instalaciones de Ciudad de la Luz en Alicante acogieron decorados como la barbería y la barcaza del relato, mientras que Buñol, Santa Pola, Bocairent o las cuevas de Benitatxell se transformaron en escenarios de la Argel del siglo XVI.




  • Julio Peña, protagonista de El Cautivo, y el director Alejandro Amenábar. –