«¡Evan, te está esperando!». El grito se escucha de fondo al otro lado de la pantalla del ordenador, en Taubaté, un pequeño pueblo de pescadores al sureste de Brasil. La cámara enfoca una pared blanca y vacía. No hay nadie. Llevo casi diez minutos … esperando a que el líder de The Lemonheads aparezca de una vez para hacer la entrevista que tenemos concertada desde hace un par de semanas y que ha retrasado dos o tres veces por unas cosas y otras. «¿Dónde está el periodista?», pregunta despistado el músico. «¡En España!», responde su pareja, la cineasta Antônia Teixeira, hija del cantautor Antonio Teixeira.

Evan Dando (Boston, 1967) se presenta por fin con una guitarra colgada a la espalda, el rostro sudado y un casco de bici que no se quitará –¿por despiste?– durante los primeros minutos de nuestra conversación. Una charla inconexa, a veces incomprensible y, sobre todo, surrealista. «Perdón, sé que llegó tarde», se disculpa el que fuera, a principios de los 90, el cantante de moda del rock alternativo mundial. El guitarrista que pudo reinar junto a Kurt Cobain si no se hubiera empeñado en boicotear su carrera una y otra vez a base de heroína y huidas del centro de desintoxicación. «Desde que cumplí 10 años, lo único que quería es ser un drogadicto», reconoció en octubre durante otra entrevista en ‘Telegraph’.

Dando asegura ahora a ABC estar «limpio» y que esta vez sí será definitivo. Sin dejar que me presente, se adelanta y hace bromas con la pronunciación de su nombre en español: «Soy iba andando, Evan Dando, iba andando». Parece extrañamente feliz y con ganas de hacer música. El perezoso cantante y guitarrista de Boston regresa con álbum nuevo al frente de los Lemonheads, ‘Love Chant’ (Fire Records), después de veinte años en los que solo había publicado dos discos de versiones y sobrevivido con pequeños conciertos en solitario por todo el mundo. Eso sí, siempre a rebosar, como los que dio en España en noviembre. El último lo presentará con la banda al completo en Granada (22 de septiembre), Madrid (23), La Coruña (25) y Barcelona (26).

«Cuando dejé de tomar drogas, lo primero que hice fue escribir un par de canciones nuevas para ver si tenía suerte y funcionaban. Hasta ese momento, mi cuerpo, mi corazón y mi cerebro estaban destrozados, absolutamente desconectados del mundo real. ¿Ves esto? ¿Lo ves? –hace el gesto de levantarse la manga de la camisa, como si quisiera enseñarme su brazo–. El caso es que, durante 20 años, tomé heroína todos los días y me alejé de todo. Ahora, por fin, he vuelto para hacer lo que más me gusta, canciones. ¡Por eso este disco lo significa todo para mí! Aquí están los heroes de mi vida, los Stooges, The Modern Lovers, los Ramones, New York Dolls, The Saints, X-Ray Spex, The Pagans, Beatles, los Rolling Stones, Metallica…», intento interrumpirle sin éxito. «¡Este disco es Bob Dylan para mí! Creo que he hecho un buen álbum por primera vez en mi vida», asegura, con cierta hiperactividad lingüística.

La MTV y Kate Moss

Es como si el carismático y maltratado líder de los Lemonheads, la banda con la que se puso a la vanguardia del grunge y el ‘indie’ americano con discos de gran éxito internacional como ‘It’s A Shame About Ray’ (1992), ‘Come On Feel’ (1993) y ‘Car Button Cloth’ (1996), renegara ahora de aquel pasado en el que chapoteó con ganas en el lado más salvaje de la vida. Años en los que sus canciones aparecían cada cinco minutos en la MTV, que le robaba la novia (Kate Moss) a su mejor amigo (Johnny Depp), que era portada de todas las revistas musicales y de las otras y que Oasis se lo llevaban de gira solo para escucharle tocar.

«Muchas bandas se dedican a sacar un disco tras otro, además de epés, aunque las canciones que contengan no sean buenas. Yo siempre he rehusado hacer eso. En mi caso, como soy ‘Iba andando’ –insiste en el chascarrillo– he tenido que recorrer un largo camino y dejar pasar el tiempo para tener canciones suficientes que merezcan ser publicadas. Y al fin las tengo», asegura.

Para encontrar la paz que necesitaba, huyó a Brasil: «Al principio me dio mucho miedo abandonar Estados Unidos, sobre todo porque me vine cuando estaba en medio de todo el torbellino. Ahora me doy cuenta de que hice lo correcto, gracias a Dios o a lo que sea, porque nunca había vivido en un lugar donde me sintiera más en casa que aquí. ¡Es un sitio increíble! Además, siento la libertad de no estar en Estados Unidos. Me siento como si nunca hubiera sido de aquel país y me alegro de no haberme quedado allí, donde solo quería destruirme. Si me hubiera quedado, ahora estaría muerto».