Durante décadas, quienes sufren alergia a los gatos han tenido que elegir entre la congestión crónica y la renuncia. Pese a que se estima que hasta un 15% de la población mundial tiene algún tipo de reacción alérgica a los felinos, las soluciones disponibles siempre han apuntado a reducir los síntomas en humanos, no a intervenir en la fuente. Sin embargo, ha surgido un novedoso e inesperado enfoque: alimentar a los gatos con huevos especiales que podrían volverlos menos alergénicos. Y la clave, curiosamente, estaría en las gallinas.

Este avance se basa en la relación entre el sistema inmunitario de las aves y la proteína alérgica presente en la saliva de los gatos, llamada Fel d 1. Las gallinas expuestas a gatos generan anticuerpos contra esa proteína y los depositan en la yema de sus huevos. Según estudios recientes, si se incluyen esos huevos en la dieta del gato, los niveles de Fel d 1 en su cuerpo pueden disminuir significativamente, haciendo que la convivencia con personas alérgicas sea más llevadera.

El hallazgo, impulsado por investigadores con financiación parcial de Purina, es aún preliminar, pero ya ha dado lugar a productos comerciales como piensos ‘antialérgenos’ y despierta esperanzas reales para muchos hogares mixtos de humanos y felinos.

La proteína invisible que nos hace estornudar

Fel d 1 es una proteína pequeña, pegajosa y muy persistente. Se produce principalmente en las glándulas salivares y sebáceas del gato, y se distribuye por su cuerpo cada vez que se acicala lamiéndose. Una vez en el pelaje, pasa a los muebles, a la ropa y al aire. Algunos estudios han detectado rastros de Fel d 1 incluso en casas sin gatos, en el transporte público o en aulas escolares.

Se estima que esta sola proteína es responsable de hasta el 90% de las reacciones alérgicas a los gatos, por eso, gran parte de la investigación biomédica se ha centrado en ella. Algunas personas reaccionan con estornudos, picor de ojos, congestión nasal o asma. Pero no todos los gatos generan el mismo nivel de Fel d 1, los machos no castrados producen más que las hembras, y los gatitos menos que los adultos. También hay variaciones genéticas entre individuos e incluso entre razas.

Algunas razas puras, como el siberiano, el azul ruso o los gatos sin pelo como el sphynx, son utilizados para campañas de compraventa como ‘aptos para alérgicos’, aunque no hay pruebas definitivas de que ninguna raza felina sea verdaderamente hipoalergénica. Lo que sí existe son test que permiten medir los niveles de Fel d 1 en gatos concretos, algo útil para personas con alergia leve o moderada que desean adoptar.

El experimento que puede cambiarlo todo

Ahora que sabemos cómo funciona la proteína que produce la alergia, es donde entramos en un nuevo e insólito capítulo con la posibilidad de reducir la cantidad de Fel d 1 directamente en el cuerpo del gato. No mediante ingeniería genética, aunque también se investiga, sino usando el sistema inmunitario de las gallinas como biofábrica de anticuerpos. Cuando una gallina convive con gatos, su cuerpo reconoce la proteína Fel d 1 como extraña y genera un tipo específico de anticuerpo, llamado IgY. Esos anticuerpos se concentran en la yema de sus huevos.

Un estudio financiado por Purina y publicado en 2019 alimentó durante 12 semanas a 105 gatos con pienso enriquecido con esos anticuerpos. El resultado fue una disminución significativa de la Fel d 1 activa en su pelaje. En 2021, una segunda investigación más pequeña expuso a personas alérgicas a textiles utilizados por gatos alimentados con esta dieta especial y a textiles de gatos control, es decir, sin consumir el pienso. Los participantes presentaron menos síntomas cuando el gato había comido huevos con IgY.

Eso no significa que se pueda dar cualquier huevo a un gato, sino que solo los procedentes de gallinas sensibilizadas contienen estos anticuerpos, y además deben estar procesados para eliminar riesgos sanitarios, como el de la gripe aviar. También es importante recordar que los efectos no son permanentes y si se interrumpe la dieta, los niveles de Fel d 1 vuelven a subir.

No obstante, este enfoque alimentario representa un giro radical respecto a lo habitual. Hasta ahora, todo el arsenal terapéutico se centraba en los humanos mediante el uso de antihistamínicos, vacunas de desensibilización, purificadores de aire o reglas estrictas si se convive con un felino, pero si se confirma que se puede actuar también desde el animal y sin perjudicar su salud, podría abrirse un camino hacia una convivencia más inclusiva.

Promesas, límites y lo que viene

Aunque la idea es prometedora, aún no hay un consenso científico sólido. Aun así, los expertos coinciden en que el futuro podría incluir varias estrategias simultáneas y combinar la selección genética de gatos menos productores de Fel d 1, la alimentación funcional con anticuerpos, y eventualmente, edición genética mediante CRISPR. De momento, lo más realista sigue siendo combinar medidas ambientales, farmacológicas y, si se desea, explorar productos avalados por estudios fiables.

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