Al final, ha resultado que el remedio para las penas de Marvel era volver a los orígenes. Al menos, Los 4 Fantásticos: Primeros pasos nos ha devuelto un poquito de fe en la Casa de las Ideas y su MCU a base de retomar el cómic con el que Stan Lee y Jack Kirby fundaron su universo superheroico, convirtiendo a Pedro Pascal, Vanessa Kirby, Ebon Moss-Bachrach y Joseph Quinn en una familia tan poderosa como chiflada. 

Resulta, además, que dicha familia no se compone solo de un matrimonio de frikis, el cuñado juerguista y el amigo que se les apalanca en casa (sin olvidar a H.E.R.B.I.E, ese robot tan majete). El director Matt Shakman y los guionistas del filme han introducido también un ingrediente tan peliagudo como los desafíos de la paternidad mediante la figura de Franklin Richards, un niño cuyos primeros días de vida han sido trepidantes cuanto menos. 

Mucho ojo, además, porque el pequeño Franklin no solo sirve para aumentar el factor riquiño de la película o para dotarla de un macguffin y una motivación para el villano Galactus. Ahí donde lo ves, este bebito es un personaje de larguísimo recorrido en los cómics… y una presencia que podría cambiar para siempre el Universo Cinematográfico Marvel. 

Cuando un héroe y una heroína se quieren mucho…

Es bien sabido que, en los cómics de superhéroes, el tiempo se estira más que Reed Richards haciendo gimnasia. De ahí que, aunque a todos los efectos siga siendo un niño, Franklin tenga en realidad 57 años: los Marvel zombies de primera hornada le vieron llegar al mundo en el anual número 6 de Fantastic Four, publicado en 1968.

El parto, ya que estamos, resultó todavía más complicado de lo que vemos en la película, con Reed, Ben Grimm y Johnny Storm viajando a la Zona Negativa (y zurrándose a lo grande con Annihilus) mientras la inhumana Cristal acompañaba a la pobre Sue en el paritorio. Al menos la cosa acababa bien, y los lectores marvelitas podían familiarizarse desde entonces con el retoño. 

Bautizado como «Franklin Benjamin Richards» (en honor a su tío adoptivo Ben Grimm), el bebé no solo era una consecuencia natural del matrimonio entre Reed y Sue, que se había celebrado dos años antes. Según explicó Stan Lee, siempre pesetero, su presencia ayudaba a enganchar a unos lectores que se preguntaban cuáles serían sus superpoderes.  

Con el tiempo, dichos poderes acabaron superando cualquier expectativa. Porque Franklin es uno de los poquísimos seres del Universo Marvel (por no decir el único) capaz de alterar la naturaleza de la realidad. Y si te resulta inquietante que dicha habilidad esté en manos de un niño pequeño, puedes dar por seguro que no eres el único. 

Así, papá Reed decidió colocarle a su hijo un inhibidor de poderes que le permitiera crecer como un niño normal. Algo que facilitó el trabajo de sus canguros, entre ellos Jarvis (el mayordomo de los Vengadores) y la mismísima Agatha Harkness, en una versión mucho más bondadosa que la interpretada por Kathryn Hahn. 

Conforme iba creciendo (muy despacio, según corresponde al comic book time característico de Marvel), Franklin acabó compartiendo con sus papás la vocación heroica. De ahí que, casi veinte años después de su aparición, pasara a formar parte de la Power Pack, un supergrupo infantil que debutó en 1984.

Asimismo, siendo hijo de quien es y con los poderes que tiene, Franklin ha sido el objetivo de supervillanos de todo pelaje. Durante las décadas le hemos visto amenazado por Annihilus, Mefisto, Onslaught, su abuelo Nathaniel Richards y un Doctor Muerte a causa de cuyos manejos (y los del guionista Mark Waid) acabó pasando una temporada en el infierno, entre muchos otros.

Por si fuera poco con todo esto, el chaval tuvo que asumir en 1999 que ya no era el peque de la casa debido al nacimiento de su hermana Valeria Richards. La cual, además de ser una chinche y una listilla, es la ahijada del Doctor Muerte. El señor de Latveria reclamó ese honor tras haber asistido a su madre en el parto, demostrando una vez más que las relaciones entre los Cuatro Fantásticos y su archienemigo siempre han sido, como mínimo, complicadas. 

Vale, pero, ¿por qué tanto follón?

Con una familia como la suya, estaba claro que Franklin Richards no iba a tener una infancia normal. Ahora bien, si te preguntas a qué viene tanto revuelo por su aparición en el MCU, esta no se debe tanto a quién es como a lo que podría llegar a hacer. 

Porque, a resultas de su cóctel genético-cósmico, el Franklin de los cómics es inmortal… y sus poderes crecerán con el paso de los milenios hasta convertirle en un ser casi omnipotente. Debido a esto, los Celestiales le han considerado un candidato en potencia para unirse a sus filas, y es muy probable que acabe transformándose en el Galactus de un universo futuro.

En lo que respecta al MCU, los poderes de Franklin son una excusa perfecta para llevar a cabo crossovers y reboots, como ese con el que ya nos ha amenazado Kevin Feige. Seguramente, en los despachos de Marvel Studios ya se han tramado planes que vinculen este potencial con la llegada de los X-Men y, en general, con un lavado de cara que estimule la taquilla del estudio. 

De momento, nosotros solo podemos aconsejaros leer sus aventuras en viñetas, especialmente aquellos obra de Chris Eliopoulos: no por su importancia para la continuidad de Marvel, ojo, sino porque son divertidísimos.