En Tribute, el cineasta Nacho Vigalondo (Cabezón de la Sal, 1977), narra la historia del videojuego en España bajo su punto de vista como consumidor y como niño que en 1982 descubrió un nuevo mundo digital.
De la mano de Domino’s pizza, el director de cine ha elaborado un documental que se podrá ver en Prime Video el 11 de septiembre y que traza la línea que une a Pindorro —el niño al que Vigalondo veía jugar en los recreativos de su pueblo— a Illo Juan, uno de los streamers más grandes de la historia de España.
Nos citan en el Museo del Videojuego de Madrid, en pleno centro de Madrid, con Vigalondo y con Ruben Ajaú, guionista del documental, para charlar del mismo y poner sobre la mesa nuestra fobia común a las aceitunas.
– Nacho, tenemos algo en común, el odio a las aceitunas.
Nacho Vigalondo: No lo llames odio.
– La fobia.
No es un odio. Porque un odio es una cosa que se puede gestionar. El odio es una cosa que una persona puede aprender a dejar de tener. Lo que sentimos tú y yo por las aceitunas no entra en esa categoría. Es una fobia.
-Parece que todos los juegos vengan de EEUU o de Japón pero en España ha habido una industria fuerte.
N.V. Era la propuesta que nos dieron. Hacerlo autobiográfico era la forma que teníamos de poder justificar el no contarlo todo. Si lo hubiéramos hecho más enciclopédico no podría haber durado lo que dura, tendría que durar tres horitas.
– ¿Mis padres que juegan a Candy Crush son gamers?
Rubén Ajaú: Sin duda.
N.V. ¿Son casuals? De qué manera jugar a Candy Crush les condiciona el resto de su existencia.
– Están muy viciados.
N.V. Igual son los últimos que quedan jugando al Candy Crush, ¿no está un poco demodé?
– Habláis de la guerra de las consolas y es algo que aún está presente.
N.V. No sólo sucede en los videojuegos. Cuando veo que hay dos personas discutiendo y defendiendo a Marvel contra DC, no entiendo cómo puede darse algo así. Me podrá gustar un autor que pueda trabajar en Marvel o en DC, o en las dos, y no me va a dejar de gustar el autor, el responsable. La multinacional me puede interesar en un momento dado pero no de verdad.
R. A. A lo mejor es la gente más inteligente del mundo pero me gustaría tener una buena cabeza para jugar a todo lo que sale y decidir de quién eres.
N.V. Yo defendía a la Mega Drive en el instituto porque era lo que el destino me otorgó, pero era tan idiota como lo que se correspondía a mis años. A día de hoy, por tener una consola y no tener otra, no voy a defender a una consola frente a la otra. Sobre todo porque es un imperio que no me está pagando por defender su producto.
– La tesis del documental va de Pindorro a los e-sports, ¿qué hay entre medias?
N.V. Pues un documental que se llama Tribute. La prensa cómo sois. Vuelve a contar todo lo que has contado pero sólo a mí en exclusiva. Realmente no sé qué añadir. Es la tesis del documental.
R. A. Hay una traducción directa. Es gente más guay que tú, con más dinero que tú porque se pueden pagar las partidas y profesionales.
N.V. Tú imagínate que en vez de estar aquí Rubén y yo estamos Morgan Freeman y Brad Pitt y este es el junket de Seven y les dices ‘a ver esa caja al final qué había en esa caja, a ver’. Qué ha pasado ahí.
– No, venía a raíz de hablar ahora de la influencia de los streamers en el mundo del videojuego. Cuando era pequeño yo leía la Hobby Consolas y hay un momento que se pasa de la Hobby Consolas a ver gameplays. Quería hablar de esa evolución.
N.V. Veo mucho ensayo sobre videojuego. Si hay un videojuego al que no le he prestado atención o que no había jugado, por ejemplo el Resident Evil de Capcom. He jugado a los originales y he pasado una cantidad de horas semejantes viendo ensayos sobre esos juegos. En ese sentido sí.
R. A. Yo compraba revistas por las demos. Tenía como este halo de oficialidad. Que la crítica de videojuegos o el gameplay sea más de la gente que juega es el salto más grande que ha habido entre unas y otras.
– ¿Hay un salto del juego como obra de entretenimiento al videojuego obra maestra tipo San Andreas y The Last of us? ¿Es como los que distinguen el cómic de la novela gráfica?
N. V. Obras maestras ha habido siempre. Las obras maestras no llegan cuando surge el mainstream. El ejemplo de The Last of Us o el GTA es el ejemplo de obras maestras que también están bendecidas por el gran público. Al igual que en todas las demás artes, la obra maestra ha existido antes de que fuera efectiva. En el mundo del videojuego, sin ir más lejos, los tres primeros Resident Evil no son sólo tres obras maestras, igual son los videojuegos más importantes a los que he jugado en mi vida.
R. A. Ahora a toro pasado se puede decir que el Tetris es una obra maestra. A veces esta cosa de la obra maestra es como lo de cómic y novela gráfica, es más una decisión editorial pensada desde un sitio que una cosa que se adopta de forma espontánea.
N. V. Es el juego perfecto el Tetris.
– Ahora te definen los juegos: ser un FIFA, un lolero…
N.V. Sí pero el Candy Crush no define a tus padres. Cuando tus padres juegan al Candy Crush no son ellos los que juegan al Candy Crush, es el Candy Crush el que juega con ellos. El Candy Crush está haciendo lo posible para engancharles. La partida la está echando el Candy Crush. Yo quiero que tus padres salgan del Candy Crush para que se metan en el Pacific Drive.
-Ahora hay debate por el precio de los juegos a cuenta del Hollow Knight: Silksong.
N. V. ¿Pero está barato, no?
– Por eso. El precio del juego parece que desvirtúa que pueda ser bueno.
N. V. Qué clase de usuario…
– El Xokas dijo «me sorprende que lo vayan a sacar a 20 pavos. Está muy bien». Y que «es duro que salga tan barato. Lo cobraría a 40 pavos y seguiría estando muy bien».
N. V. Bueno pues nada, pues habla con El Xokas. Me parece demencial que nadie en su sano juicio cuestione un videojuego por tener un precio accesible.
R. A. Hay una cosa, un precepto básico del capitalismo, que es que cuanta más gente consuma el producto más margen de beneficio y más óptimo es.
N. V. Me parece que se ha vendido al mismo precio que el original. Es un juego tan bien hecho, el anterior, que no se ha devaluado con el tiempo. Es más envidiable un juego que tiene un precio accesible pero se mantiene que un juego que sale súper caro y a los dos meses lo regalan.
R. A. Hay un comentario específico que me parece bastante loco: cuando un indie saque un juego a 20 euros va a decir, ¿me puedo comprar el Silksong por 20 euros y este que no conoce nadie también? Y no se puede reducir a un criterio puramente comercial lo que juegas.
N. V. Me imagino a los creadores del Silksong desesperados y yo como cineasta puedo confesarlo, del dinero que cuesta el juego y no del puto juego.
– ¿Algún juego que te gustaría adaptar al cine o a la televisión?
N. V. Siempre digo lo mismo, también en relación al cómic, he leído cómic toda mi vida y puedo sentirme tranquilo dentro del nicho. Cuando juego a algo que me parece un 10, lo último en lo que pienso es en hacer la película.
Cuando un juego me da más de lo que yo quería, entiendo que ese valor reside en el hecho de que sea un juego. El músculo que se pone en marcha como espectador no es el músculo que pone en marcha como jugador. No son compatibles. Dicho esto, me dio mucha envidia cuando oí que se iba a hacer la película de Pacific Drive, pero no creo que se haga, espero que no. Es un juego que da para película aunque yo no lo haría nunca porque un buen juego no necesita una película, pero si me llaman la hago.