El arranque de la cuarta de abono, tras el arrastre de los dos primeros toros, parecía un día más en la oficina para Castella y Perera, pero con el tercero de la tarde, un dispuesto Borja Giménez movió el árbol y con su faena se llevó una oreja al esportón, aunque los mejores frutos fueron a parar a la cesta del diestro francés, al que le correspondió en suerte el mejor toro de la tarde, el bravo cuarto, premiado con la vuelta al ruedo y al que el torero desorejó en una buena faena en la que pudo y debía llegar a cotas más altas. Ahí el árbol de Santiago Domecq se quedó ya sin más frutos y para Perera, que se fue de vacío, fue la cruz de la tarde.
Con lances a la verónica recibió Castella al primero de la tarde, que se quedaba corto y al que, tras el paso por el caballo en el que recibió un puyazo en el que empujó, le realizó un quite por chicuelinas, tafalleras y rematado con la revolera. Tras lucir Raphael Viotti en banderillas, inició su faena con estatuarios y muletazos con la derecha, preámbulo de una intensa serie en redondo, con el toro entregado en la muleta de un Castella que cimentó su labor sobre la diestra, ligando los muletazos, pero siempre muy aliviado. Peor condición tuvo el toro por el pitón izquierdo, costándole más repetir en el engaño, por lo que volvió a la derecha, con el noble astado ya con menos recorrido. Remató con sus habituales manoletinas y rubricó su labor con una estocada trasera y caída que fue suficiente para acabar con el primero de la tarde.
Un gran toro. La actuación de Castella con el cuarto, respecto a la del primero, fue comparar el día con la noche, en toreo, en actitud y, no menos importante, en condición del astado, que acabó siendo premiado con la vuelta al ruedo. Lo recibió el diestro con lances a la verónica y el toro tomó con celo el capote, antes de un puyazo en el que empujó con un pitón y de un tercio de banderillas en el que apretó. Lo vio claro Castella quien, tras brindar al respetable, en los medios, sin enmendarse le recetó tres ajustadísimos pases cambiados, rematando la serie con gusto con el de desprecio. Con la derecha, más ajustado en esta ocasión, ligó dos intensas series en redondo ante un toro que sólo veía muleta y, aunque por el pitón izquierdo le costó más repetir, también tomó el engaño con franqueza. Era faena para seguir luciendo la gran embestida del astado, pero Castella decidió recurrir a la distancia corta, donde tan bien se desenvuelve y tanto cala en los tendidos, con la guinda de ajustadas bernadinas rematadas con un interminable natural y el pase de pecho. Dejó una estocada perpendicular y desprendida que fue suficiente para que el toro doblase y los tendidos se llenasen de pañuelos. Dos orejas para el diestro y pañuelo azul y vuelta al ruedo para el toro.
Peor condición tuvo de salida el segundo de la tarde, suelto y echando la cara arriba en el capote de un Perera que apenas se pudo estirar, en el caballo recibió un puyacito y en banderillas, adornadas con las banderas de Extremadura y España, apretó. Brindis al cielo de Perera, al maestro Dámaso González, y tras el trasteo inicial con la muleta, se sucedieron las series por ambos pitones, aliviado y sin terminar de acoplarse con el astado, protestón y que enganchó en demasía el engaño del de Puebla de Prior, que logró los mejores pasajes de su faena en un par de naturales templados y hondos, pero sin continuidad en una labor muy desigual. Dejó una estocada atravesada con la que despachó al astado.
Más prometedor fue el inicio de Perera con el quinto, al que recibió con buenos lances a la verónica, rematados con una buena media y la revolera. La faena, también tuvo un inicio intenso, con dos pases cambiados en los medios, pero cuando comenzó a torear con la diestra se vio que poco futuro había, más por un toro blando, sin clase y al que le costó repetir que por la voluntad del diestro, que lo intentó por ambos pitones e incluso se llevó algún susto en las coladas del Domecq. Despachó al astado con una estocada desprendida y el público le ovacionó en reconocimiento a su buena disposición.
Lució el de Espartinas con el capote en el saludo al tercero de la tarde, con dos verónicas de bella factura, casi a cámara lenta, y la pena fue que el toro, en su afán por perseguir el engaño clavó los pitones en el ruedo y dio una vuelta de campana. Buen aperitivo para una faena que inició Borja Giménez en los medios, con dos ajustados pases cambiados que precedieron a una intensa serie con la mano derecha, con temple y ligazón, seguida por otro con mucho mando, pero en la que el toro ya se quedó más corto en sus embestidas, por lo que el diestro le dio tiempo entre serie y serie. A partir de ahí bajó de tono la faena, con buenos pasajes, pero menos conjunción, sobre todo en el toreo al natural, quedándose el toro a mitad del viaje. Dejó una estocada un poco trasera que fue suficiente para que el toro doblase.
Peor condición apuntó el segundo enemigo de Borja Giménez en los primeros tercios y lo confirmó en la muleta, aunque un voluntarioso diestro lo intentó por los dos pitones ante un toro sin clase ni entrega, pero poco más que muletazos sueltos pudo arrancar. Y para remate, estuvo desacertado con los aceros.
FICHA:
Ganadería. Se lidiaron toros de Santiago Domecq, bien presentados y desiguales de juego, siendo el mejor el cuarto, premiado con la vuelta al ruedo.
Sebastián Castella. Corinto y oro. Ovación y dos orejas.
Miguel Ángel Perera. Corinto y oro. Palmas y ovación.
Borja Giménez. Gris perla y oro. Una oreja y silencio.
Incidencias. La plaza registró tres cuartos de entrada.