Unos compromisos institucionales retrasaron unos minutos la cita de Robert Navarro con EL CORREO. El extremo no dejó de pedir perdón por llegar tarde, explicó … los motivos que le hicieron demorarse y confesó su malestar por haber hecho esperar al equipo de periodistas. Amable y educado, atento con sus interlocutores, el jugador que acaba de aterrizar en Lezama aceptó de buen grado mostrar su lado más personal y mezclarlo con la gran pasión de su vida: el fútbol.
– De pequeño lo combinaba con el tenis. ¿El mundo se ha perdido una gran raqueta?
– Ja, ja, ja. Empecé en el tenis porque mi padre acabó harto en el fútbol. Me dijo: ‘Empieza con el tenis’. Lo que pasa es que a mí siempre me ha gustado la pelota. En cuanto tuve la oportunidad de cambiar no la desaproveché.
– ¿Hasta qué punto era clave la figura de su padre, Roberto, para que se hiciera futbolista?
– Muchísimo. Gracias a lo que me ha enseñado y ayudado mi padre estoy aquí. También mi familia, que siempre me arropa, sobre todo en los momentos duros.
Robert Navarro nació en Barcelona. Tiene 23 años y es extremo
– ¿Era exigente?
– Mucho. Tiene su parte buena y su parte mala. Cuando era más pequeño lo llevaba peor porque la figura del padre… Cualquier cosa que me decía me lo tomaba muy a pecho. ¡Quieres que tus padres estén orgullosos de ti! Al final mi sueño era llegar a Primera División, y el suyo también. Ha sido exigente y ha hecho que yo lo sea también conmigo mismo.
– Empezó en la escuela del Barça, pero con siete años se fue a Pamplona con sus padres y probó con el fútbol sala. ¿No hubo ‘feeling’?
– ¡Sí, me encantó! Puede verse que fui jugador de fútbol sala. Empecé en el colegio, en Irabia, y mi profesor de Educación Física, Alberto, era entrenador de Osasuna. Me vio y me dijo: ‘Tienes que ir a hacer las pruebas con Osasuna’. Fui a probar con un año menos, jugué un par de torneos y luego fiché.
Equipos: Irabia, Osasuna (cantera), Barça (cantera), Mónaco, Real Sociedad, Cádiz, Mallorca, Athletic
– Dos años más tarde volvió al Barça. ¿Cómo fue La Masía?
– Tenía 12 años. No fue fácil porque te juntas con gente de muchos sitios. Estaba todo el día allí, pero por suerte tenía a mi familia cerca, mis abuelos maternos, e iba a dormir a casa. Tuve mis momentos, sobre todo en el primer año. Mis padres se quedaron en Pamplona y yo me fui.
– Un niño.
– Veo ahora a mis primos con 10-11 años y digo ‘qué pasada’ –en referencia a su marcha a los 12–. Pero fue algo bueno para mí porque aprendí mucho en La Masía.
2030
es la fecha en la que acaba el contrato Navarro, quien ha llegado este verano
– De Barcelona se fue al Mónaco, donde debutó con 16 años bajo el paraguas de Thierry Henry. ¿Cómo gestionaba todo lo que le pasaba siendo tan joven?
– Tengo una familia estupenda. Mi madre y mi hermana se vinieron conmigo a Mónaco. Me ayudaron a tener los pies en el suelo. Me decían que no había conseguido nada. Llegas a Mónaco, donde todo es lujo, cochazos en el equipo… Estás en una burbuja. Una locura. Por suerte vivía con mi madre y mi hermana, al igual que ahora, y mi padre venía los fines de semana.
– El Athletic ya le quiso en 2019, pero acabó en la Real Sociedad.
– Tenía contrato con el Mónaco. Mi idea no era salir, venía de jugar el Europeo sub’17, pero el equipo no estaba haciendo un buen año. Echaron al director deportivo, había inestabilidad. Se dio la opción de salir traspasado. Hablamos y tomamos la decisión.
– ¿Pensó que el Athletic volvería a cruzarse en su camino?
– Siempre ha estado ahí. Desde pequeño, cuando estaba en Osasuna y antes de irme al Barça, ha habido oportunidades y sabía que algún día… Siempre he sonado (para el Athletic). He tenido mucha relación con Nico e Iñaki a través de Félix (Tainta, agente de los tres). Me decían que este club era distinto a los demás. Llevo aquí poco tiempo y se nota.
– ¿Rechazó renovar con la Real Sociedad porque sabía que iba a venir al Athletic?
– No. Eso sí que no. Cuando me ofrecieron renovar estaba jugando, pero de un día a otro dejé de jugar. Nunca pedí a la Real ser titular. Sabía la plantilla que había con Silva, Brais… todos. Necesitaba minutos y si no iba a tenerlos busqué mi futuro. Dije al club que el míster no confiaba en mí, ellos hicieron algún fichaje y vi que no tenía hueco y que lo mejor para las dos partes era salir.
Un vestuario sin grupos
– Ya está en el Athletic. ¿Es como se lo imaginaba, más, menos…?
– Hasta que no estás dentro no sabes cómo es, pero es increíble. Se me nota en la cara lo feliz que llego a casa después de entrenar. Cada día hay alguien esperándote para una foto, una firma… Es algo espectacular. El club lo tiene todo controlado. Está todo muy bien organizado. Hay mucha ambición, es lo que más me llama la atención.
– ¿Y lo que más le sorprende?
– He tenido la suerte de estar en muchos vestuarios, pero este es el único en el que no hay grupos. Desayunas con unos, meriendas con otros y cenas con otros. El grupo es increíble. Nos llevamos súper bien, vacile por aquí, vacile por allá, aguantas el chaparrón pero luego te toca a ti (bromear).
– Debutó con gol del triunfo ante el Sevilla. ¿Cómo lo recuerda?
– Fue una locura, una pasada. Nadie puede imaginarse salir y meter el gol de la victoria en su debut. Fue un subidón increíble. La grada estaba de pie, mis padres y mi hermana en una de las esquinas, los compañeros corriendo hacia mí… No se me olvidará en la vida. Es uno de los momentos más felices que recuerdo.
– Es admirador declarado de Iniesta, ¿pero quién es el jugador del Athletic al que tomaría como referencia?
– A Iñaki Williams.
– ¿Por qué?
– No tiene que decir nada para que le respete todo el mundo. Iñaki es una pasada. Me da pena que la gente no pueda ver en el día a día cómo es. Cuida a todo el mundo, está atento a cualquier detalle, un capitán espectacular.
– ¿Con qué sueña en el Athletic?
– Estuve el otro día en la presentación del libro de la gabarra. Me encantaría vivirlo con estos personajes, me lo paso pipa con ellos. Me gusta la ambición del Athletic, de querer siempre más.
– Dice Sancet que hay que pelear por la Liga.
– Si lo dice es porque lo piensa. Es lo que me gusta, estar rodeado de gente con ambición.
«El Alavés es un equipo bien trabajado, será un partido duro»
– Tras ganar al Sevilla, Rayo y Betis llega el Alavés. ¿Se sienten invencibles?
– Para nada. Partimos con el mismo respeto sea quien sea el rival, pero queremos los tres puntos. Estamos trabajando bien, han vuelto los internacionales y la dinámica es buena.
– La baja de Nico le abre la posibilidad de minutos. ¿Cuántas ganas tiene de jugar?
– Muchas. Me encanta el fútbol. 90, 20, 10, 5 minutos… da igual. Lo que el míster decida que tenga que jugar, pues yo agradecido. Intentaré responder y hacerlo lo mejor posible para que cuente conmigo.
– ¿Qué perfil del partido espera ante el Alavés?
– Es un equipo bien trabajado que junta mucho las líneas, no escatima en el esfuerzo y compite bien. Lo vimos en la pretemporada. Tienen buena plantilla, vienen de empatar con el Atlético. Será duro.
– Tres días después, el Arsenal. ¿Cómo lo imagina?
– No me he parado a pensar en ello. Primero, el Alavés.
– ¿Con qué ambición afrontan la Champions?
– Vamos a competir. Pasará lo que tenga que pasar, pero ganas y ambición no van a faltar.