Tras el asombro ante la noticia de que Irene Montero y Pablo Iglesias acuden ahora a la escuela privada, quien fuera secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, ha decidido escribir un artículo para hacer algunas puntualizaciones. Echenique trata de camuflar la absoluta incoherencia del podemita, que ha atacado con furia todo lo que no fuera educación pública, incluidos a los padres que libremente la eligen y sus alumnos, y contestar a las críticas, que según él mismo reconoce, no han venido sólo de la derecha sino también «de los ‘puros’ que nunca han puesto el cuerpo, la biografía y la seguridad de su familia en liza para defender a los de abajo».

El exdirigente de Podemos alega en primer lugar que es «mentira» que Iglesias y Montero se hayan ido de la pública. Señala que la menor de sus hijos, Aitana, sigue en el colegio público de La Navata, «una referencia educativa progresista en Madrid». Admite luego que los dos mayores, de siete años, sí han cambiado a un centro privado. Sobre ello, Echenique apunta que lo hicieron «recientemente», al igual que «lo han hecho otras cuatro familias de la misma clase de sus hijos». «Son cosas que pasan en todas partes y los motivos solo incumben a esas cinco familias. Mienten todos los medios que han publicado que abandonaban la pública. Allí siguen con su hija de 6 años», insiste.

Admitiendo que en la izquierda se preguntarán por qué no les cambiaron a otro colegio público, Echenique habla de «gentuza» e «insultos» por la calle a la pareja con sus hijos. «Es muy obvio», sostiene, «lo que están buscando Pablo e Irene: buscan proteger a sus hijos en un entorno de valores seguro para ellos. Y lo hacen a sabiendas de que les van a poner, una vez más, a caer de un burro».


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Sobre el centro en sí, defiende que es privado, sí, pero no «pijo»: «Es mentira también que se hayan llevado a sus hijos mayores a un colegio pijo. Han elegido un cole organizado, cuando volvió la democracia a España, por una cooperativa de trabajadores y profesores que hoy sigue siendo una cooperativa y que se atreve a poner en su web que reivindica valores como el feminismo, la democracia, los derechos humanos, la laicidad o la justicia social. Se atreve a hacerlo en 2025, en el Madrid de las mayorías absolutas de Ayuso, donde VOX y el PP ganan hasta en los barrios obreros». Llamativa afirmación puesto que estos valores impregnan la ley educativa y los idearios de colegios de todo tipo, públicos, concertados y privados.

En su esfuerzo en proteger a Iglesias y Montero del chaparrón, similar al vivido con su mudanza a Galapagar, Echenique dice que «les honra anteponer que sus hijos estén en un entorno que les proteja del odio contra sus padres al propio prestigio como figuras públicas de la izquierda. Si yo tuviera hijos, no me cabe duda de que haría exactamente lo mismo. Sería para mí mucho más importante que mis niños no se tengan que enfrentar a un energúmeno violento con banderita de España en la muñeca antes que evitar falsas acusaciones de incoherencia contra mi reputación».

Concluye Echenique con una larga diatriba contra los «centros conservadores privados», diciendo que Iglesias «tenía toda la puñetera razón». «Sería maravilloso que este tipo de centros, como el que han elegido Pablo e Irene, que apuestan por una educación transformadora, formaran párate de la red pública pero no es así. En Madrid hay muy pocos. En Cataluña y en el País Vasco algunos más. Y no tienen nada que ver con los colegios de curas subvencionados con dinero público», dice dejando claro que en su opinión hay colegios privados «buenos» y «malos».