Samuel Navalón no atina a poner la tarjeta en la cerradura para acceder a la habitación. Es la 101 del Hotel Palacio de Albacete, donde ahora se cambian los toreros antes de ir a la plaza. Son las 12.30 horas de una mañana en la que el torero de Ayora pisará el mismo ruedo que lo hizo matador de toros hace ya un año. Un tiempo en el que todavía no ha debutado como torero de alternativa en la plaza de toros de València -su tierra-, pero sí ha destacado en ferias tan importantes como la Feria de Abril de Sevilla o la Feria de San Isidro de Las Ventas, entre otras, como Alicante, Ciudad Real o la propia Albacete, donde este mismo lunes también salió por la puerta grande.
Nada más entrar a la suite, Navalón despeja las cortinas para que la luz entre de lleno: «Es la misma que la del día de la alternativa, me trae muy buenos recuerdos». «Lo que más me gusta en un día de toros es el orden en la habitación, que me sienta como en casa», señala. De un valor incalculable estas palabras del joven valenciano de tan solo 20 años y que lo sitúan en una encrucijada que no se puede soslayar a horas de jugarse la vida.
En el salón del dormitorio descansan un fardo de capotes y muletas y el fundón de estoques con el nombre de ‘A. Corbacho’ escrito con letras de oro y que perteneció, posiblemente, al mejor y más completo mentor del toreo por el papel clave que ejerció en las carreras de José Tomás y Alejandro Talavante. «Antonio Corbacho era íntimo amigo de mi apoderado, Nemesio Matías, y se lo regaló», destaca.
Ahora, mientras la cuadrilla regresa del sorteo, arranca una vocación de espera, unas horas con un cósmico sentido de la calma, el aguante del miedo y la paciencia hasta que su cuerpo se mimetice en torero definitivamente una vez se ponga el traje de luces. No es un tránsito fácil por esa hondísima quemazón que puja entre el miedo y la tensión que se siente a golpes con la responsabilidad con uno mismo, símbolo de una soterrada identidad de lo que significa ser torero.
¿Cómo pasa estas horas?
Cada día se viven sensaciones diferentes, pero hoy me encuentro tranquilo y muy feliz porque es una tarde especial, un día marcado en mi temporada y un acontecimiento para mí.
¿Qué hace un día de festejo?
Intentar estar lo más tranquilo posible dentro de lo tranquilo que puede estar uno sabiendo que va a estar dispuesto a jugarse la vida.
Entiendo.
Esta mañana he estado en casa con mis padres. He desayunado con ellos y me he venido al hotel para intentar descansar lo máximo posible con un único objetivo: que fluya el toreo y que fluyan mis sentimientos en la plaza.
Despedirse de los padres
¿Cómo ha sido la despedida con sus padres?
Ha sido especial porque soy consciente de la importancia que tienen tardes como la de hoy y de la entrega que estoy dispuesto a ofrecerle a esta plaza. Intento normalizarlo y estoy deseando verlos después para poder celebrar el triunfo.
¿Qué no puede faltar en su habitación un día de toros?
Mi capilla con mis estampas y, entre otras, el orden. No me gusta que las cosas estén por medio. Creo que todo debe estar en su sitio.
¿Y en su capilla?
Una estampa de Jesús a la que tanto mis padres como yo le pedimos mucho. También tengo la imagen del Castillo de Ayora y de la Virgen del Rosario.
¿Qué espera de la tarde?
Entregarme al cien por cien y vivir el festejo, sobre todo, con mucha intensidad de principio a fin. Ojalá pueda recordar esta tarde durante todo el invierno porque será fruto de crecimiento y evolución tanto personal como profesional.
¿Cómo se logra esa entrega?
Con el trabajo que hay detrás, las horas de entrenamientos diarios. Todo eso me hace tener la conciencia tranquila porque también me he entregado al máximo en mi preparación. He soñado cada día con la tarde de hoy en la plaza de toros de Albacete.
Vencer al miedo
Que esta 101 sea la misma habitación del día de su alternativa, ¿es una manía?
No, pero no ha sido casualidad. Las dos tardes que toreé el año pasado en Albacete me cambié aquí y, al entrar, me han venido muy buenas sensaciones. Así que hace que el día de hoy todavía sea más especial.
¿Cómo vence el miedo?
El miedo no se vence, hay que saber llevarlo. Me siento afortunado por hacer lo que más me apasiona en este mundo que es torear. Creo que la hora de vestirme de torero es uno de los momentos más especiales que puedo vivir y en el que asumo más miedo.
¿Cómo es ese miedo?
No sabría decirte exactamente. Hace poco vi una entrevista del maestro El Juli que decía que el toreo es tan especial porque nos anunciamos un día concreto y no sabemos si va a ser la última tarde, ¿no? Eso es el miedo.
¿Qué valoración hace de la temporada?
Ha sido muy importante interiormente porque me ha hecho ver la verdadera dificultad de la profesión y el grandísimo mérito que tienen las figuras del toreo que están en las ferias día tras día.
Navalón posa tras la entrevista en la habitación en la que se vistió de torero. / R.Peris
Ha pisado plazas importantes como Sevilla, Madrid…
La tarde de Madrid ha sido una de las que más me ha hecho creer en mí para seguir ahondando en mi concepto y en mi manera de sentir el toreo.
No le ha importado anunciarse con el encaste albaserrada…
Victorino me dijo que el mejor torero es aquel capaz de adaptarse y de acoplarse con cualquier tipo de toro. Ahora que me siento orgulloso porque estas corridas de toros desgastan mucho.
La temporada arrancó con una noticia dura: su ausencia en la Feria de Fallas
En su momento claro que me dolió porque es mi tierra, pero estoy convencido de que llegará el momento en el que pueda torear allí.
Suerte, torero.
Muchas gracias.
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