Enrique Bunbury llegó a 2025 con un disco nuevo bajo el brazo, la nostalgia de una banda que él mismo disolvió hace 20 años y un pacto extraterrestre que le otorga el don de la eterna juventud. Porque Bunbury no envejece: solo evoluciona. Su discografia es un claro ejemplo de ello, a lo que hay que sumar el concepto global que del arte y de la música despliega en un espectáculo como el ofrecido anoche en Madrid, primero en España de una pequeña gira de 15 conciertos que tuvieron una etapa americana este verano, y que ahora llegará también a Barcelona y Zaragoza para finalizar el 27 de septiembre en Buenos Aires.
Conciertos de promoción, en parte, para ‘Cuentas pendientes’, que no solo es el título del último álbum publicado por Bunbury sino una declaración de principios convertida en la reunión de la banda que le acompañó durante sus primeros años tras Héroes del Silencio. El Huracán Ambulante, casi en su totalidad, ha supuesto un reencuentro además con un público que ha sido fiel al aragonés desde el principio y que agotó las entradas para Madrid desde hace meses.
Los muchachos del cabaret
A las 21:00 en punto salian los músicos del Huracán Ambulante 2025 al escenario adornado con un telón y bambalinas rojas mientras al fondo, una proyección en blanco y negro, anunciaba a los protagonistas. Otto e Mezzo, de Nino Rota, abría el espectáculo con aire circense y de cabaret canalla como en los conciertos del Freak Show de 2004. Sobre el escenario Del Morán en el bajo, Copi Corellano en los teclados, Ramón Gacías en la batería, Ana Belén Estaje en el violín, Luis Miguel Romero en la percusión, Javier Íñigo en la trompeta y Javier García-Vega en el trombón y la guitarra española. No estaban todos los muchachos: una enfermedad poco antes del inicio de la gira dejó fuera a Rafa Domíguez Guisante y hubo de ser sustituido por Jordi Mena, que anoche, por cierto, estrenó su nueva guitarra ‘Lupita’, fabricada con maderas mexicanas.
Y Bunbury, con un traje brillante color cobre, las inevitables Rayban y una chulería marca de la casa que en Madrid parece acentuarse. Para la bienvenida, El Club de los Imposibles, las balas perdidas con siete vidas y prisa por llegar.
Un repertorio medido y lleno de guiños
Tras la apertura con el éxito de Flamingos (2003) no había que perder la inercia y llegarían De Mayor y El extranjero , que el público disfrutó de manera especial. Dos éxitos de Pequeño (1999), canciones casi imprescindibles en la carrera de Bunbury y paridas en un albúm que consolidó al Huracán Ambulante como nuevo equipo del zaragozano ya en solitario. Sería después el momento de Desmejorado, una de las canciones incluidas en aquella reunión con Carlos Ann, Morti y Shuarma bajo el nombre de Bushido y que ha resultado ser una de las más coreadas de Bunbury.
También había que escuchar las nuevas canciones. Te puedes a todo acostumbrar sonó fresca, celebrada como uno de los éxitos de siempre. Pero era solo un juego de manos, un ejercicio del prestidigitador que de nuevo nos lleva a sus primeros tiempos con Solo si me perdonas e Infinito, el desamor ya convertido en clásico inmortal y que abre la puerta de una taberna donde se recuerdan entre alcohol las cicatrices: Enrique Bunbury sentado con atrezo de bar y botella con la que ahogar los recuerdos de Para llegar hasta aquí, posiblemente una de las más hermosas canciones que ha compuesto en los últimos años y que fue la elegida para presentar su último elepé.
Un poco de todo, de antes y de ahora
Llegaríamos al tramo del concierto en el que el recorrido del repertorio se torna más ecléctico, con Big Bang («la canción con la que empezó todo») tratada con cierto aire funky y setentero que rompe un poco el guion seguido hasta ese momento; El Rescate, Que tengas suertecita, Las chingadas ganas de llorar y Alaska, cinco canciones que son el mejor ejemplo del recorrido musical de Bunbury, de su inquietud y capacidad de evolución. Pero sin olvidar las raíces: Apuesta por el rock’n’roll llega como un homenaje imprescindible, seguida de Sí con el público entregado a la causa y sin remedio. Es el fin de fiesta y Bunbury, perro viejo, sigue golpeando el corazón de su grey con Sácame de aqui, Enganchado a ti y Lady Blue.
Es justo el momento en que te das cuenta de que no quieres que, eso que está ocurriendo sobre el escenario gracias a músicos excepcionales, se acabe. Pero habíamos alcanzado el final previo al bis como si no hubiera pasado hora y media. Ni veinte años.
Un regalo para « la ciudad de Madrid»
Tras una breve pausa, los primeros acordes de la guitarra anticipan Parecemos tontos, una versión más acústica y acelerada que la original y que mantiene el ritmo para la cumbia Serpiente, el ultimo single de ‘Cuentas pendientes’ y que también ha tenido su hueco en el directo.
Si bien hasta ese momento el set list era calcado al ofrecido en Bogotá, Bunbury guardaba un obsequio para los fans madrileños, que en realidad son los de casi toda España reunidos en el Movistar Arena. Antes sonaría El Jinete de manera apoteósica, tanto que casi hizo que se quedara pequeño el recinto de lo enorme de la versión. Mientras el respetable se recuperaba (y el espíritu de José Alfredo Jiménez también) Bunbury anunció una copla que aún no habían tocado en la gira «ni en vivo desde hace muchos años». Fue así cómo El aragonés errante se convirtió en la sorpresa de la noche, regalo de un artista, también hay que decirlo, poco dado a salirse del andamiaje de un repertorio definido.
Llegaría Y al final como colofón inevitable y ya habitual en sus directos. «Así en esta banda decimos adiós». Una banda recuperada para conmemorar 20 años de su separación. El Huracán Ambulante brilló en el Movistar Arena como si el tiempo no hubiese pasado. Bunbury hizo posible el homenaje, la fiesta y el cabaret.
Tras los conciertos que quedan, lo próximo de este artista errante no será un nuevo álbum, sino un poemario, Los suaves deslices de la lluvia, que publicará la editorial cordobesa Cántico.
Ojalá hubiera sold out también para la poesía.