Si pensamos en Salvador Dalí, es inevitable recordar su casa blanca de Portlligat, abierta al mar de Cadaqués, o el imponente Teatro-Museo de Figueres, convertido en templo de su universo creativo. Sin embargo, el pintor catalán no limitó su influencia arquitectónica a Cataluña. Hubo un proyecto, excéntrico, secreto y profundamente vanguardista, en el que trasladó su imaginario más delirante a una residencia privada. Y lo hizo lejos de los olivos del Ampurdán y de la calidez del Mediterráneo.

El resultado fue una de esas joyas ocultas que, aunque permanecen fuera de los circuitos turísticos, cuentan una historia fascinante: la de un mecenas británico que se atrevió a convertir su casa familiar en el escenario de un sueño surrealista.

Un Dalí más allá de los tópicos: el hallazgo inesperado Monkton House Salvador Dali´

Dalí no habría imaginado que una típica casa de campo inglesa pudiera transformarse en una obra surrealista. Pero lo fue gracias a Edward James, aristócrata, poeta y gran impulsor del movimiento. Él decidió invitar al artista a intervenir su residencia, conocida como Monkton House, y el resultado fue una mezcla inaudita: un cottage eduardiano convertido en fantasía onírica.

James buscaba romper con la rigidez campestre y abrazar el desvarío creativo. Y quién mejor que Dalí, junto a otros arquitectos y diseñadores cómplices, para torcer la lógica de los ladrillos y hacer de una fachada convencional un lienzo en tres dimensiones. El exterior cambió de color y de carácter; el interior se transformó en un teatro de sorpresas.

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Un jardín de ilusiones en la fachada Entrada Monkton House Salvador Dali´

Nada más llegar, la primera impresión debía de ser desconcertante. La sobria fachada de ladrillo rojo se cubrió con un estucado morado, y la puerta principal, pintada en rosa, parecía anunciar que dentro no regía la misma lógica que fuera. Las columnas de la entrada se disfrazaron de palmeras tropicales, los canalones imitaron cañas de bambú y hasta las chimeneas adoptaron formas caprichosas, todas distintas entre sí.
Era una declaración de intenciones: domesticar la naturaleza inglesa con un exotismo lúdico, teñido de ironía daliniana. Un rincón del West Sussex que rompía con el bucólico estilo “cottage” para abrir la puerta a la ensoñación.

Interior con alma surrealista salo´n Monkton House Salvador Dali´

Si el exterior sorprendía, el interior confirmaba que la casa había mutado en escenario surrealista. En los salones, las paredes tapizadas con lino gris recordaban a sofás victorianos, pero la sobriedad era un mero disfraz: de pronto aparecían un par de sofás rojos en forma de labios (los célebres Mae West Lips de Dalí), cuadros de Paul Delvaux colgando de los pasillos y muebles intervenidos hasta rozar la escultura.

casa natal salvador dalí 01

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dormitorio monkton house Salvador Dali´

El dormitorio de James evocaba el coche fúnebre de Napoleón y su baño, recubierto de alabastro translúcido, brillaba con luces que alternaban la imagen del sol y de la luna creciente. Incluso las alfombras escondían historias personales: primero marcaron las huellas de su esposa, más tarde las de sus perros, como una especie de diario sentimental tejido en lana.

Una obra perdida (y legendaria) escaleras monkton house Salvador Dalí

La casa, descrita en su día como “ingeniosa, creativa, cautivadora y completamente distinta a cualquier otro lugar”, no sobrevivió intacta al paso del tiempo. Tras la muerte de Edward James, Monkton House pasó a manos privadas y su interior se vació de tesoros. Hoy apenas se conserva la fachada insólita que un día convirtió a este cottage en la única vivienda surrealista del Reino Unido. En ella, Dalí tradujo su universo de relojes blandos, labios carnosos y sueños desbordados en arquitectura. No está en Cadaqués, pero guarda la misma esencia: la capacidad de transformar lo cotidiano en un espectáculo fascinante.