Durante más de 40 años, miles de pacientes han vivido convencidos de que su tratamiento los protegía. Pero la ciencia, cuando se corrige, no se equivoca, sino que evoluciona.

Esa es la idea que el cardiólogo Aurelio Rojas lanza con firmeza en uno de sus vídeos más compartidos. Y no es para menos, puesto que la publicación del macroensayo REBOOT en The New England Journal of Medicine ha cambiado el enfoque mundial sobre el uso de betabloqueantes tras un infarto.

“La mayoría de personas que han tenido un infarto siguen tomando betabloqueantes aunque realmente no los necesitan. En España se calcula que más de un millón de pacientes”, explica Rojas.

Una rotura de 40 años de consenso

El estudio REBOOT, liderado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y coordinado junto al Instituto Mario Negri, incluyó a más de 8.500 pacientes de 109 hospitales de España e Italia. Sus resultados son contundentes: los betabloqueantes como el bisoprolol, carvedilol o nebivolol no mejoran la supervivencia ni evitan nuevos infartos si la función del corazón tras el infarto es normal.

“Nos hemos equivocado. Durante décadas dimos por hecho que estos fármacos salvaban vidas tras un infarto. Pero el ensayo REBOOT demuestra que en muchos casos no solo no ayudan, sino que pueden perjudicar”, señala el doctor.

Betabloqueadores

Betabloqueadores / Bupa Latinoamérica

Tres tipos de pacientes

El hallazgo más relevante del estudio es que no todos los corazones se comportan igual tras un infarto. Por eso, los investigadores establecen tres grandes grupos clínicos:

  • Pacientes con función ventricular normal (fracción de eyección > 50%): no se benefician de los betabloqueantes.
  • Pacientes con función levemente reducida (FE entre 40 % y 50 %): sí se benefician, según un metaanálisis posterior publicado en The Lancet.
  • Pacientes con insuficiencia cardiaca o fracción de eyección muy reducida: los betabloqueantes siguen siendo imprescindibles.

“Hoy, gracias a la reperfusión precoz, el 70 % de los pacientes que sufren un infarto mantienen la función cardíaca normal. Y es precisamente en esos casos donde este tratamiento ya no es efectivo”, insiste Rojas.

Fatiga, mareos y disfunción sexual

El uso extendido de estos fármacos ha provocado que cientos de personas vivan con efectos secundarios sin necesidad real: fatiga, hipotensión, disfunción sexual, bradicardia o mareos. Todo por un medicamento que, en estos casos, ya no aporta beneficios clínicos claros.

Pero el mensaje de Rojas es prudente: “No se trata de abandonar el tratamiento por tu cuenta. Mi consejo es revisar tus informes y buscar si pone ‘fracción de eyección conservada’. Si es así, habla con tu cardiólogo. Puede que suspender los betabloqueantes sea lo más adecuado para ti”.

Un giro de guion en la medicina

Lo que sorprende a muchos es que este tipo de ensayos que no buscan añadir un nuevo fármaco, sino retirar uno son rarísimos en medicina. Y más aún cuando rompen con prácticas clínicas establecidas desde hace medio siglo.

“Sé que muchos utilizarán este estudio para criticarnos”, reconoce Rojas, “pero la realidad es que la ciencia no se equivoca al corregirse, sino que mejora. Cada paso nos acerca a cuidar mejor de tu corazón, porque cada corazón es único.”

Los resultados de REBOOT ya están marcando un antes y un después en las guías clínicas internacionales. Permitirá simplificar tratamientos, reducir efectos adversos y, sobre todo, mejorar la calidad de vida de miles de personas que, durante años, han estado medicadas sin necesidad. La ciencia avanza. Y a veces, el mayor avance es saber cuándo dejar de hacer lo que ya no ayuda.