La famosa frase de poner una pica en Flandes, sí. Pero lo que ha logrado Pakoto (Francisco José) Martínez en la actual centuria, desde finales de la anterior década, en la que estamos -y seguro que ya para el futuro, merced a la calidad de sus trabajos- es más, mucho más. Ahí es nada: conseguir un sitio importante como artista de animación en la máxima potencia planetaria de estos tiempos que es Estados Unidos. Además, trabajando para diversas multinacionales, entre ellas dos de las más punteras, Netflix y Disney, que abarcan todo el mundo, donde en los créditos aparece la firma de este albacetense que vive en Madrid. Y que en este su annus mirabilis está a punto de que se estrenen de manera inmediata otros tres de sus trabajos, amén de los muchos encargos que se le acumulan en su apretada agenda.
Con la sencillez y la humildad por bandera, que, según cuenta, es lo propio de los albacetenses, Pakoto -con sus 37 años, relativamente joven en esta profesión para su ya amplia colección de triunfos- no presume de sus continuos éxitos profesionales, porque de lo único que se muestra orgulloso es de sentirse embajador de la tierra allá por donde vaya. No obstante, sí que explica brevemente esa terna de proyectos de animación ya terminados y a punto de estrenarse. El primero es un corto de terror en 3D llamado El fantasma de La Quinta, que cuenta la historia de Goya y las Pinturas Negras. Dirigido por James Castillo y donde él participó con la dirección de arte, junto con el propio director y en el que se ha contado con la voz de Maribel Verdú para narrarlo.
El siguiente es El tesoro de Barracuda, película de animación 2D para toda la familia, sobre piratas y aventuras. «Donde me encargué de hacer personajes y desarrollo visual, escenas a mi estilo y más cosas», precisa. Y el otro -a estrenar en octubre- es en este tipo de películas, aunque en este caso para adultos, del estudio Uniko, ganador de varios Goya por sus films y sus cortometrajes, siendo el trabajo del paisano ilustrar fondos.
Claro que, más allá de estos trabajos y diversos más en bastantes firmas españolas, es menester, justo y necesario destacar los que ha llevado a cabo para las famosas multinacionales norteamericanas. Por ejemplo, Netflix, tras ser reclamado por la poderosísima firma que había valorado su trabajo en la película estadounidense de animación El libro de la vida -producida por Guillermo del Toro y dirigida por Jorge Gutiérrez-, de enorme éxito.
Su primera colaboración con Netflix fue en Maya y los tres, We Lost Our Human, la nueva Charlie y La Fábrica de Chocolate y recientemente la dirección de arte para Preschool, un proyecto que todavía no se ha anunciado por todo el mundo y del que, como es lógico, no puede hablar hasta que se estrene. Cual acontece con la mítica Disney, de la que confiesa que trabajar para ellos, cuyas películas tanto le gustaron en su infancia haciendo diseño de personajes, «fue como cumplir un sueño», y cuya última colaboración aún no ha salido a la luz de manera oficial.
Igualmente, su nombre aparece en los créditos de otras empresas extranjeras, desde Irlanda a Filipinas, con otra serie de trabajos por encargo en los que siempre ha cumplido las duras exigencias. Y sin olvidar dos cuestiones más. De un lado, que galerías de grandes capitales mundiales cuelgan sus creaciones: Nueva York, París, Montreal, México D.F., Zúrich, Los Ángeles, entre otras. Y de otro, que son muchas también las firmas españolas que confían en sus diseños para su publicidad.
Al cuestionarle sobre su vocación, confiesa que ya de pequeño disfrutaba mucho dibujando «sin parar en la escuela, el bachiller y el instituto», por lo que estaba claro que iba a estudiar Bellas Artes, matriculándose en Granada. Y no deja pasar la ocasión de loar a su padre, sicólogo, al que le gustaba mucho pintar, y su madre, médica. Ambos tanto a él, como a su hermano mayor, también artista pero sólo de 3D, siempre les apoyaron y les potenciaron en su camino creativo. «Aunque la más inteligente fue mi hermana, que eligió mejor y también acabó la carrera de medicina, ja ja».
De modo que ya en Albacete, donde muy pronto empezó a coger fama por sus comics, algunos de los cuales fotocopiaba y vendía a amigos y familiares, le encargaron ilustraciones y posters para grupos de música de amigos suyos. Después llegó el salto a Granada, ya con sus primeros trabajos en animación, algunos de los cuales envió a Norteamérica. «Pero apenas conocía amigos que se dedicaran a lo mismo. Tenía que venir de visita a Madrid para juntarme con artistas colegas. Hasta que un día decidí mudarme a la capital y ya no hay quien me mueva de aquí».
Es evidente que tras esta más o menos eterna declaración de amor por la capital de España, es obligado cuestionarle las razones, que aduce «son muchas» y pasa a justificarlas. «Desde que llegué lo sentí casa. La buena gente, una mezcla de personas en tu misma situación, de autóctonos que te hacen sentir bienvenido, el movimiento que tiene y las posibilidades culturales diarias».
Y concluye añadiendo que para su especializado trabajo también le viene muy bien Madrid. No sólo porque haya muchos compañeros y amigos de profesión, sino por la abundancia de estudios de animación con sus correspondientes y continuos eventos de este asunto «y un sinfín de cosas que hace que vivir aquí merezca la pena», zanja. Hasta el punto de que admite que le han llegado sustanciosas ofertas para trabajar en Los Ángeles, que ha rechazado y no sólo porque pueda, en parte cubrirlas, teletrabajando, sino por su cariño a la capital de España.
Lo que no quita para que se sienta totalmente de Albacete, presumiendo de tantas cosas buenas que tiene, destacando de manera muy especial la que califica como «mejor Feria del mundo», que opina y se alegra de ello que se la conoce por todas partes. «Quien no ha ido, tiene ganas de ir. Y el que ha estado, tiene ganas de repetir». Por cierto, que a la de este año, que se inicia hoy no va a faltar como mínimo el próximo fin de semana.
Argumenta, además, que hay algo muy curioso, y que ha comprobado en primera persona: la gente le tiene cariño a Albacete, a veces sin haber estado nunca, y en especial a los albaceteños. «En parte por nuestro original y ya famoso sentido del humor y, claro, ea, por el increíble talento que tenemos en las más diversas artes: humoristas, cantantes, artistas, directores, escritores y un larguísimo etcétera».