Lola García y Ane Unzalu, en el txoko de lectura del que dispone la librería Eguzki de Agurain.Lola García y Ane Unzalu, en el txoko de lectura del que dispone la librería Eguzki de Agurain. (GARA)

En una época en la que el comercio online parece haber acabado con las tiendas de barrio, hay negocios que se encargan de demostrar lo contrario, gracias al empeño y a la ilusión de sus propietarios. Es el caso de la librería Eguzki de Agurain, un proyecto que inició Lola García hace dos décadas y que desde julio del año pasado regenta la joven Ane Unzalu.

«La librería Eguzki es mucho más que una simple tienda de libros. Es un lugar de encuentro donde se llevan a cabo diferentes actividades culturales y donde se mantienen vivas las relaciones entre vecinos», asegura Lola, quien ha tenido esa idea en mente desde que inició el proyecto, en 2003, junto a otra compañera.

El negocio ha funcionado bien durante todo ese tiempo, aunque ha tenido que hacer frente a problemas sobrevenidos. «En 2017 me quedé sola con el negocio y hace un par de años, debido a una caída, estuve mucho tiempo de baja, lo que me impedía atenderlo en condiciones», explica. Pero finalmente, tuvo la gran suerte de cruzarse en el camino con Ane Unzalu, una joven de Legutio que en 2019 se trasladó a vivir a esta localidad y que desde el momento en que conoció la librería tuvo el deseo de regentarla algún día. Lola recuerda perfectamente el día en que la vio entrar por primera vez y exclamar: «¡Yo quiero una librería como esta!».

Y eso a pesar de que en aquella época obtuvo el puesto de bibliotecaria de Agurain, un trabajo en el que se encontraba muy a gusto, rodeada de libros y en contacto con la gente. «Pero yo quería algo más, mi sueño era tener mi propio negocio, y cuando me enteré de que Lola lo iba a dejar, me decidí a dar el paso», afirma.

La propia Lola se mostró reticente en un principio, ya que no veía claro que Ane abandonara su puesto de bibliotecaria para hacerse autónoma. «Me parecía que era una faena, porque a los autónomos no nos cuidan nada», asegura. Pero nadie consiguió quitarle ese sueño de la cabeza y, en cuanto surgió la oportunidad, se materializó el traspaso.

Para ello, recurrió al programa “Berriz Empresa” del Gobierno Vasco que, a través de las cámaras de comercio, busca facilitar la transmisión empresarial en los sectores del comercio y la hostelería. Tal y como explica la nueva propietaria, «ellos se encargan de todo, de hacer el estudio de viabilidad, el plan de empresa, es decir, de toda la burocracia».

«MUCHO VÉRTIGO»

Mientras tanto, ella se centró en aprender el día a día de este negocio dedicado a la venta de libros, material escolar, artículos de papelería y regalos, para lo que en ningún momento le han faltado los sabios consejos de Lola. «Al principio empecé con mucho vértigo, aunque siempre he tenido la tranquilidad de saber que, para cualquier cosa, ella iba a estar ahí para ayudarme», indica.

Pero además del funcionamiento diario, Lola le ha transmitido también el carácter singular de Eguzki Liburudenda que, además de tienda, ha acogido diferentes actividades culturales y sociales. «Aquí se ha organizado de todo, desde sesiones de lectura para mujeres hasta cursos de inglés, de cocina o de flamenco, incluso se convirtió en local de recogida de ropa para Lesbos», recuerda Lola.

Este carácter de punto de encuentro se mantiene en la actualidad y, entre otras actividades, ya se han organizado talleres cuenta-cuentos y se han hecho presentaciones de obras literarias de artistas locales o de novedades para Durango. Además, todas las semanas se convierte en el punto de recogida de las cestas ecológicas del grupo de consumo Urbide.

Y todo ello, mientras Ane sigue atendiendo de forma personalizada a todas las personas que se acercan a la tienda, a muchas de las cuales conoce de su anterior etapa como bibliotecaria. «Es lo bueno de ser un pueblo pequeño, que conozco a mi clientela y cuáles son sus gustos, incluso en ocasiones hago los pedidos en función de ello», afirma.

Después de un año de actividad, Ane no se arrepiente de la decisión tomada. «Por mi parte estoy encantada con este trabajo. Y por parte de la gente, yo creo que valoran el esfuerzo que haces y agradecen que la tienda siga abierta», resalta. Y es que, aunque cada vez se compra más por internet, en el fondo nadie desea ver cómo se cierran las tiendas y se apaga la vida social de los pueblos y barrios.