En los comienzos de los años 2000 hubo un periodo muy similar al que estamos viviendo en el tenis de hoy, con Roger Federer que alcanzó 18 finales de 21 de Grand Slam disputados entre 2005 y 2010 y con Nadal que alcanzó 11 en el mismo periodo. Hoy, con Sinner y Alcaraz alternándose los títulos más importantes del circuito y jugando 3 de las 4 finales Slam del 2025 nos han hecho volver a esos tiempos. 

Hasta la final entre Jannik Sinner y Carlos Alcaraz en el US Open, solo otros dos tenistas habían sido capaces de jugar entre ellos cuatro finales consecutivas de Grand Slam, Djokovic y Nadal, entre Wimbledon 2011 y Roland Garros 2012. Y pensar que cuando se hablaba de un dominio un poco monótono era cuando el serbio y el español ya habían salido de su prime, con ambos con 15 Slams de 19 disputados entre 2018 y 2022.

Una era que cerró formalmente el propio Alcaraz, capaz de aprovechar la ausencia de Djokovic en el US Open 2022 y luego vencerlo en una épica final en Wimbledon 2023, evitando esencialmente un posible Grand Slam del campeón serbio.

Del Us Open 2022 al partido perfecto contra Sinner

La hegemonía del español se había visto sobre todo en un partido, propio en la final de Wimbledon 2023 contra al serbio, hasta el domingo, cuando el nivel del tenista de El Palmar ha alcanzado picos inalcanzables. Cuando juega de esta manera no hay nadie como el español. A los 22 años, Alcaraz ganó su sexto torneo de Grand Slam, el segundo en Nueva York después del de 2022, y volvió al primer puesto del ranking mundial superando a Sinner, que llevaba año y medio en cabeza.

Contra su mayor rival, Jannik Sinner, sacó de la chistera una actuación aún mejor, por su completitud tenística tout-court. Los rumores de que Alcaraz era el favorito se mantuvieron hasta la final, gracias a sus actuaciones bastante dominantes y a no haber perdido ningún set en todo el torneo; sin embargo, Sinner llevaba dos años sin perder en los Slams sobre cemento, una racha de dominio entre las mejores de la historia del tenis sobre pista dura. El propio Sinner dijo que había hecho todo lo posible, pero que Alcaraz “simplemente había sido mejor”.

Las dos estrellas del tenis mundial

Los cambios técnicos y mentales de Alcaraz

El servicio se llevó todo el protagonismo del partido de Carlos Alcaraz, con solo tres breaks sufridos en todo el torneo, pero gran parte de la preocupación del italiano se debieron a la nueva forma del revés del español, que ya se ha consolidado desde la temporada en tierra batida. Como señaló Andre Agassi, y quién mejor que él para hablar de revés a dos manos, Alcaraz ha encontrado una síntesis entre el movimiento del revés de 2023 y el de 2024, tomando la pelota más alta y, al mismo tiempo, “acompañándola” más con la propia raqueta, manteniendo las manos en una posición más baja que en Australia y con el codo izquierdo ligeramente más doblado, pero con la cabeza de la raqueta a una altura híbrida entre la más erguida de 2023 y la mucho más baja de 2024 y principios de la temporada 2025.

Un cambio importante para lo que era su lado más débil (si es que se puede definir así) desde el fondo de la pista y, sobre todo, el lado en el que Sinner podía encontrar mayor ventaja en sus enfrentamientos directos. Entre los muchos aspectos positivos del partido de Alcaraz estuvo precisamente su rendimiento con el revés, que agotó a Sinner, quien en el primer set pareció incluso un poco desconcertado por esta nueva situación. No poder sacar ventaja de ese lado, ser menos penetrante con el revés paralelo, varias veces decisivo para conseguir la posición ofensiva en la pista y luego intentar desatar el golpe derecho o sus variaciones.

A nivel mental hemos visto otra versión de Charly. Hasta ahora siempre había sido el tenista que más se beneficiaba del enfrentamiento directo, mejorando su rendimiento precisamente en los partidos contra Sinner. Alcaraz necesitaba al mejor rival posible para jugar su mejor tenis, mientras que para Sinner era más natural dominar los partidos independientemente de quién tuviera enfrente.

Alcaraz alternaba momentos en los que su tenis se volvía insostenible para cualquiera con bajones bastante notables, que a veces le provocaban derrotas inesperadas contra rivales más débiles (algo que a Sinner ya casi no le ocurre). Era normal para un jugador aún joven, aunque ya muy ganador: a su edad, Rafael Nadal había ganado cinco Grand Slams y Roger Federer y Novak Djokovic solo uno.

En los últimos meses, sin embargo, Alcaraz ha mejorado mucho su regularidad en el rendimiento y, en el torneo que acaba de disputar en el US Open, ha tenido una eficacia y una regularidad comparables a las de Sinner, con una notable agresividad, variaciones y variedad de juego. A pesar de jugar su habitual tenis de golpes excepcionales y recuperaciones casi imposibles, Alcaraz se ha acercado a Sinner en su capacidad para dominar los partidos con continuidad. Mientras que su rival, el italiano, con sus palabras ha dejado entender que su juego de hoy es suficiente para vencer a cualquier rival que no sea Alcaraz, y que para vencer al español debe añadir más variedad a su juego.

La amistad entre los dos tenistas

Esta nueva versión de Carlos Alcaraz parece haber aprendido a gestionar sus altibajos. Canaliza sus bajones de tensión hacia pequeños descensos en el marcador más inocuos. En la época de Federer, Nadal y Djokovic el nivel era mucho más alto de hoy, gracias a la presencia de tenistas como Ferrer, Murray, Del Potro, Tsonga, Berdych. Hoy las dos estrellas Alcaraz y Sinner están a años luces desde los “competidores” de hoy.

Si se mantuviera como ahora, con dos fenómenos generacionales persiguiéndose mutuamente, sin duda no nos iría mal, pero como le aconsejó Roger Federer: «Hay que pensar de año en año, máximo en los próximos 5 años», así que, por ahora, a disfrutar del mejor tenista del planeta.