Le Monde, The Guardian, Corriere de la Sera y otros medios extranjeros dieron cuenta este domingo del caos sucedido en Madrid. La histórica cancelación de la última etapa de La Vuelta por los disturbios propiciados por manifestantes propalestinos ha tenido alcance en medio mundo, con el efecto que eso supone para la imagen internacional de España. Y más aún si se tienen en cuenta dos detalles. Primero, que el Gobierno había desplegado un dispositivo de 1.500 agentes para tratar de garantizar el normal desarrollo de la última etapa de la competición, algo que no logró y que dejó al descubierto las deficiencias del plan. Y, segundo, que Pedro Sánchez alentó a los activistas en la misma mañana del domingo.

Así, mientras en la capital se preparaba un dispositivo de seguridad sin precedentes, Sánchez aprovechó su participación en un mitin en Málaga junto a su vicepresidenta y líder del PSOE andaluz, María Jesús Montero, para mostrar su «admiración a un pueblo como el español, que se moviliza por causas justas como la de Palestina». La llama prendió enseguida.

Solo unas horas después, los manifestantes invadieron varias zonas del recorrido y lanzaron las vallas de contención y botellas. Los antidisturbios tuvieron que realizar cargas policiales, con una veintena de agentes heridos y dos detenidos. El mundo del deporte presenció atónito al espectáculo, sin posibilidad de celebrar la entrega de los trofeos y con los ciclistas fuera de foco. Aún así, un puñado de ministros salió a justificar lo ocurrido, empezando por la portavoz, Pilar Alegría, y el titular para la Transformación Digital, Óscar López. «Habla muy bien del pueblo de Madrid», dijo el líder de los socialistas madrileños.

Un grupo de manifestantes corta la calle de Alcalá. (Sergio Beleña)

Estas declaraciones no son un hecho aislado, sino que forman parte de una estrategia política. En el escenario internacional, el Gobierno de España lleva tiempo liderando la oposición más radical contra Israel como consecuencia de la masacre que el país liderado por Benjamin Netanyahu está perpetrando en Gaza, pero desde el inicio del curso político todo se ha acelerado. Moncloa persigue achicar el espacio de sus socios de coalición, mucho más beligerantes en este asunto, y colar en el debate un asunto internacional que desplaza a otros temas nacionales que no le benefician, con la corrupción y la inestabilidad parlamentaria como principales puntos débiles.

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El pasado lunes, a primera hora de la mañana, Sánchez ya anunció una batería de medidas contra lo que calificó públicamente como “genocidio”. El uso de este término es la muestra de que el presidente del Gobierno ha ido radicalizando su postura, pues en origen solo lo utilizaban los ministros de Sumar y poco a poco han ido incorporándose los miembros socialistas del Ejecutivo.

Una vez cancelada la etapa final en Madrid, lejos de recular, el PSOE en bloque se reafirmó en el boicot y cargó contra Alberto Núñez Feijóo y el PP por criticar su postura. «Las calles de Madrid alzando la voz contra la barbarie no ridiculizan la imagen de España: la honran. Si te indigna más la suspensión de La Vuelta que las 60.000 vidas palestinas arrebatadas, es para hacérselo mirar. Se llama humanidad», dijo la nueva secretaria de Organización de la formación, Rebeca Torró, en X. No fue una excepción.

Conflicto diplomático

La consecuencia del acelerón del Gobierno contra Israel ha sido una escalada verbal contra Netanyahu y una respuesta de este, tanto diplomática como verbal. Primero vetó la entrada en el país de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y de la ministra de Infancia, Sira Rego, ambas de Sumar, y después calificó a España de “amenaza genocida”. El Ejecutivo de España llamó a consultas a la embajadora española en Tel Aviv. Pero el gabinete de Netanyahu no tardó en reaccionar este domingo y calificó de «vergüenza» la posición de Sánchez tras alentar las manifestaciones en la capital.

Entre tanto, el despliegue policial finalmente no fue para nada efectivo y sindicatos policiales denunciaron este domingo un plan excesivamente permisivo y laxo “por conveniencia política”, según informó El Confidencial. Los representantes de los agentes sostienen que les han «atado de pies y manos» y que se hizo un trabajo «insuficiente» porque en realidad lo que se buscaba era suspender el final de La Vuelta.

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El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, publicó una carta en X en la que responsabilizó al Gobierno de situar a España en un «ridículo internacional televisado en todo el mundo». Feijóo insistió en su «respeto» a la «libertad de expresión» siempre que no justifique, dice, «violencia» y «altercados» y se posicionó respecto al conflicto de Gaza: ni «apoyo» a Hamás; ni respaldo a la «respuesta» de Israel por la «pérdida de civiles de origen palestino».

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que vivió la etapa desde el coche del director de La Vuelta, consideró “intolerable” las palabras de Sánchez, al que acusó de “lanzar fuego” durante la jornada. “Hay que protestar libremente pero no coaccionar a ciclistas. Esto va contra el deporte y la libertad”. “Claro que hay que protestar libremente cuando uno considera, pero hay muchísimos sitios para hacerlo. No hay derecho porque un presidente tiene que llamar a la convivencia, al entendimiento o por lo menos no azuzar más una situación: no utilizarla para cambiar el ritmo de las portadas, no utilizarla para cambiar el mensaje en las tertulias y en la opinión pública”, dijo.

Confrontación con Vox

Pedro Sánchez ha radicalizado hasta el límite su discurso sobre Israel, avanzando en un espacio que hasta la fecha estaba ocupado por Podemos y Sumar. Este movimiento, que coincide con el inicio del año electoral, con Castilla y León y Andalucía en el horizonte, tiene una réplica muy clara en Vox, con una postura equivalente en el otro extremo del tablero. El partido hizo lo propio este domingo durante su macroevento político, reafirmándose en sus tesis sobre el conflicto en Oriente Próximo.

Santiago Abascal reiteró su argumentario en este aspecto e incluso calificó a Sánchez como el «principal aliado de Hamás» en Europa. La formación no contó en esta ocasión con ningún miembro del Gobierno de Netanyahu entre sus invitados, pero obvió la masacre en Gaza y el único «genocidio» al que apeló fue el cometido contra los cristianos en África.

Uno de sus aliados más importantes, Giorgia Meloni, sí se desmarcó de la postura generalizada en la derecha dura internacional e incluso manifestó una posición más cerca de Sánchez que de Abascal. La dirigente conservadora exigió la liberación de todos los rehenes capturados por los terroristas islamistas durante el 7 de octubre de 2023 y pidió el fin de los ataques de Israel sin mencionar la palabra «genocidio», pero al mismo tiempo abogó por la solución de los dos estados. Reclamó «la construcción de una perspectiva de paz que reconozca el derecho de los palestinos a tener un Estado propio y a Israel a vivir seguro sin la amenaza del terrorismo».

Le Monde, The Guardian, Corriere de la Sera y otros medios extranjeros dieron cuenta este domingo del caos sucedido en Madrid. La histórica cancelación de la última etapa de La Vuelta por los disturbios propiciados por manifestantes propalestinos ha tenido alcance en medio mundo, con el efecto que eso supone para la imagen internacional de España. Y más aún si se tienen en cuenta dos detalles. Primero, que el Gobierno había desplegado un dispositivo de 1.500 agentes para tratar de garantizar el normal desarrollo de la última etapa de la competición, algo que no logró y que dejó al descubierto las deficiencias del plan. Y, segundo, que Pedro Sánchez alentó a los activistas en la misma mañana del domingo.