Texto de análisis
15 sep 2025 . Actualizado a las 11:32 h.
Segunda derrota consecutiva del Real Sporting de Gijón, la primera desde el comienzo de la ‘era Garitano’ en El Molinón – Enrique Castro ‘Quini’ en un partido que fácilmente podría definirse como atípico. Dos niveles de acierto totalmente contrapuestos marcaron el devenir de un partido que a la mínima se puso 0-2 para el Burgos y que, a base de insistencia, se llegó a empatar, con opciones de más, pero nuevamente con la miel en los labios en el último suspiro. Más allá del resultado y del desacierto en la finalización, fue un partido para tomar nota de muchas cosas a mejorar a nivel colectivo. Analizamos el rendimiento de los rojiblancos a partir de 4 claves tácticas destacadas:
Plan de inicio basado en el control con desajustes en la presión
El Sporting salió con personalidad al encuentro. Por más que el primer tiempo quedase marcado por el 0-2 del marcador, que luego desgranaremos, Garitano planteó un partido basado en la posesión de balón, asentándose en campo rival y circulando el cuero para generar espacios que permitiesen progresar. Una idea ayudada también por una correcta activación tras pérdida que permitía recuperar rápido el balón y así poder estar el mayor tiempo posible en la mitad de parcela ajena.
Más allá de los goles, si hubo algo que corregir en el grueso del primer tiempo fue la fase de presión alta, especialmente por el costado diestro rojiblanco. Con superioridad en primera línea para los de Ramis, que incrustaban a Atienza entre centrales, Dubasin solía aguantar en zona intermedia entre lateral y mediocentro, priorizando tapar el pase dentro, pero saltando sobre el central en caso de dar el paso adelante en la presión. Una superioridad que no siempre se controló como debía, pues una vez el catalán daba el paso acompañando a sus compañeros, ese pase dentro se dio en varias ocasiones, facilitando la progresión en combinación, pudiendo hacer un tercer hombre y jugar con el liberado, generalmente el lateral zurdo (Florian Miguel). Por el otro costado, aunque se vio menos, también se dio. Un desajuste sin quizás demasiada incidencia, aunque en cierto modo fue germen del 0-1 a raíz de una pérdida de Nacho Martín.
Desconexiones defensivas clave, síntoma de endeblez
En relación a ese primer gol, tras la pérdida de Nacho, que era muy fácilmente evitable, la presión tras pérdida no es efectiva, con el Burgos pudiendo aclarar la jugada con facilidad por medio de una triangulación en la que Appin gana el cuerpeo a Guille, si bien el lateral tenía las de perder. Tras el avance, y con el Sporting ya mejor situado para defender en posicional, Duba regala un tiempo de oro a Florian Miguel para poner un centro perfecto al espacio entre los centrales. Esa mínima desconexión supuso una ventaja crucial. Por más que se diera una concatenación de errores en la jugada, esas cuestiones de falta de activación suficiente dan más rabia si cabe al producirse.
Dani Souto
En el segundo gol, el despiste vino en la coordinación entre Guille Rosas y Pablo Vázquez al generarse la duda en el lateral de quién debía acompañar a Fer Niño en su salida a la contra. Eso hizo que el gijonés basculara en exceso y a raíz de ello que Appin tuviera el espacio suficiente para adelantarse a un Corredera que venía al sprint prácticamente desde el saque de esquina. En el tercero, es evidente, del error inicial de Perrin al jugar hacia adelante un balón complicado, seguramente empujado por el contexto de partido, se suma luego la fragilidad entre tres hombres para no frenar el avance del ex rojiblanco Mario González. Momentos ‘micro’ puntuales, pero fundamentales. No se puede perder ni un ápice de concentración y contundencia o pasan estas cosas, que con ‘nada’ te hacen 3 goles.
Mal manejo de las situaciones de superioridad en transición ataque-defensa
Algo colectivo que marcó el encuentro fue la gestión de las transiciones ataque-defensa. No fue tanto una cuestión de retornos, pues el Sporting estuvo precavido y atento en este tipo de acciones, con jugadores especialmente comprometidos en las vueltas, con Corredera como mayor ejemplo, pero una vez tocaba tomar decisiones y repartirse los espacios, el equipo defendió prácticamente de la peor manera posible varias situaciones en las que tenía incluso superioridad numérica con los atacantes del Burgos. Sea mediante faltas o una adecuada coordinación para tapar los huecos y evitar avances, los rojiblancos mostraron una cara muy frágil en este tipo de jugadas. Algo que también se puede y debe trabajar en el día a día. Hay que insistir en ello, pues solo con esfuerzo y compromiso no basta.
Mayor verticalidad a partir del ajuste táctico al descanso
En el principal cambio táctico del partido, con la entrada al descanso de Caicedo por Nacho Martín, retrasando la posición de partida de Gelabert para formar un 1-4-4-2, Garitano consiguió que el equipo diese un paso al frente y sumara una alta dosis de verticalidad. El rol del ’10’ rojiblanco fue clave para ello, mucho más liberado que Corredera en el eje, pero teniendo también más opciones de intervenir dibujando líneas de pase por dentro a una mayor altura, partiendo desde la base y descolgándose. A ello cabe sumar, indiscutiblemente, la importancia de sumar un delantero más que permitía fijar a los centrales, obligando a los defensas del Burgos a contener más su posición y con esto generando más espacios entre las líneas para las ayudas defensivas. El ajuste funcionó, aunque el problema del Sporting en este partido no fue tanto la generación y llegadas como la finalización, desaprovechando ocasiones de todos los colores, incluidas varias por alto en acciones a balón parado, donde mostraron una superioridad en los duelos aéreos ante los de Ramis de la que tampoco supieron sacar tajada.
Los cambios
Caicedo por Nacho. Lo ya comentado, cambio importante para estirar al equipo y al rival. En lo particular, más luces que sombras, aunque Caicedo no sea lo más pulcro de ver en su juego y coordinación.
Kevin y Prendes por Rosas y Gaspar. Garitano justificó los cambios por la fatiga acumulada, ya en los últimos minutos, estirando la ventana para aprovechar al máximo la inercia positiva del segundo tiempo. Apenas tuvieron incidencia en el juego, con un Enol muy impetuoso y un Kevin sin la finura suficiente en campo rival, pero sin ser ningún desastre.
Pablo y Cortés por Pablo Vázquez y Diego. Cambios ya en el tiempo añadido, sin apenas posibilidad de poner un centro cada uno. A la desesperada.
Alejandro Vigil Morán
Nota a Asier Garitano y el resto del cuerpo técnico
Insuficiente. Luces y sombras en su propuesta inicial, si bien el partido no tardó en ponerse cuesta arriba, condicionando ya su desarrollo en el grueso del tiempo. Al margen del desacierto individual en ambas áreas, el equipo pecó de falta de solidez sobre todo en las transiciones defensivas, concediendo varias facilidades. Un aspecto colectivo en el que se debe incidir. El ajuste al descanso mejora la nota y lo acerca al aprobado, pero más allá de los méritos, el equipo no tuvo argumentos colectivos suficientes para otro desenlace. Castigados por el acierto -y desacierto- para el resultado final, sí, pero aunque sea cruel, igual esta es la mejor forma de aprender. El tiempo dirá si existe tal aprendizaje.
Archivado en:
Sporting de Gijón